Semillas
A Greta Thunberg
La estación de ómnibus, Vilna, a fines de primavera
y, escaleras abajo, en un laberinto de pequeños negocios
entre las bebidas sin alcohol, las máquinas de cigarrillos,
compañías de reparación de teléfonos y valijas rodantes a mitad de precio –
un kiosco con ventana de vidrio, donde se venden semillas.
Semillas y solamente semillas (quien lo hubiera imaginado)
en paquetitos de papel dispuestos sobre un sostén de alambre -
zanahoria, cebolla, lechuga, rúcula, cebollín
y tal vez granada, un brillante despliegue
de plantas y flores que me cuesta reconocer.
El reloj haciendo tictac, mi ómnibus por salir
y aún no puedo convencerme que debo moverme,
por el contrario, estoy parado mirando el mágico suceso:
una joven empleada sentada allí, sola,
perdida en las aguas turbias de su ventanilla,
de súbito, ahora, una figura salida de un mito,
encargada de estar sentada inmóvil, cuando todo el mundo
se encuentra en constante movimiento azaroso, en flujo incesante.
La mente de ella, a tono con modalidades desapercibidas,
los ciclos más largos de un gran viaje,
en tanto que nosotros vamos a toda prisa hacia las puertas de partida,
a través de una tormenta de boletos descartados.
Seed
(for Greta Thunberg)
The bus station, Vilnius, late spring,
and downstairs, in the warren of small shops
among the soft drinks and cigarette machines,
the phone repairs and half-price trolley bag –
a glass-windowed kiosk selling seeds.
Seeds, and only seeds (who would have guessed)
in little paper packets on wire frames –
carrot, onion, lettuce, rocket, chive,
and pomegranate maybe, a bright array
of plants and flowers I struggle to recognise.
The clock ticking, my bus about to leave,
and still I cannot convince myself to move,
but stand there watching magic happening:
the young assistant, sat there all alone,
lost in the troubled waters of her screen,
suddenly now a figure out of myth,
charged with sitting still when all the world
is in constant random motion, incessant flux,
her mind attuned to patterns overlooked,
the longer cycles of a greater journey,
while headlong towards the departure gates we rush
through a leaf-storm of discarded ticket stubs.