Para los invencibles corazones
agua de invierno acero de verano
para las invencibles convulsiones
del amor en la boca del alba
Para los deslumbrados por las bellas palabras
y las grandes mentiras
nosotros
los que erramos en la primera oportunidad
y ardimos en los verdadero y en lo falso
congregados bajo una lluvia sagrada
los ojos obstruidos por la melancolía
y a veces por el sol de otra patria
Para nosotros el cielo transcurre de un día a otro
arrastra un hotel llamado Septiembre
multitudes perdidas en los pasos del lobo
incendios entrevistos desde lo alto de la ciudad
muertes
secretos
y otras manos solícitas
En vano nuestro amor gestionaba un acuerdo
de noche junto al mar de voz sin atenuantes
juntos como cobarde o reyes ateridos de locura
gastando el tiempo
descubriendo el margen de la ley
dándole a nadie el espectáculo de nuestro amor
Así luchamos y así caeremos
exhaustos como las medusas del anochecer
mientras los jóvenes invictos celebran el alcohol
y conmueven la carne
elegantes mujeres de una edad que tuviste
ricas y jóvenes vencedoras y alegres rivales
Ellos acaban de ganar el torneo que nosotros perdimos
y hablan a los gritos y es verano
y pronuncian Paris
y recuerdan la noche de Los Ángeles
Ahora nuestras manos están colmadas por la fiebre
y los kilómetros rendidos a nuestro paso
están otra vez lejos y tal vez para siempre
como las leyes que gobernaron nuestra vida
ese desorden secreto para el que fuimos hechos
como fueron hechos nuestros nombres
en boca de todos y en los ojos de nadie
Bajo las águilas inmensas que devoran mi boca
reclamo tu presencia
tu mirada inmediata
tu cuerpo silencioso construido para residencia de mis dioses
MARIO TREJO (1926 / 2012, Buenos Aires, Argentina)