COTIDIANO
Como sucede con los cuadros que cuelgan
en las paredes
cada mañana sorprendes
una leve inclinación de tu adentro
Cada mañana crees corregir este desnivel
Pero entre la primera posición y la segunda
queda siempre un residuo
una brizna de polvo que se acumula
Sobre esta oscura aritmética se edifica tu alma
a Rietze Mersedus
DESTINO
Una vez al año, al inicio de las lluvias
la isla es invadida por una ola de cangrejos
que bajan de los montes a aparearse
y desovar en el mar
Se les puede ver enfebrecidos escalando muros
acortando caminos
por entre los zaguanes de las casas
Días después los minúsculos recién nacidos
abandonan el agua
e inician un penoso reflujo
Muchos mueren destrozados por los automóviles
o en los malvados juegos de los niños
Pasajes de este misterioso argumento pueden leerse
en los cientos de caparazones dispersos por la isla
O con ciertas variantes que lo magnifican
en algunas paginas de Sófocles
HOMBRE SENTADO EN UNA SILLA PLEGADIZA
Un hombre sentado en una silla plegadiza, todo él
mirando el mar
lleno de moluscos, de ahogados, de estrellas caídas
Mirando el mar, solo
el vaivén del mar, el monótono fluir de las nubes
No algo más allá, oculto detrás del telón,
sólo la rizada superficie, el espectáculo
Ningún bello delfín agonizando en el palacio
de la memoria
Ninguna blanca obsesión de la ballena
transita estas aguas
No el vórtice de la flor de nueve pétalos,
el dulce samadi
es el objeto de esta contemplación
de espaldas a la zona de los nuevos hoteles
No el gran vacío, madre de los diez mil seres
Solo el grande, el pequeño saco,
el verdadero vacío
Algo suspendido, presente y sólido
como un hedor inevitable que comienza
a esparcirse
Un hombre solo sentado en una silla
plegadiza de alquiler
perdido de sí, hallado de sí
de tanto en tanto, cambiando
ligeramente de posición, ligeramente de canal
como un viejo monje que ha extraviado su fe
y ahora sólo mira
un gran televisor a colores
a Ray, el contemplador
EN EL ZOOLÓGICO
Lo siniestro (Umheimlich) es todo lo que
debiendo permanecer secreto, oculto,
no obstante se ha manifestado
Schelling
Quizás no haya más viva y precisa expresión
de lo siniestro que el trasero del mandril
Por definición
una vez que lo siniestro se ha manifestado
no podemos evitar pertenecerle entrar
en su tortuoso juego
De allí ese comportamiento ambiguo
y hasta divertido de los visitantes del zoo
cuando llegan a la zona de los mandriles
Una vez que el ojo ha hallado
las conocidas y chocantes callosidades posteriores
de estos simios
–y es como si secretamente
hubiera estado buscando–
en movimiento de péndulo
o en vértigo de lo simultáneo
los apropia y expulsa como su objeto.
De allí en adelante
los visitantes mirarán de reojo
como si estando no estuvieran
o como si quisiera que cuando voltearan a verlos
hubieran desaparecido
pero solo acaso, extrañamente, para poder seguir
observándolos a su gusto en la imaginación
Esto sucede sobre todo con las muchachas.
Sobre todo con las muchachas de bellos
y lustrosos traseros
Sobre todo si van en grupo las muchachas
cuchicheando entre sí y luego apartándose
y retornando
siempre ruborosas retornando las muchachas
Y allí estarán esperando en ofensivo contrapunto
los mandriles
La escandalosa floración visceral
desbordando sus límites
ofreciéndose obscena a los ojos del visitante
Los mandriles
por supuesto, no han leído a Shelling ni a Freud
ni mucho menos a Bataille como tú,
mi ilustrado lector
Pero algo deben intuir
de su papel en la complicada economía
espiritual del visitante
No en balde son ramas de un mismo árbol
Por eso se pavonean exhibiendo sus repulsivas
corolas–culos
Algo deben sospechar del asunto
cuando irritantes dan la espalda
y comienzan a observarlo con su gran ojo
inescrutable, único
Acaso en ese momento el visitante
alcance a comprender
que no es ese ojo paródico del mandril,
ni el mandril mismo sino algo distinto
lo Absolutamente Otro
es decir, lo íntimamente tú afuera respirando,
desbordado de ti
lo que lo mira
Lo siniestro
ciertamente nos constituye y nos habita
Pero sobre eso ya se han ocupado suficientemente
los teóricos
Yo solo quería hablar de los visitantes del zoológico
sobre todo de las muchachas
de los bellos y lustrosos traseros de las muchachas
DE LA DIFICULTAD PARA ATRAPAR UNA MOSCA
La dificultad para atrapar una mosca
radica en la compleja composición de su ojo
Es el más parecido al ojo de Dios
A través de una red de ocelos diminutos
puede observarte desde todos los ángulos
siempre dispuesta al vuelo
Parece ser que el gran ojo de la mosca
no distingue entre los colores
Probablemente tampoco distinga entre tú
que intentas atraparla
y los restos descompuestos en que se posa
RÓMULO BUSTOS AGUIRRE (1954, Santa Catalina, Colombia)
De: "De la dificultad para atrapar una mosca", Universidad Externado de Colombia, 2008
Enlaces: La raíz invertida | Literaridad | Revista Altazor
Imagen en El Universal Cartagena