A través de los temperamentos
Unos pinos demasiado sensibles se retuercen
mostrando su conciencia de ser patéticos
mientras cumplen este deber lírico
de expresión del viento, que llega limpio.
Las raíces crujen sordas, y las ramas
exultan de dolor, para proclamar
que es grave que sople el espíritu. El viento,
cuando sale del bosque, va podrido de quejas.
Mala memoria
mostrando su conciencia de ser patéticos
mientras cumplen este deber lírico
de expresión del viento, que llega limpio.
Las raíces crujen sordas, y las ramas
exultan de dolor, para proclamar
que es grave que sople el espíritu. El viento,
cuando sale del bosque, va podrido de quejas.
Mala memoria
La pared era de sillares enormes
y enjalbegada con cal azulada. La cama
(un gran armatoste, arreglado
con tablas de una caja de coñac)
arrimada a la piedra, era un caballo
de toros, que chorreaba las entrañas:
dos colchones de hoja de maíz, gris
el de debajo y rojo el de arriba,
mal cubiertos por la sábana tiznada
de polvo y de betún, pues los zapatos
no se creen que molesten para el amor
de precio más bajo. La muchacha que vendía
dentro de un alvéolo de aquel pueblo gótico
su cuerpo poco formado, rudimentario
como la plebe, muy antigua y muy moderna,
hablaba con acento "chava", cosa triste.
Dice que se llamaba Victoría. Tenía
una foto de su novio y sólo
dos suyas: una a los catorce años,
otra de pasaporte.
No sé qué hacer con ella,
como la barra de lacre que nos viene a los dedos
cuando revolvemos un escritorio viejo,
en la alta noche, miestras de desgarra un gallo.
y enjalbegada con cal azulada. La cama
(un gran armatoste, arreglado
con tablas de una caja de coñac)
arrimada a la piedra, era un caballo
de toros, que chorreaba las entrañas:
dos colchones de hoja de maíz, gris
el de debajo y rojo el de arriba,
mal cubiertos por la sábana tiznada
de polvo y de betún, pues los zapatos
no se creen que molesten para el amor
de precio más bajo. La muchacha que vendía
dentro de un alvéolo de aquel pueblo gótico
su cuerpo poco formado, rudimentario
como la plebe, muy antigua y muy moderna,
hablaba con acento "chava", cosa triste.
Dice que se llamaba Victoría. Tenía
una foto de su novio y sólo
dos suyas: una a los catorce años,
otra de pasaporte.
No sé qué hacer con ella,
como la barra de lacre que nos viene a los dedos
cuando revolvemos un escritorio viejo,
en la alta noche, miestras de desgarra un gallo.
A través dels temperaments
Uns pins massa sensibles es revinclen
deixant sentir com se saben patètics
mentre compleixen aquest deure líric
d'expressió del vent, que arriba net.
Les arrels cruixen sordes, i les branques
exulten de dolor, per proclamar
que és greu que bufi l'esperit. El vent,
quan surt del bosc, va tot podrit de queixes.
deixant sentir com se saben patètics
mentre compleixen aquest deure líric
d'expressió del vent, que arriba net.
Les arrels cruixen sordes, i les branques
exulten de dolor, per proclamar
que és greu que bufi l'esperit. El vent,
quan surt del bosc, va tot podrit de queixes.
Mala memòria
La paret era de carreus enormes
i emblanquinada amb calç blavosa. El llit
(una gran baluerna, reparada
amb llates d’una caixa de conyac)
arrambat a la pedra, era un cavall
de toros, que abocava les entranyes:
dos matalassos de panolla, gris
el de sota i vermell el de damunt,
mal coberts pel llençol emmascarat
de pols i de betum, car les sabates
no es creu que facin nosa per l’amor
de preu més baix. La noia que venia
dins d’un alvèol d’aquell poble gòtic
el seu cos poc format, rudimentari
com la plebs, molt antiga i molt moderna,
parlava amb accent xava, i era trist.
Diu que es deia Victòria. Tenia
una foto del seu promès, i dues
només, de seves: una als catorze anys,
l’altra de passaport.
No sé què fer-ne,
com la barra de lacre que ens ve als dits
quan regirem un escriptori vell,
dins l’alta nit, mentre s’esquerda un gall.
GABRIEL FERRATER (1922, Reus / 1972, San Cugat del Vallés, Cataluña, España)
Traducción: José Ma. Valverde
Traducción: José Ma. Valverde