Nadie salió de casa:
quedaron conversaciones,
recelos,
el amor detrás de la cómoda,
el cuadro
arrepentido de las imágenes.
El ficus continúa
mordiendo la calle,
piedras trastornando
nuestros regresos.
La puerta muda,
las ventanas
ciegas
y la suciedad en el umbral
torturando la
bienvenida.
Nadie salió de casa.
¿De quién es
el plato
con manchas amarillas,
los tres libros
amasados
en un rincón de la sala?
¿Y el zapato,
solo,
boca abajo,
sin desconfiar de nada?
En el hamam
En el baño turco,
tumbado en la losa,
observo el masajista destorciéndome los huesos,
como hacían sus abuelos
a los guerreros
que sobrevivían a las batallas.
En cuanto a mí,
no tengo sangre seca en las uñas,
ni los pies desollados
por las piedras.
tumbado en la losa
solamente miro el cielo que atraviesa la claraboya,
rodeado de toallas tendidas
como banderas
de una
película de Kurosawa.
en el baño turco
soy súbdito de saladino,
viendo desfilar en la sala de los espejos
cinco siglos
del arquitecto
sinan,
en la patria de memed el halcón,
de las féminas circasianas,
del harén del bajá.
en el baño turco,
tumbado en la losa caliente,
divago sobre quien descansó aquí,
cuando nazim hikmet
aguardaba el pan entre las rejas de su celda,
mendigando el sol de cada día,
escribiendo en un poema
que la mitad de su
corazón
estaba allí,
la otra en la china,
acompañando al ejército rojo.
en el baño turco,
tumbado en el mármol,
sin haber ido a la batalla,
ni haber pasado por los caminos
de jenofonte,
pienso que este lugar está
lejos y tan cerca,
y escucho
al mozo al otro lado de la calle
gritando:
¡Vea la
mandioca!
Bate-estacas
La casa ninguém saiu:
restaram conversas,
melindres,
o amor detrás da cômoda,
o quadro
arrependido das imagens.
O fícus continua
a morder a calçada,
pedras a transtornarem
nossos regressos.
A porta muda,
as janelas cegas
e o sujo na soleira
torturando as boas vindas.
Da casa ninguém saiu.
De quem o pratinho
com manchas amarelas,
os três livros amassados
no canto da sala?
E o sapato, sozinho,
de bruços,
sem desconfiar
de nada?
No haman
no banho turco,
deitado sobre a laje,
aguardo o massagista destorcer-me os
ossos,
como faziam seus avós
aos guerreiros
escapados das batalhas.
quanto a mim,
não tenho sangue seco nas unhas,
nem pés esfolados nas pedras.
deitado sobre a laje
apenas olho o céu que atravessa a claraboia,
cercado de toalhas estendidas
como bandeiras
de um
filme de Kurosawa.
no banho turco
sou súdito de saladino,
vendo desfilar na sala dos espelhos
cinco séculos
de sinan o arquiteto,
na pátria de memed o falcão,
das fêmeas circassianas,
do harém do paxá.
no banho turco,
deitado sobre a laje quente,
divago sobre quem aqui descansou,
quando nazim hikmet
aguardava o pão pelas grades da cela,
mendigando o sol de cada dia,
a escrever num poema
que metade de seu coração
estava ali,
a outra na china,
acompanhando o exército vermelho.
no banho turco,
deitado sobre o mármore,
sem ter ido à batalha,
nem passado pelos caminhos
de xenofonte,
penso como aqui é
um longe tão perto,
e escuto
o homenzinho do outro lado da rua
gritando:
Olha a macaxeira!
EVERARDO NOROES (1944, Crato, Brasil)
Traducción: Paul Bolibar
Fuente: Caravansari
Fuente: Caravansari
Enlace: Espacio Luke