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Es materia sabida que escribir poesía, o mejor dicho, intentarlo (cada cual mediante sus dones), requiere demasiados detalles y que resulta necesario captar todo de nuevo para lograr hacerlo, para encontrar las palabras O una palabra: la mitad del silencio. En "23", Alfredo Lemon, sin regodearse en vanos enunciados ni pretender recalar en la vida social de la literatura, o en su defecto, en el progresismo hormonal de la época, capta y bruñe cada verso para que el mundo siga andando dentro de esas pocas líneas juntas que supone un poema (“Dios es Un poema que no terminaré de escribir"), en la inferencia de que el tiempo se lleva consigo más tiempo ("El deseo dice que no es tarde. Que tal vez”) propone al desocupado lector una manera en que sería Factible recordar algo, buenas nuevas O cualquier noticia cotidiana que habrá de guardarnos de nosotros mismos y que no será dado conocerla antes de que ese momento ocurra; porque siempre se trata de volver un día para cantarlo mejor y que el corazón diga lo que falta (“Dejo una rosa en el muelle y una moneda en la arena/ Abrazo mi entusiasmo insensato").

Barnacle Ediciones. 2023


Territorios en pugna por Alberto Cisnero


Acerca de “Zorro cazador de pumas” de Gerardo Curiá (Ediciones En Danza, 2022)     



Gerardo Curiá escribió un libro. El libro se llama “Zorro cazador de pumas”. Quien escribe un libro también escribe un secreto, pero en este caso particular el libro trata de un tema que no es ningún secreto, o en todo caso lo que se dice es un secreto a voces: los primeros campos de concentración propiciados por el estado argentino en la segunda mitad del siglo diecinueve y el posterior destierro, esclavización y asesinato de hombres, mujeres y niños. Y su consiguiente plan de parcelaciones, su afán inmobiliario, tasador, usurero: tierras, estaciones, estancias, estancieros, la legitimidad de tal expansión, los métodos utilizados y el declarado, impreso y declamado rol civilizador de la nación (puede el desocupado lector agregar comillas donde desee). Sus anónimas cadencias persisten: hectáreas, silobolsas, efectivos y policiales, monedas propias; libros, librerías, almacenes, carnicerías, ganados, forrajes. Curiá escribe, de entrada, de frente, diría, una línea certera: el deseo del rapaz/ alumbra su imperio/ sobre el cuerpo del otro. Tira el cuerpo, el cadáver sobre la mesa, sobre la página. Un cuerpo y una voz, una metáfora, una cosa por otra: el derrotero dual de Mariano Rosas, de quien un falsario y turista ya hizo hace muchos años su retrato en un libro famoso. (Una sucinta biografía de Rosas no debería omitir ciertos detalles, a saber: a los nueve años de edad junto a otros chicos fue tomado prisionero por una partida militar, trasladado engrillado hasta la aldea de Santos Lugares de Rosas y llevado en presencia del entonces gobernador Juan Manuel de Rosas porque era el hijo de un cacique mentado; el Restaurador lo hizo bautizar, ofició de padrino, le impuso Mariano de nombre, le asignó su apellido y lo confinó como peón de estancia. Adquirió los rudimentos de la escritura y la lectura. Luego escapó para nunca más abandonar ni su lengua ni su región). Así pues, cautivo, entenado y matrero, Rosas, su cuerpo, habla, increpa, vaticina, postula una voz que no rehúye de nombrar al adversario, al enemigo, ni de intuir que las razones que éste expone, el pacto, la paz social si se prefieren argucias recientes, preceden a la represión, al silencio y al olvido. En uno de los poemas se lee: Atacamas Chanes Charrúas Chorotes Chulupies Comechingones Diaguitas Guaraníes Gauycurúes Huarpes Logys Kollas Lules Mapuches Mocovíes Ochoyas Omaguacas Pilagás Ranqueles Vilelas Sanavirones Selk’nam Tapietes Mbye Guaraníes Tastiles Tehuelches Tillanes Quoms Tonokotes Lules Vilelas Wichís. Son partes de una sola palabra y puede que nos favorezca para recordárnosla a nosotros mismos, para completar la realidad. El poemario incluye acápites; uno en particular cita a un general del ejército estatal blanco argentino (que creó la imaginación y el delirio de un pedagogo) luego devenido presidente; y el milico funcionario público citado habla de arrojar gente, personas, prójimos, ciudadanos al otro lado de un río. Ese tal pedagogo (profuso escriba además devenido presidente) murió en el exilio, en un país hermano, y alguna vez anotó que el detalle de una batalla lo da el vencedor. Pero la batalla continúa. Eso es acaso el núcleo de los versos que Curiá decidió entregar a la imprenta, retomar un nombre, la implicancia de un destino colectivo y desplegarlo para su interpelación. ¿Cuánto dura un nombre? ¿Cuánto mide una hectárea? ¿A cuánto y desde cuándo? ¿Qué palabras van en bastardilla en un texto? El poema que concluye el libro emplea la palabra tenaz, la palabra hilo y la palabra historia: hilo tenaz de la historia; y viene a evocarnos la vida secreta de esas y tantas otras palabras, los sellos y las clasificaciones y las convulsiones internas que continúan en un territorio todavía en pugna. Borges observaba que, si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaba la ausencia de camellos para probar que es árabe: eran parte de la realidad, no había por qué distinguirlos; la palabra amor fue impresa una sola vez en el presente libro. 


III



Piensa don Juan Manuel

ahijar lo agreste
domar lo zaino

ejercerá
la potestad de su dominio
en la belleza indócil

él
sabe la forma
en que florece
el amor
en la ilusión del siervo

es patrón de la pampa

no hay límite
que no pueda atravesar

ha decidido
el hijo de Painé
será cristiano

él
elegirá su nombre
le dará su apellido

un Zorro Cazador de Pumas
tan manso
como sus perros de estancia



Desnuda tregua efímera



I


Se acerca el coronel
a visitar al cacique

Mariano lo sabe
no hay inocencia
tan solo la cuerda
de un frágil equilibrio
que ya no puede soportar el ritmo
al que truenan las balas

Su cosecha será
una brizna de tiempo.



II


Mariano Rosas
Lucio Victorio Mansilla
ahijado y sobrino del Restaurador

una memoria los une
ganadería y estancia

otra es memoria de lo adverso
pampa familiar e incierta
del malón y el fortín
el paisaje
uno y distinto
no reconoce límites

así
se miden
en cautela y estrategia

el verbo justo
la evocación
y el silencio

puro espacio
                       entre ciudad y toldería
espinal y pasto

componen
la literatura de un encuentro
desnuda tregua efímera

ambos
intuyen
lo aciago del futuro
el huinca
                          escribirá

Una excursión a los indios ranqueles





Acerca de ALBERTO CISNERO (1975, La Matanza, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Publicó: El límite de la materia (Ruinas Circulares, 2012- Barnacle, 2015), Tagsales (Encausto, 2013- Insaciables, 2021),
Adiós y hasta pronto (Dio Fetente, 2013), El movimiento obrero granizado (Barnacle, 2014, 2019), Robé un auto para trasladarme a las soledades vivientes (Barnacle, 2015), Drugstore (Barnacle, 2015), Ajab (Barnacle, 2016), Oquei, gracias (Barnacle, 2017), Las casas (Barnacle, 2018), Forma parte de mi guerra (Barnacle, 2019), Akata mikuy (Barnacle, 2020), Media hora con el autor (Barnacle, 2021), Los dados de la muerte (Barnacle, 2021), Mi recherche (Barnacle, 2022) y La sustancia en infracción (Barnacle, 2022). 

Acerca de GERARDO CURIÁ (1968, San Pedro, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Publicó: Sol, iris, sueño (poesía), edición de autor, Buenos Aires, 1990; Crónicas de San Acustio (relatos), edición de autor, San Pedro, 2002; Quebrado Azul (poesía), Ediciones Patagonia, Buenos Aires, 2004; Serie los suicidas (poesía), edición de autor, Buenos Aires, 2005; Caldén (poesía), Ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2008, reeditado en 2015 por La Mariposa y la Iguana; Música del Límite (poesía), El Suri Porfiado, Buenos Aires, 2010, distinguido en el Concurso Nacional Macedonio Fernández; El damero de los sueños (poesía), La Mariposa y la Iguana, Buenos Aires, 2015; Pescador (poesía), La Mariposa y la Iguana, Buenos Aires, 2016; Zorro cazador de pumas (poesía) en Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2022.

La sed del infinito mordido por Pablo Ananía

Acerca de “La fuga del infinito mordido” de Susana Cella (Barnacle, 2021)     

    

¿Es posible escribir en estos tiempos difíciles sobre azucenas marchitas y narcisos sin ceder a ninguna tentación lírica romántica? Sólo si existe la firme decisión de alcanzar un punto álgido en el que confluyan el raro privilegio de la reflexión nietzscheana y una poética expresionista, carne ausente, cráneos o mandíbulas falsas, jirones de nylon en osamentas secas. 

¿Qué se propone esta mujer con su decir reactivo, en instantes hostil, por momentos con humor, más de una vez con ira? ¿Qué loca presunción le permite concebir la realidad sólo como lo que aparenta ser, apenas restos, lo que queda de cosas o de seres, fragmentos de un arbor textualis intenso, profundo, matorrales que encierran, asfixian, y de golpe se iluminan con un pensamiento incendiario que hace estallar con fuerza la pasión ardiente del poema? 

Es evidente en Cella su inclinación por una estética que se va y vuelve del barroco al expresionismo, arte el primero que recrea con un saber del Cinquecento, pero que hoy es lengua de ruptura, estética que le permite diseminar figuras corrosivas entre endebles ramitas, tallos raquíticos con el puño apretado, sangrientas mordidas con fugas rantifusas, palabras reas corroyendo el infinito, dando dentelladas para tratar de encontrarle un sentido a la existencia.  

Pero no hacerse ilusiones: nada propone. ¿Describe? No, tampoco. No trata de persuadir ni entretener ni contar ni su musicalidad surge en razón de una especie de felicidad. No. Sustrae. Quita el aliento. Vacía. Y vaya si juzga: condena, deshabita. Juega en juerga verbal. Juega de manos como las niñas con fuego, con la piel erizada y su esqueleto de falsa hembra de tiburón. 

¿Todo eso la define? En absoluto. Hay más y más en cada fragmento, rajaduras mentales, goznes del cuerpo oxidados. ¿Y ella? ¿Es como de pronto se insinúa, fría y distante, o puro fuego viviente? Le apasiona la ambigüedad, es visible. Y el equívoco, la paradoja. Distrae, engaña, se aferra a sus imperfecciones, te hostiga, te cuestiona, te somete a un constante deslizamiento de los significados. ¿Con qué objeto? Acostillarte al piso, quemarte en pozos de cal viva. Es por eso el suyo un libro extraordinario. Complejo, barroco, sí. Pero sin ninguna referencia a lo divino, natural o artificioso. Sólo poemas que escudriñan el horror de una cuerda fina de arpa que es a la vez alambre de atar carne en un campo de exterminio. El desconsuelo y el sarcasmo de un Benn al que ciertamente supera y la inmensa sutileza de las cosas terrenas, la belleza desasida de toda humanidad. 
No es este en realidad un comentario al que se le deba adjudicar autoría: se lo ha construido sin comillas pero con fragmentos de los poemas de Susana Cella, porque sólo así se puede transmitir la conmovedora, bruta experiencia que suscita la lectura de este libro, que llevará sin duda a cualquier sujeto pensante a un solipsismo cartesiano de difícil salida. Porque como ella juzga y dictamina: del otro lado, al atravesar la puerta, nada te aguarda, solamente agua reptando mal parida.


Acerca de Pablo Ananía

Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina.
Es ensayista, poeta y periodista. 
Residió en México, Costa Rica y España. Vive en Buenos Aires, Argentina, y trabaja, vía internet, para medios y profesionales de México, Costa Rica, España Venezuela y Colombia.
Publicó, entre otros: Diccionario inmoral de los argentinos (Ed. Vergara, Buenos Aires, 2005), Hemos construido este país desde el principio al fin equivocados (Editorial Ambigua Selva, Buenos Aires, 1999),  Más milagro que muerte (Editorial Ambigua Selva, Buenos Aires, 1994), Pensar sin pensar (Editorial Ambigua Selva, Buenos Aires, 1992), La comedia continua (Editorial Ambigua Selva, Buenos Aires, 1989), Ciudad Irreal (Editorial Ambigua Selva, Buenos Aires, 1987), Tipos, observaciones (Editorial Ambigua Selva, Buenos Aires, 1981) y Tontas preocupaciones (Editorial Vos, Buenos Aires, 1963).

Acerca de Susana Cella (Buenos Aires, 1954)
 

Autora de los libros de poemas Entrevero (Sigamos Enamoradas, 2008) ,Tirante (Paradiso, 2001), Río de la Plata (La Bohemia, 2001), Eclipse (Zorra Poesía, 2005), De Amor (dientes, paredes arrugadas) (Zorra Poesía, 2006) El fondo (Barnacle, 2017) y La fuga del infinito mordido (Barnacle, 2021); las novelas El Inglés (Paradiso, 2000) y Presagio (Santiago Arcos, 2007), el ensayo El saber poético (Fac. de Filosofía y Letras UBA/ Nueva Generación, 2003), entre otros.
 
Publicó poemas y ensayos en revistas, capítulos de libros, antologías o ediciones en Argentina, Chile, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, México y Uruguay. Traduce literatura en lengua inglesa. Fue becaria de la Universidad de Buenos Aires (1990-1998), y obtuvo la beca de ILE (Ireland Literature Exchange), Dublín, 2007.

Colabora en revistas y periódicos. Es doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde trabaja como profesora e investigadora.
Coordina el Espacio Literatura y sociedad del Centro Cultural de la Cooperación.


Dos libros de Catalina Boccardo

 

COSMOGONÍAS

 

TERRITORIOS * 

Escribir sobre el cuerpo muerto del amo, del significante amo, de los significantes que entumecen la vida y la ponen en riesgo: eso exige una vitalidad sin contaminación sexual. No he dicho genital porque de eso se trata. Escribir el delirio de una Machi y la precognición de una Pacha. Una escritura que acontezca sin verbos como un haiku. Un /a cyborg deseante y los genitales plurilingües de ese /a cyborg pero hablados en lenguas originarias. Una guerra florida y una palabra-cuerpo erótica del más alto y sensual y carnal vuelo. Una puesta en acto de la Materia tal como Dios, acaso, la concibió (y Suyo fue y d'Él, Ella. Y separados por místico CANTO). 

Estoy intentando pronunciar "Territorios", de Catalina Boccardo, del que Daniel Battilana escribió "Este no será un territorio para entrar, no, es uno para recibir; a los cuerpos no se entra ni se sale". Un cuerpo viviente y vivo esta escritura. Recorrido en sus des-bordes por las manos de un niño. 

 

 

FORMOSA ** 

 

Es el libro segundo, vinculado en su linaje a "Territorios". Escrito por una Catalina Segunda, lectora atenta de la originaria, Catalina Primera, mantis y quetzacoatl. Nadie que yo haya leído ha producido una obra así. Acaso la escritura oral de los pueblos originarios. Tal vez esas lenguas comarcales, algunas ya perdidas. Creo que Catalina ha dado con un registro no explorado en la poesía escrita por mujeres. Registro como integridad rítmica, auditiva, semántica: registro como lengua Habría que permitirse decir que Boccardo ha dado a luz una célula madre de ave o vaca alada o cyborg de espesura.   

Alicia Silva Rey. 

 

*Territorios (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2012). 

** Formosa (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, El Suri Porfiado Ediciones, 2015). 

María Belén Aguirre, paródica



Una lectura de SIAMESAS de María Belén Aguirre / Premio Nacional 2020 del Fondo Nacional de las Artes.  Género: Poesía de Terror

El poder de una obra consiste en haber trasvestido los postulados de aquello que la propició 

En el espejo de cristal de alunita que yace sumergido en matorrales a la vera de una higuera fantasma, anoche pude advertir un llamado doble y doblemente desdoblado. Discurrían en ese aljibe ancestral lecturas incontables. Las páginas eran giradas por un pedernal sostenido por sonrisas, risotadas y gemidos.   

Las citas, las elusiones, las argucias. La hipoautobiografía, la deformidad dispendiosa. Los nombres de los autores de dichas citas que iban de brevísimas a extensas, colisionaban sacándose chispas en la luna mordaz del espejo. 


"He sumergido en formol 

el feto de este poema 

Un ejemplar 

inusual destinado 

a ser visto 

con los ojos cerrados". 


La cita excluyente, ahora se sabe, no era sino con la muerte. Mejor lee quien sabe morir mejor. No hay documento que pueda eludirla. No hay amor que logre parangonársele. No hay terror que no pueda ser parodiado ni acepte en su decurso que hay mucha más tela para cortar: 


"Hermana 

basta. 

Hermana 

la muerte debe continuar". 

 

JUGUETE RABIOSO


Un concurso, el del del FNA 2020, determinó unas reglas del juego ante las que parecían postularse al menos tres alternativas: rehuirlas, acatarlas, cuestionarlas. 

Lo que al menos a mí, como lectora de las bases del concurso de marras no se me ocurrió, es que había una cuarta alternativa: asumirlas y cambiarles el signo. Y eso es, en sí mismo, paródico. Parodia que de tan fresca, inopinada y reluciente, convenciera que se estaba en presencia de la creatura convocada.  

Las citas prestigiosas y los celebérrimos sustantivos, a muches empaparán de gozo entre las páginas de "SIAMESAS, una poesía de terror". 


EL TERROR GENÉRICO ENJAULADO


SIAMESAS es un artefacto  textual que no se corresponde sino con otro artefacto textual superpuesto a sí mismo en sucesivas transparencias y transfusiones puesto que el otro es el mismo , se dice también en sus páginas:

 

"los gemelos siameses de Diane Arbus 

en una carpa de carnaval 

en Nueva Jersey)".  


Es, podría agregarse, una larga bufanda tejida por una madre que se cree otra (como aludiendo "sin querer", a un género textual que se creía otro).  

Es, podría leerse, un columpio periférico de retazos y restos culturales, basura atmosférica, horror planetario ante su devenir  cadáver. 

Yendo de irrisión en irrisión se parodia. 


"(Entonces pensé en Kaspar 

en el cuerpo culturizado 

de aquella bestezuela 

inofensiva. 

Entonces pensé en Hauser 

en la extravagancia 

de algunas mascotas. 

Y reconocí 

por su nombre y apellido 

completo a un semejante)". 

 

UNA VUELTA DE TUERCA


El salto mortal que María Belén Aguirre dio con SIAMESAS, fue ir corriendo los límites y las limitaciones conceptuales (el TERROR como "género"), hasta el reducto no habitualmente frecuentado por la literatura, de la mismísima irrisión.  


"Madre lee en voz alta 

el libro de Génesis 

'Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Dónde 

está tu hermano Abel? Y él respondió: "No sé. 

¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? ' 

Luego 

cerró de golpe 

la Biblia 

y exclamó: 

Y colorín colorado 

este cuento se ha terminado".  


Con fervor recomiendo SIAMESAS, de MB Aguirre, que ya cuenta con traducciones al ruso de Павел Алешин Pavel Aleshin.
Otras obras de María Belén Aguirre han sido traducidas al alemán, francés, italiano, portugués y hebreo.


Alicia Silva Rey

Imagen en La primera vértebra

Próxima entrega: Recopilación de poemas de James Wright y otros poemas de "No se quebrará la rama"



Reseña de Carlos Alcorta en su blog 

Paradójicamente, llegué antes a la poesía de Franz Wright (Viena, 1953) —algo que no deja de ser más que una anécdota— que a la de su padre, James Wright. La circunstancia que  propició este desorden cronológico fue un viaje, y las casualidades que derivan de esa alteración de la rutina que suponen los preparativos. El caso es que nos encontrábamos de vacaciones en Boston y decidimos visitar Martha’s Vineyard, en el condado de Dukes, relativamente cercano, unos días más tarde.

En ese intervalo, rebuscando en la sección de poesía de una librería en el distrito universitario de Harvard cayó en mis manos el libro Walking to Martha’s Vineyard (Alfred A. Knopf, 2003), que leí como si fuera una especie de guía turística emocional, antes de emprender dicho viaje, y también durante los días que pasamos en la isla, aunque el título —algo que ya sabía: estaba leyendo un libro de poemas—, resultaba engañoso, porque los poemas sólo tangencialmente se enredaban en una descripción geográfica y, cuando lo hacían, era a través de las reflexiones que suscitadas por un lugar indeterminado, imposible de localizar, como en el poema «One heart», en cuyos primeros versos el poeta escribe: « It is late afternoon and I have just returned from/ the longer versión of my walk nobody knows/ about».

Gracias a la información suplementaria que pude recabar sobre el autor posteriormente, me enteré de que era hijo del también poeta James Wright y me llamó la atención que ambos, padre e hijo hubieran sido agraciados con el Premio Pulitzer de Poesía, algo que jamás había sucedido hasta la fecha, James por su libro Colección de Poemas (1972) y Franz por el libro arriba mencionando, en 2003. No es este el lugar para rastrear las posibles influencias paterno-filiales que se pueden encontrarse en las respectivas obras, pero sí podemos intuir que el temprano fallecimiento de James Wright nos ha privado de que esa posibilidad se consolidara; aún así, cuando uno lee versos como estos: «The only animal that commits suicide/ went for a walk in the park» pertenecientes al último poema del libro de Frank, no puede dejar de relacionarlos con algunos como estos que escribió James: «un hombre, solo,/ da traspiés sobre los cerrojos externos de una tumba…» o «los huesos tristes de mis manos descienden a un valle/ de extrañas rocas» en No se quebrará la rama.

James Wright nació en Ohio en 1927 y falleció en Nueva York en 1n 1980. No se quebrará la rama fue su tercer libro, publicado en 1963 y supone en su trayectoria un punto de inflexión con respecto de su obra anterior (compuesta por los libros The Green Wall en 1957 y Saint Judas, en 1959) e incluso de los libros que escribiría a partir de entonces, es decir, rompe ese sentido de continuidad —para algunos poetas esterilizante, por eso buscan la ruptura— que sustenta una obra a lo largo del tiempo. Parece que en el quinquenio que va desde 1958 hasta 1963, su participación en el movimiento que se dio en llamar  la «Imaginación emotiva», experimenta un cambio, eso sí, efímero, que se refleja en los poemas del libro que comentamos. Este movimiento pretendía, según documenta Ivonne Guillon Barrett, «restituir emoción a su poesía utilizando variadas técnicas líricas centradas en la imagen. Con ello proponían la transformación de simples temas líricos en profundas emociones instantáneas». Curiosamente, para alcanzar este propósito los componentes de este «movimiento» —junto a Wright, lo formaron Robert Bly, William Duffy y los neoyorquinos Robert Kelly y Jerome Rothenberg— no indagaron en su propia tradición, todo lo contrario, se propusieron buscar las fuentes fuera de los límites de su lengua materna y, para ello, se embarcaron en la investigación y la traducción de poesía extranjera, «especialmente la hispánica del siglo XX, por ser la que mayormente exploraba nuevas formas de asociación en el contenido emotivo de las imágenes del inconsciente». Wright tradujo a Vallejo, Neruda o Juan Ramón Jiménez, de éste en concreto poemas de Eternidades Diario de un poeta recién casado y la influencia que la intensa lectura del texto original exige la traducción, se deja sentir, según la investigadora, en la elaboración de los poemas de No se quebrará la rama, libro en el que abandona la métrica tradicional y el formalismo académico para decantarse por el verso libre —siguiendo así las directrices  de Charles Olson y su Projective verse— en el que la asociación aleatoria de imágenes organiza las relaciones entre pensamiento y emoción, algo en lo que tuvieron que ver también las traducciones del poeta expresionista austriaco George Tralk (algunas de ellas en colaboración con Robert Bly). Una de las primeras cosas que percibimos al leer a Wright es la importancia que concede a la naturaleza, una naturaleza salvaje en la que abundan aves —halcones, lechuzas, murciélagos— y mamíferos como los antílopes, los castores o los búfalos, pero también domesticada, hecha paisaje, la que alberga palomas, conejos o  caballos. La vegetación también ocupa un lugar importante en la puesta en escena del poema. Árboles como el saúco, el arce, «algarrobos y álamos» que «se convierten en mujeres solteras,/ que separan la pizarra de la antracita/ entre las travesías de la vía» menudean en los versos. En cualquier caso, el escenario que describe en los poemas a través de potentes imágenes, como por ejemplo: «A mi derecha,/ en un prado con sol entre dos pinos,/ los excrementos de los caballos del año pasado/ brillan hasta hacerse piedras doradas» o «Los bloques de piedra arenisca de una fuente/ enfrían un musgo verde oscuro» no es paradisíaco. Wright no posee una idea bucólica de la naturaleza, a pesar de sentirse identificado de manera consciente con ella y de experimentar algo parecido a un renacimiento al redescubrirla (en la infancia seguramente la percibió como una extensión de su propio yo y quizá por esa razón no reparó en esa fusión de esplendor y fragilidad que la constituye), porque sabe que la crueldad, una crueldad instintiva, engendrada en la lucha por la supervivencia es lo que alienta su evolución. «Los corazones de los hombres son crueles», escribe en el segundo de los poemas dedicados al presidente Harding, de quien afirma que «Hasta su pretenciosa sepultura/ lo deja con el culo al aire del ridículo». Wright no elude el compromiso político —un claro ejemplo son los poemas titulados «Einsehower visita a Franco, 1959» o «En recuerdo de un poeta español», dedicado a Miguel Hernández— o las exigencias de orden moral. Ataca las desigualdades de una sociedad como la americana y expone a los lectores la situación de los obreros metalúrgicos o de los mineros polacos, de niños desheredados que se ahogan «en las aguas negras/ de barrios periféricos», de ancianos  y mendigos que recuentan «su colección de chapas/ en una choza de cartón alquitranado bajo los árboles fríos/ de mi tumba».
Los poemas están construidos con poderosos saltos imaginativos, con un minucioso trenzado de imágenes que rehúyen la abstracción, aunque no puedan evitar que nos sintamos arrastrados a reelaborarlas en nuestra memoria, en nuestro pensamiento. Al fin y al cabo, el mundo real es un compendio de experiencias vividas y peripecias evocadas a través de la imaginación o el sueño. No son poemas de ideas, sino de intuiciones, para lo que utiliza un lenguaje sin ornamentos, acaso el más adecuado para abordar  la experiencia cotidiana. Afirma Steiner en La poesía del pensamiento, que «Tenemos la tentación de decir que donde la poesía es más ella misma…es donde su inclinación hacia lo hermético es más poderosa», pero libros comoNo se quebrará la rama, demuestran que se puede alcanzar la esencia de la poesía más alta desde unos presupuestos expresivos más universales, desde una dicción sin vacuas pretensiones trascendentales, desde una sintaxis sin malabarismos estructurales, desde esa cadencia pausada que toda conversación con uno mismo lleva aparejada. Sin embargo, conviene no caer el error de asociar la sencillez de los poemas con la ausencia de misterio. Eso implicaría quedarse en la superficie de estos poemas. Bajo la sobriedad formal y la aparente calma —en la que no es fácil apreciar en primera instancia dilema moral alguno—  o la descripción más o menos objetivista de la anécdota , debemos percibir un cardinal análisis de la condición humana, una honda preocupación metafísica. El poeta, como hombre que es,  mantiene una intensa lucha por conciliar su estado emocional, sus propias circunstancias vitales con el decurso lógico de los acontecimientos. La razón y el corazón, al menos en poesía, raras veces caminan juntos y de esta controversia, de esta particular manera de asediar la realidad que ejerce el poeta, nace el poema.
Imagen: www.ohioana.authors.org

Materna, de Ignacio Uranga

"Materna” es el nuevo libro de Ignacio Uranga, uno de los escritores jóvenes más promisorios de Argentina. El autor explica que su libro es un duelo ya que nace, paradójicamente, con la muerte de la madre.

Para Uranga “la muerte de un ser tan próximo a uno conlleva muertes simultáneas, genera una reconfiguración de “lo real”, de eso que te rodea y se torna extremadamente extraño”. El libro es un duelo en ese sentido, pero es también un duelo de lenguaje. Dentro de esas cosas que entran en extrema extrañeza el autor pensó en la lengua materna que le fue dada desde la infancia, en “el lenguaje como marca maternal para siempre”. Esta impresión se ve expresada claramente en uno de los poemas: “voy del betiko al für immer, del pra sempre al oblio: / exmaternado exilio ahora de esta lengua que me habita”.

El libro es una compilación de 63 poemas. En todos ellos hay una presencia fuerte de la muerte que aparece nombrada como “apagón” o “apague”. También  habla reiteradamente de lo “incontrastable”. Aquí Uranga se remite a Freud cuando éste se refirió a la partida definitiva de un ser amado como “intransferible e incontrastable”.

El final de los poemas en “Materna” se hace esperar, pues para este poeta es en los versos largos donde más se puede trabajar la estructura rítmica.

El prólogo, del reconocido poeta Juan Gelman, revela su admiración al joven escritor. “Este es un libro de amor, lleno de hallazgos veloces que sólo un poeta excepcional puede encontrar. Amor a la madre fallecida, sí, amor a una mujer perdida, sí, pero ante todo amor a la palabra…Uranga inaugura un camino inédito en la poesía de nuestro tiempo, bebe de poetas griegos y romanos de la antigüedad y les da un significado otro”.

  Ignacio Uranga  es también autor de los libros “El ella real”, obra seleccionada en la Convocatoria Nacional Ediciones en Danza 2012 y “Ramalaje”. Varios de sus poemas han sido publicados en reconocidas revistas literarias como Nayagua y Sibila.

Materna, colección Tristán Lecoq, 2013

Enlaces:  http://elpoetaocasional.blogspot.com.ar/search/label/Ignacio%20Uranga
Fuente: www.cronicajalisco.com

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