Comamos
En los platos
todavía queda un residuo
que se parece a eso
de lo que hablábamos anoche
al amor que mal que mal
va a alcanzarnos nuevamente
cuando menos lo esperemos
después de todo ningún pasado se aferra
con tanta insistencia a nada
y además lo que cautiva
es siempre la misma cosa
como el borracho que vuelve
temprano por la mañana
a querer meter la llave
errada en la cerradura
sabiendo que no es esa
vamos probando y con suerte
entra.
Comamos
estos vasos tuyos
turbios y petisos
son ideales para llenarlos de cerveza
cuando no hay dinero
que despilfarrar en botellas
y más botellas.
Se bebe así despacio
y el porrón se calienta
más rápido de lo debido
en el envase oscuro
que transpira ya el verano
con su promesa renovada
de noches plenas y días fuertes.
Revisemos otra vez
eso que hablábamos anoche:
el porrón que baja lento
el patio perfumado de jazmines
los jejenes abalanzándose
contra la halógena corno kamikazes
la playa que conocimos
juntas ese otro febrero
los limones como soles
en la vereda de enfrente
el olor de la lluvia levantándose entre los canteros
el tapial reverdecido
y ahora sí:
comamos.
La última rama de este árbol se quiebra acá
¿Dónde ubicarme
si no fui
para madre
menuda como
la espadaña
que corta el viento en dos
sin renunciar a la gracia
ni llegué a ser
a ojos de padre
más que el ensayo
infructuoso
de su varón
final?
Algunos
huesos
daneses
la caja torácica
por donde sube el timbre
de una voz grave
a ecuánime distancia
del deseo y lo deseado.
En los platos
todavía queda un residuo
que se parece a eso
de lo que hablábamos anoche
al amor que mal que mal
va a alcanzarnos nuevamente
cuando menos lo esperemos
después de todo ningún pasado se aferra
con tanta insistencia a nada
y además lo que cautiva
es siempre la misma cosa
como el borracho que vuelve
temprano por la mañana
a querer meter la llave
errada en la cerradura
sabiendo que no es esa
vamos probando y con suerte
entra.
Comamos
estos vasos tuyos
turbios y petisos
son ideales para llenarlos de cerveza
cuando no hay dinero
que despilfarrar en botellas
y más botellas.
Se bebe así despacio
y el porrón se calienta
más rápido de lo debido
en el envase oscuro
que transpira ya el verano
con su promesa renovada
de noches plenas y días fuertes.
Revisemos otra vez
eso que hablábamos anoche:
el porrón que baja lento
el patio perfumado de jazmines
los jejenes abalanzándose
contra la halógena corno kamikazes
la playa que conocimos
juntas ese otro febrero
los limones como soles
en la vereda de enfrente
el olor de la lluvia levantándose entre los canteros
el tapial reverdecido
y ahora sí:
comamos.
La última rama de este árbol se quiebra acá
¿Dónde ubicarme
si no fui
para madre
menuda como
la espadaña
que corta el viento en dos
sin renunciar a la gracia
ni llegué a ser
a ojos de padre
más que el ensayo
infructuoso
de su varón
final?
Algunos
huesos
daneses
la caja torácica
por donde sube el timbre
de una voz grave
a ecuánime distancia
del deseo y lo deseado.