las 6
Esta es la hora del mate
y de las tortas de entrecasa.
Y esta es tu miel que al despertarte
ponen abejas perfumadas.
Vamos a ver qué nos ocurre
con esta tarde color sandra.
Qué llantitos de nube y qué manera
de correr por la casa.
Cuántas veces te irás por pañoletas
a suburbios de osos y jirafas.
O buscarás un gramo de papel
debajo de la cama.
O al fin te acostarás con diez muñecos
en tu sueño de hadas.
Yo sólo sé que en esta hora me arrinconas
para jugarte el alma.
Y que me vas llevando del pantalón
al dedo de tu cara,
para mostrarme el corazón de los papeles
o el pedacito de migaja.
Esta es la hora linda en que te miro
con los ojos del pájaro a la pájara.
De: "Hortigueral de Almagro", Falbo librero editor, 1965
Roberto Arlt
Para él no fué el ágape, la peña, el capellán,
el afrancesamiento afeminado,
ni el suplemento azul de los domingos,
ni los señores dulce biselados.
Tuvo una cara de color de loco.
Tuvo una flauta de color estaño.
Trepaba a los tranvías,
andaba sin amor, sin pasamano,
filípica en el gesto,
virulencia en la mano.
Loqueó su cara de color de loco.
Tocó su flauta de color estaño.
Pescaba encanallados mercaderes,
blenorrágicos puros, metodistas,
lesbianas, sueños desarticulados,
incorregibles viejas con olor a cama,
incestuosos contentos, parricidas,
burdeles con sabor a llanto.
Blasfemó y escribíó.
Con todo el corazón, todo el cansancio.
Capítulo a capítulo nos describió la piel,
nos mostró gorrioneras de hambre flaca, largos
galpones duros donde el dolor dolía,
buenos aires cayéndose sonámbulo.
Encajonó verdad, refrigeró la muerte.
Fumó el pucho porteño, tomó su trago.
Con su cara de loco se fué un día.
Con su flauta tocó todo el estaño.
Leguisamo
Uno lo vió otra vez y lo vió otra.
Lo silbaban boletos noplacé,
lo festejaban gordos ganadores.
Se enamoró de él disco tras disco,
agazapada gorra, método loco
de entrar con el pulmón a rienda suelta,
físico fácil familiar,
agallas agauchadas agarrando
la vida codo a codo.
Era capaz de hacer ganar nonatos,
parejeros bicochos, sementales.
Capaz de jinetear una merluza,
un hígado, un vaivén, un pararrayos.
Capaz de desafiar a un coronel,
a un tifus, a una tiara.
Uno pensó: paseos, pasadores,
bandera verde, hocico,
volátil esperanza palospobres,
pulso metido y prometido.
Uno supo que en todo buenosaires,
en mesas de café, en liados ayeres,
en desaprovechadas pausas semanales,
se enajenaba el tiempo con su nombre.
Sabe sus modos de acudir al grito:
mono, maestro, tuerto, pulpo, eximio.
Lo sabe hipotecándose la suerte,
metalizando sábados-domingos.
Por eso quiere a leguisamo:
muñeca, pelo en pecho, corazón, látigo, hamaca, vista, refusilo.
De: "Hombres del vino, del álbum y del corazón", Editorial Lautaro, 1962
MARIO JORGE DE LELLIS (1922 / 1967, Buenos Aires, Argentina)
Imagen: serdebuenoayres.blogspot.com
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