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Poemas inéditos de Raquel Jaduszliwer

Raquel Jaduszliwer


ARTE POÉTICA     



No importa. Tus oraciones de la noche, temprano en la mañana siguiente 
habrán sido molidas. Allá estará el mortero. Allá estarán tus restos, 
molida la orla de tu anhelo, 
en fragmentos lo que balbuceabas en la oscuridad 
 -la mirada en lo alto, dirigida más allá de los techos, perforando la bóveda, 
alcanzando el caudal del que quisieras formar parte-. Después 
vendrá la tarde, habrás hecho bastante, te ganarás el día,
te ganarás tal vez mirar hacia el torrente sanguíneo del crepúsculo
y otra vez, por la noche, elevarás tus oraciones.



Te escribo con los ojos cerrados.
No ha comenzado aún la creación del mundo,
aún no es día primero. El recuerdo es anticipación,
se adelanta a los dioses demorados que después vendrán.
No hay aquí. No hay allá. Nada hay organizado aún,
antes del comienzo de algún día primero. Se diría tal vez
que son las vísperas.  Hay una rara calma.
Es como una rama que ya se quebró y que, sin embargo
respira todavía el aire fresco.
Como una bailarina en el vacío, así se está.



Finales de la noche. Iluminada en velas,
la ciudad sueña con un destino incierto. 
Desde alguna ventana se ve una luz pequeña. Desde otra
ha llegado una música. Quizás no sea de aquí,
tal vez viene de lejos, de alguna aldea perdida,
absorta en la memoria que yace bajo una piedra única
entre todas las piedras,
enterrada tal vez bajo la sombra profunda de los bosques
o las alas oscuras de algún pájaro -Los pájaros,
flechas envenenadas
cruzando en diagonal el cielo, veloces, como en ráfagas. 



Aingresa el día, por el ojo que recibe la primera figura
a la que le abre su puerta. A esa primera línea,
a ese dibujo extraído de la noche en que estaba
el ojo se quedará prendado, se quedará prendido como el recién nacido
al pecho del maná. Ah las formas tempranas cuando todo está abierto.
La mañana promete: otro trazo, otro raso, la seda que envuelve de color
lo que antes no había. Porque todo era ausencia de luz y resumía
todas las ausencias de la que fuiste hecho, gorrión,
alto gorrión en vuelo, pájaro de esperanza.


Otros poemas de RAQUEL JADUSZLIWERaquí
Extraído del prólogo de Todos los lugares se llamaban promesa (Ed. Ruinas Circulares, 2023. Premio Rubén Reches)

“…Este trabajo, el de Raquel, su esfuerzo, su capacidad de provocar sucesivas imágenes resplandecientes, está al servicio de una paradoja: un ocaso que mengua, es decir, que se enciende, que vuelve a encontrar la energía. Del color melancólico pasa al rojo para hacerse luminoso como aquel mediodía justo, preciso y clásico, y por eso mismo inabarcable, del poeta Valéry. Diría yo que lo que hace Raquel -más que decir- es un trabajo para transformar el adiós, las despedidas, los fines y las clausuras, el daño irremediable de la edad. Volver fugazmente comprensible lo que nos da fuerza: la sensación de que somos la parte pensante del universo inmortal. Nuestra palabra es el ángel de la guarda de esa presencia nuestra”.

                                                                                                                                            Jorge Aulicino

Extraído de la contratapa de Ángel de la enunciación (Ed Barnacle, 2020)

“…En un lenguaje poético demoledor, como una lengua-tiempo que enuncia en todas sus instancias, se tantea en cenizas y se recuenta todo cuanto ésta acumula: muebles, árboles, seres, espacio y tiempo, hasta articular la memoria recuperada del fuego. Así una voz desde el futuro revela el pasado de nuestro presente pues, si la enunciación es lo-que-ya-no-es, Raquel Jaduszliwer en este libro dice lo-que-deja-de-ser-y-otra-vez-sucede-al-ser-dicho.

“la voz; me guardaría la voz/ para plegaria y canto (…) / eterna como no lo será nada de lo que lamenta.” Y, porque Rilke ya dijo “Todo ángel es terrible”, también se nos muestra la medida absoluta de la belleza, su esplendor y su desolación.

                                                                                                                                         Jotaele Andrade 

Acerca de Ángel de la enunciación (Ed Barnacle, 2020):

“…El libro de Raquel Jaduszliwer es un recorrido por aquellas zonas y círculos secretos que recuperan la voz del ángel, el que sobrevive. El mensajero que alumbra y crea sombras. Pero también es una reflexión sobre cada una de las palabras que se dispone sobre el papel, sobre cada sentido que las cosas oscurecen y olvidan. Hay una historia detrás de cada poema que resguarda el valor de la memoria y del fragmento y que busca una palabra que pueda sorprender. Una historia que nos devuelven esos “animales fabulosos” que lejos de tener o ser una palabra nos invaden como señales de una poesía en lo deshabitado y en lo nuevo.

Ángel de la enunciación es un libro donde se recrean los mitos, las herencias en un teatro de sombras y en la sombra; que limita cada imagen con el sonido impreciso del mar y del murmullo. Un libro para imaginar durante la noche”.
                                                                                                                     Reseñado por Lucas Margarit

Extraído del prólogo de En el bosque (Ed. Modesto Rimba, 2018)

…Una voz es un paso de gracia entre palabras avanzando. La voz agita el follaje y sube como un tallo desde la luz diezmada hacia la luz implacable del desierto que comienza más allá del bosque. No hay amparo para la voz que emiten estos poemas escritos con la delicadeza de una ofrenda horadada por la ferocidad del mundo. Hay una línea que condensa en mi memoria de lectora el aroma de este libro: así será tu alba/ sombra creciente pequeña luz en los peligros del follaje.

                                                                                                                                    Dolores Etchecopar


Raquel Jaduszliwer: Apartada del fuego


HAY una hora en que las cosas encuentran su apego por el aire,  
se orientan a lo menos pesado 
porque las mueve un deseo más vasto aún que el de volar. 
Eso quiere decir 
que será suspendida toda afirmación, toda constancia, 
y tendrá su vaivén ritual la permanencia. O quién sabe mejor 
se tratará de un viaje, un recorrido 
bajo el sol más profundo que hace nido en la noche 
y aguarda la mañana. 



HA pasado el ángel de la siega,
había filo en el pliegue de su ala,
no descanse tu mente, esté despierta,
centinela constante, que haga guardia,
que vigile la forma del acero
que se ensaña azaroso
sobre un atribulado corazón.



ME hablabas de la bruma. Se esparcía,
dijiste, un poco más allá —ese vidrio
la había vuelto intangible, 
apartada del fuego en el hogar.

Hermanada a la nieve,
la bruma dibujaba los momentos
más perdidos del bosque.

Transcurre en el invierno, dijiste.
Aquí, en cambio
es la estación de las postrimerías. 

Acá es melancolía, dijiste:
esa caída violeta en las ramas desnudas,
en las nubes cargadas del atardecer.

También aquí es melancolía, le respondo.
La vida suspendida,
el afuera remoto y el adentro,
ese nido irreal de las últimas cosas.



MUCHO habrá que esperar hasta que la cabeza gire
para mirar atrás. Verla girar cuando mira hacia atrás,
hacia lo que dejó. Por un solo momento
la cabeza es un trompo, un giroscopio,
remate provisorio para ese torso arduo,
esa existencia en riesgo —el corazón adentro,
las escamas por fuera,
intentos fragmentarios de la respiración.
Ahora,
desnudo ya de toda desnudez, 
las algas con las que se cubría ya han caído,
lo que fue de ese cuerpo va desnudo,
volcado y sin su traje. Sigue viaje. 
Su tendencia lo arrastra a la orilla perdida.



De: "Los diagramas radiantes", Barnacle, 2022
Otros poemas de RAQUEL JADUSZWILERaquí
Imagen en Otra Iglesia es Imposible

Seis poemas de Raquel Jaduszliwer

El árbol de las especies



BUSQUÉ en las altas copas. 
Muy bien podría ser un pájaro, no cualquiera de ellos 
sino ese, el que resume ausencia entre sus alas
ese que existe grave y hacia adentro
breve como un paréntesis de pájaro
fijado a su momento pesado de quietud.
Algo quería decirle. Busqué en las altas copas
tan arriba busqué, arriba lo busqué hasta un extremo
exacerbado por el anhelo impenitente de ascensión.
Sí, busqué al pájaro inmóvil
ese que dicen que vive atravesado por un clavo de luz
y que derrama un inflamado azul de sus heridas
savia viva que cae
agitada en un viento que lo precede todo
y en un viento que a todo
lo sucederá.



HE aquí la incumplida capacidad de vuelo
en esa hormiga que anda por lo abrupto.

Cómo saber que piensa cuando mira hacia abajo
al trabajoso desnivel, a los terrones 
a todo sobresalto.

O hacia adelante, al frente
al horizonte tenso para su día lineal.

Cómo no suponerle un cielo desplomado
un desmoronamiento desde lo vertical.

Piedad por esos dones que no le fueron dados
los panes y los peces y los lirios del campo
todo lo que no fue pensado para su humanidad.



NO hay mayor resonancia que la que provoca
el ramaje en el viento. Arranca desde donde se ocultan
tantos seres furtivos, por especie o espíritu
por vocación de fuga. Ves cómo se prolonga el temblor
entre una idea y otra, se aleja hacia las puntas sensitivas,
yemas que soñaron alguna vez un cielo
un poco más profundo, diferente a este otro
que está por desplomarse. Quién sabe de esta forma
se cometa un crimen, un asesinato por aplastamiento.
Mientras tanto hay un brillo, como si se tratara de otro cielo
todavía inocente
sin pecado ni culpa, de los que ya no existen.



AH, el albor
Ah, la blancura unívoca del ejemplar único
de esta especie rarísima que es esparcida y múltiple
prodigiosa marea
apenas flor de un día enterrada hasta el fondo.
Intrépida aventura, flor de un día
pétalo a pétalo la llama se deshoja
hoja por hoja
y la llama se apaga por un solo suspiro
y la llama se apaga sin un solo suspiro. 



POR entonces 
el mundo entero parecía en suspenso
el aire contenía su respiración.

Sortilegios
para que cada parte de lo que todo era
se mantuviera en pie.



POR ejemplo, pienso ahora en la noción de orfandad:
establece que las cosas nacen solitarias
y las lleva a buscarse las unas con las otras.
Así, la nube se junta una por vez con su variante,
el parpadeo ciego con el brillo que lo antecedió,
el fruto con la caída que vendrá. Cuentan que en días dorados
la inconciencia era espléndida, la cabeza inocente en el inicio
era un lirio del campo. Dicen que el tenaz mecanismo
no había entrado todavía en acción,
dicen que recién amanecía
y ya todo se veía resplandeciente.



De: "El árbol de las especies", Barnacle, 2022
Otros poemas de RAQUEL JADUSZLIWERaquí
Imagen en Revista Ruda
Raquel Jaduszliwer (San Fernando, Provincia de Buenos Aires, Argentina)

Es licenciada en psicología y se dedica a la clínica.

Libros publicados en poesía: Los panes y los peces (Bs. As. 2012, Primer Premio Ed. De Los Cuatro Vientos); La noche con su lámpara (Bs. As. 2014, Primer Premio Fundación Victoria Ocampo); Persistencia de lo imposible (Bs. As. 2015 Premio Edición Ed. Ruinas Circulares); Las razones del tiempo (Bs. As. 2018 Ed. Lisboa); En el bosque (Bs. As. 2018, Ed. Modesto Rimba), Ángel de la enunciación (Bs.As., 2020, Barnacle) y El árbol de las especies (Barnacle, 2022).

En narrativa: La venganza del clan de las banderas de acero (novela; Bs. As. 2018 Ed. Modesto Rimba).

Obtuvo la Mención Única del Premio Hydra de ciencia ficción y fantasía, La Habana, 2013. Integró la Antología del cuento fantástico argentino contemporáneo, publicada por el diario Página12.

Raquel Jaduszliwer: Entre los numerosos pliegues de una noche tardía


, era como escuchar voces en la antesala del hospicio
o en el jardín desnudo donde podría haber estado el paraíso
allá donde los árboles prefieren no haber nacido árboles
ni morir como árboles
y todo se ve mal hecho, como de agua enrarecida
mientras tanto
una piedra rodaba con esfuerzo
cargaba los pecados del mundo:
ah, helo aquí, este es el núcleo del dolor atómico
todo el peso rodando sobre la tierra ignota
todo el peso del mundo concentrado en una gota de arena

y así acaba esta historia, se aviene a ser contada
entre los numerosos pliegues
de una noche tardía.



SE oye decir que la mañana es límpida y se llevará la bruma
 y las horas que vendrán serán propicias; ilusionado
a las puertas del día el hablante parte de la idea
de que el tiempo es pródigo
y que la duración tiene la misma extensión que el horizonte
curvado en sus extremidades sobre la tierra plana

de eso se trata el aire de la narración:
el magnetismo de un presente continuo
su ondulación hipnótica
la distracción que puede ser fatal.



DEMASIADO ese hielo donde jamás estuve
me ceñían tus ojos como una venda oscura
y era tanto ese blanco
el viento se perdía como un viajero ciego

ahora
por la planicie de la tarde avanzo
ya sé cuánto de plomo se esconde en el doblez de la mañana
cuánto de inabarcable lo que la noche vuelca en su deceso

sin embargo
quiero pensar en algo incierto

indicios de un tesoro
algo que brille.




POR el declive de la noche
siguiendo sin saberlo la dirección de lo ausentado

de pronto me sorprende el caracol del tiempo, sus desvíos
allá voy al encuentro de la rosa volcada

la verdad es flagrante, como una flor se abre
la rosa está inundada, excedida de abismo.



TOMARÁS un manojo de ceniza
lo arrojarás al aire como un ramo de novia
será tu gesto grávido, tu señal de la cruz

cada gramo de nada que se eleva y se cae
será de tu semilla
simiente dispersada de lo que creías tuyo
y no será de nadie

oscurece
todo aquello descenderá en tu nombre


Raquel Jaduszliwer
De: "Ángel de la enunciación, Barnacle, 2020
Foto de Humberto Meoli

Raquel Jaduszliwer: Hay una luz que avanza, que avanza y se retira


Me decías, siempre está amaneciendo, siempre está atardeciendo
hay una luz que avanza, que avanza y se retira
es que en su doble fondo ¿lo ves? de manera indistinta
es de noche o de día, es abajo o arriba, pero siempre
siempre, en su pliegue recóndito se agolparán los huérfanos.
Todo eso decías, hijo del castigado, padre de la desdicha
todo eso decías, todo eso decías: el esplendor humano
es de dolor y brilla.


Otros poemas de RAQUEL JADUSZLIWERaquí
Enlaces: Otra iglesia es imposible

Raquel Jaduszliwer


PIENSO que de haber dios
elegiría el bosque como su catedral

el bosque
y en la noche
su volumen sellado, el gran follaje
el peso de los animales

un pájaro asustado elegiría
para dar testimonio.


                                                                                          Levanto mis manos junto a los otros
                                                                                            en la fila para rendirme
                                                                                            Fernando Moledo. Teoremas. Ed. Alción, 2017


MI hijo se había visto en medio de la noche
caminaba con las manos en alto, en fila entre los vencidos

mi hijo me decía:
madre ¿me ves? sigo caminando en la noche más tupida del bosque
voy tras los pasos de tus seres perdidos
directo al corazón de las casas quemándose

entonces yo gritaba
no sigas, no, no sigas
pero mi voz era un graznido

¿qué más podría haber hecho?
yo era un cuervo letal sobrevolando
buscando el aura de las generaciones anteriores
el eslabón perdido
la luz que se diezmó.



MI padre me pregunta
¿seguro que estoy muerto?

me niego a contestarle
busco en el cielo hueco
la guarida del ángel mensajero

que baje él, que baje
que baje el mensajero
que dicte su proclama
heraldo pálido de la oscuridad.



EN algo la ciudad me recuerda las viejas madrigueras del bosque
esa misma manera de agolparnos así los animales cuando viene la lluvia
y de darnos calor
por todo lo que nos quitamos

con eso nos quedamos
con la memoria de la proximidad mientras la sombra avanza.


Raquel Jaduszwiler, poeta junto a una lámpara
RAQUEL JADUSZLIWER
 (1946, San Fernando, Provincia de Buenos Aires, Argentina)

De: “En
el bosque”. Editorial Modesto Rimba, 2018. 

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