Raquel Jaduszliwer: Entre los numerosos pliegues de una noche tardía
o en el jardín desnudo donde podría haber estado el paraíso
allá donde los árboles prefieren no haber nacido árboles
ni morir como árboles
y todo se ve mal hecho, como de agua enrarecida
mientras tanto
una piedra rodaba con esfuerzo
cargaba los pecados del mundo:
ah, helo aquí, este es el núcleo del dolor atómico
todo el peso rodando sobre la tierra ignota
todo el peso del mundo concentrado en una gota de arena
y así acaba esta historia, se aviene a ser contada
entre los numerosos pliegues
de una noche tardía.
SE oye decir que la mañana es límpida y se llevará la bruma
y las horas que vendrán serán propicias; ilusionado
a las puertas del día el hablante parte de la idea
de que el tiempo es pródigo
y que la duración tiene la misma extensión que el horizonte
curvado en sus extremidades sobre la tierra plana
de eso se trata el aire de la narración:
el magnetismo de un presente continuo
su ondulación hipnótica
la distracción que puede ser fatal.
DEMASIADO ese hielo donde jamás estuve
me ceñían tus ojos como una venda oscura
y era tanto ese blanco
el viento se perdía como un viajero ciego
ahora
por la planicie de la tarde avanzo
ya sé cuánto de plomo se esconde en el doblez de la mañana
cuánto de inabarcable lo que la noche vuelca en su deceso
sin embargo
quiero pensar en algo incierto
indicios de un tesoro
algo que brille.
POR el declive de la noche
siguiendo sin saberlo la dirección de lo ausentado
de pronto me sorprende el caracol del tiempo, sus desvíos
allá voy al encuentro de la rosa volcada
la verdad es flagrante, como una flor se abre
la rosa está inundada, excedida de abismo.
TOMARÁS un manojo de ceniza
lo arrojarás al aire como un ramo de novia
será tu gesto grávido, tu señal de la cruz
cada gramo de nada que se eleva y se cae
será de tu semilla
simiente dispersada de lo que creías tuyo
y no será de nadie
oscurece
todo aquello descenderá en tu nombre
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