Hormigas
este camino viviente
que atraviesa el jardín
viene de un país
que no es el nuestro.
aunque todo el tiempo
atravesamos la superficie del otro reino
desconocemos sus selvas diminutas
el desolado desierto de una baldosa
la efímera catarata de una canilla abierta
los sucesivos abismos que abre una escalera.
abajo y alrededor de nosotros
otro mundo infinito se derrama.
nos inquieta que ese entrevisto dominio
se asemeje tanto a lo que vemos
desde la ventana de un vigésimo piso.
muy lejos y a nuestros pies
otros asesinatos heroísmos y maldades
tienen sus tiempos y ocupan sus lugares
de un modo que juzgamos mecánico:
el sentido de esos días que transcurren distintos
como mucho es un enigma
que enseguida desdeñamos.
su remoto parentesco nos asusta
cuando observamos a un niño
prestarle su atención más entera:
olvidará al crecer las veces
que fijó los ojos en el otro reino
aquel que como el nuestro
comenzó el mismo día.
Nadie sabe dónde estuvimos
toda la tarde llovió
y nadie sabe dónde estuvimos
de ahora en más
me quedaré en tu sombra
viviré el fin de las estaciones cuando
el insecto retorna a su estado de larva
listo para creer que cada uno que anda
por la calle es uno que yo conozco
pero yo me quedaré en mi cuarto
hecho de tu sombra
en una habitación oscura
donde la muerte es una desorientada mensajera
donde entraré en esa pobre tan mínima luz
sea como eso sea