Mostrando las entradas para la consulta sergio kisielewsky ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta sergio kisielewsky ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

Sergio Kisielewsky: Nunca te hablé con palabras




III



Nunca te hablé con palabras.
Me decís que vas a tomar ese avión.

Ahora tu voz es un delantal.
Vuelvo a mirarte y asusta
El mundo se quiebra como un plato de sopa.

Damos vueltas, respirás
y dan ganas de ser el aire.

Es la caída del corazón al rocío.

En el reservado del bar te encuentro
Es un armiño con el ruido del tren
que pasa entre nosotros como un fantasma griego

Tenés un duende en el paladar
te subís a la taza, girás, olés al día,
vuelo en tu alcoba y deseo a tu pie
y a la terraza que se llega sin escalera.

No volveré a verte.

Comprás frambuesas en El Bucanero
Sólo un trozo de aire en el Abasto
que gira hacia el mundo de los hoteles
que nada alumbran
Sólo tus hombros adorados por la luz.

El tiempo se dispara como loca marquesina
Silbás a rabiar
y no hay quien lo detenga
No es el Parque Chacabuco
No es Alchurrón  tocando la guitarra en las peñas del 79
No es la tarde donde jugaban con Laura
("Le pedí a Dios  que viniera")
Y algo se movió de cuadro.
Creo que la tarde llegará hasta el mar.

Te veo en la calle de la Agronomía
Veranito a las diez de la noche
Tu corazón es un idioma con arco y flecha

Nada se balance más que tu pie descalzo

Sos un deleite intratable
que ejerce su pasión por las brasas
por el calor de la carne haciéndose

Estoy en la calle esperándote
Es un leve motor que tengo
Volvé te digo, la orilla es tu pie, tus manos que acarician de a cuatro.


Otros poemas de Sergio Kisielewsky, aquí
De: "Nunca te hablé con palabras", Babel Editorial, 2015
Imagen: Presentación del libro "Nunca te hablé con palabras". De izquierda a derecha: Juano Villafañe, Isabel Steinberg, Laura Kisielewsky y Sergio Kisielewsky


Poemas inéditos de Sergio Kisielewsky



La escritura es el lenguaje del ausente. 
Freud     
    

1  



La rama del árbol no cayó vencida 
fue el mar que la atrapó como a un vándalo. 
 
Así fue el olvido como una tierra más 
separándose de la llanura. 
 
No queda tiempo, dijo el verano, 
no quedan muros, ni esquirlas, ni benteveos. 

Sólo una luz en una casa donde una mujer escribe, usa pañuelos, renguea,
ve un sable colgado en la pared, ve la penumbra y un patio
con un muro de no me olvides surcando el ladrillo.

Una luz se inclina en su mesa y canta.

Así es la mañana, las aves, el ciruelo.
La tibia armazón de lo que nace.



2



Las glorias del corazón no tienen estirpe.
Tienes un vestido de alpaca y hule
y una tos que viene de los cuentos.

Hazme un sitio en tu cama y no ladraré.



3



Si fueras a presentar tu vincha
yo daría peniques y tormentas.

Dame el colchón donde duerme tu gata, princesa.

Tendré amapolas, guirnaldas, luces sin neón y un porrón seco.

Tu saliva es sumidero y no conozco el azul de tus ojos
ni la marea de algas finas que torna la arena blanca.

El médano es una ballena de temer.
No galopa, no pide.

Llevas tu canasta de sándwiches turquesas a la pradera
y no nos damos tiempo de ver el mar.
Todo se nos va, no es agua, es tiempo.

Nos asomamos y no hay amanecer ni atardecer.
Alguien ama el vóley
y quiere colgarse de tu toalla como un pequinés.

-Déjame ver el mar-
-Soy yo, me decís.



4



La casa del columpio no es en vano
es un rosa escarpín donde el muro no existe,
existe el olor a comida que fue.



5



Las rubias son imbatibles.
No es tristeza lo que sentía cuando te fuiste.

Es un mortero.



De: "La casa de lado"
Otros poemas de SERGIO KISIELEWSKYaquí

SERGIO KISIELEWSKY nació en Buenos Aires, Argentina en 1957. Integró el Taller Literario Mario Jorge de Lellis y la Revista Mascaró.
Publicó los libros de poemas Algo de la época, Memoria caníbal, Corazón negro, Electrificar Rusia, La belleza es un campo minado y Nunca te hablé con palabras.
En 2019 publicó su libro "La palabra del otro. Entrevistas a escritores y artistas que dejaron huella" con reportajes a Olga Orozco, Andrés Rivera y el poeta asturiano Ángel González entre otros.
Obtuvo premios en nuestro país y el extranjero. Su obra fue traducida al inglés por el John Oliver Simon.
Integró el Plan de Lectura Leer es Crecer en los primeros años de la recuperación democrática. En la actualidad coordina Talleres Literarios.
Es periodista.

Sergio Kisielewsky: La casa de lado


A LOS PERROS se los entierra en el jardín, viven allí 
como la aureola, los primos y al pecado. 
La poesía es una carretilla sin peso 
quiere traer el agua a la playa sin mar. 
Quiere que todo se inunde en la pampa seca 
quiere que el soldado dispare al aire. 
 
No se vuelve a ciertos lugares, se bebe vino con la morocha 
en el estaño
y se le cuenta que en una época la playa era
inundaba por el agua.

El mar era sólo amor plegado, te traía del cielo
jarras y brindabas.




EL PASADO te hunde con su bala deforme.
No busques ahí, es material de antaño con alta
combustión.
Te estallará en la cara y serás una bola de fuego.
Si vuelves al mar escucha esa nueva voz.
La muchacha tiene túnica y sólo habla cuando sonríe.



Poeta Sergio Kisielewsky acodado en una mesa de bar, sonriente con un buzo color marrón
Otros poemas de SERGIO KISIELEWSKYaquí
De: "La casa de lado", Ediciones del camino, 2024
Imagen en Facebook



Sergio Kisielewsky

Encuentro



Inés Ollero está en un bar de Federico Lacroze.

La miro.Fuma.
Tiene 21 años.

Me dice
Vamos a la reunión.

Tengo varias materias previas
e Inés me ayuda en Física.
No sabía nada de mí.
No olvidaba nada de vos.
No me construí.
Hoy te veo en esa foto
y está fumando.
Mirás y me decís
que tomás el colectivo 127 a San Martín.
Llevás materiales.
Detienen el colectivo y vos tenés materiales.

No les decis nada.
Tenés los pantalones oxford,
mirás la calle, las mesa marrones del bar,
los espejos,
la tibia obscenidad de nuestras edades.

Me besás en la mejilla
y me decís que estudie.
Tomás el colectivo en 1977,
Tu sangre es la bandera.


Sergio KisielewskySERGIO KISIELEWSKY (1957, Buenos Aires, Argentina)
De. "Electrificar Rusia", Colección de poesía Mascaró, 1999
Imagen: videolife.tk

Sergio Kisielewsky


Abotonado    




Ponía las llaves en la biblioteca 
y vos llevabas tu guardapolvos al armario. 

Yo amaba saber que te iba a querer toda la vida.

Desplegaba el sofá cama y nuestra hija
no llegaba a los dos años.

Te amaba.
Amaba verte en Valeria, sabía que tu padre
combatió a los que odiaba mi padre.

Luego vino el mar, los tullidos,
la sombra de la sombra en el país del trabajo no fijo.
Me pudrí y te cansaste.

Pero yo me cansé de mí.

Y aquí estoy.
Miro por la ventana de una habitación ajena.
Vivís a ocho cuadras como mi hija
y te ponés a soñar
que alguien te querrá.

Las comidas, los hoteles, los pocos asados y tus canciones de Baderek.

Todo ocurre alrededor del fuego.
El fuego en que nos quemamos.



9



Tu belleza es un campo minado.

Un poste en la calle Valle.
Son los adoquines del atardecer
que se llueven a si mismos.



10


¿Qué ve el poeta?

El poeta se ve a si mismo
como peste.

El inservible escuchando la Spika en el umbral.
Pide un trabajo.
Pide candelabros.
Un hijo.
Calles que no, papá.
Un figura sólida que estremece.

Es un silbido deshilachado por las calles.
No me verás irme, papá.
No me verás con el hijo.
No me verás trayendo un objeto desde el desván.

No me verás papá.
Un trozo de luz que lastima el paisaje.
Un embarcadero. Un puerto.
Una sombra
en la casa de Quequén.



SERGIO KISIELEEWSKY
 (1957, Buenos Aires, Argentina)

De: "La belleza es un campo minado", Alcion Editora, 2006
Foto: "Los poetas de Mascaró, Centro Cultural de la Cooperación. Sergio Kisielewsky en el centro



Los poetas de Mascaró / Los Villafañe


Presentación de los libros:

Los poetas de Mascaró 

Ediciones Desde la Gente


 Los Villafañe
Ediciones Colihue

Martes 28 de agosto, Sala Solidaridad [2º S] 19:00 hs.


[Entrada gratuita. capacidad limitada]


Presenta: Noé Jitrik, Leopoldo Castilla y Juan Carlos Junio (Director del CCC)










Los poetas de Mascaró. Ediciones Desde la Gente.

Autores: Juano Villafañe, Luis Eduardo Alonso, Leonor García Hernando, Nora Alicia Perusin y Sergio Kisielewsky. "Podemos decir que este libro lo compartimos entre quienes tuvimos que vivir experiencias límites entre lo poético y lo político. Pertenecemos a una generación que fue diezmada por el terrorismo de Estado. Esta situación por cierto no determina una condición de lo literario en cuanto a la legitimación de una obra. Pero la dictadura nos atravesó a todos. El dolor se proyectó más allá de la propia obra, se instaló a pesar de la literatura y se estableció en el centro de los discursos, las imágenes y las palabras." J.V.

Los Villafañe - Poesía Familiar. Ediciones Colihue. Poemas de Javier Villafañe, Elba Fábregas y Juano Villafañe."Tributo de hijo, el vástago, protegido sin duda e inoculado en sus venas el veneno de la poesía, reúne, como si se tratara de una comida dominical o una cena navideña, libros de poemas de los tres, con una intención sin duda no disimulada de crear entre los poemas que los componen un diálogo silencioso que, al mismo tiempo, es un tributo, a una memoria, a una gratitud." Noé Jitrik

Auspicia: Fondo Nacional de las Artes

Se realizará una función de Los Poetas de Mascaró con los actores Patricio Contreras, Leonor Manso, Ingrid Pelicori, Walter Quiróz, Elena Tasisto y Claudia Tomás, con textos de Luis Eduardo Alonso, Leonor García Hernando, Sergio Kisielewsky, Nora Alicia Perusin y Juano Villafañe.

Juano Villafañe cumple 60 años y 45 años de actividad artística, literaria y política cultural

Organizan: Departamentos de Artes, Espacio Literario Juan L. Ortiz, Área de Políticas Culturales y Ediciones del CCC

Semblanza de Leonor García Hernando, por Sergio Kisielewsky y dos poemas

   
 La chica ya no está en el bar La Paz, no escribe junto a la ventana que da a la calle, no fuma sus cigarritos que saca de una tabaquera con brillo, ya no atraviesa Corrientes sin fijarse en los semáforos, dice cosas incorrectas en momentos incorrectos. No consigue trabajo, vive en pensiones, se enamora del hombre equivocado sin embargo huye con él, se casa de manera clandestina. Milita, reparte revistas en momentos más que difíciles, trabaja como secretaria en la SADE, es asistente de una gran cantante argentina, es una de las poetas que este país puso debajo de la alfombra con cierta incomodidad, algo generó su obra, por eso es necesario quebrar ese silencio y abrirse a su poesía. Leonor García Hernando nació en Buenos Aires en 1955, pero su época más feliz fue en Tucumán. Y le gustaba decir que su nacimiento fue un accidente de la historia. Su poesía corta por la mitad al lector, es un tatuaje a fondo, no se ve a simple vista. “La belleza ocupó todo su corazón” y por donde quiera que se mire su poética es una sombra que da luz, un esbozo narrativo incontenible como si las palabras huyeran a su origen. En la mesa del bar La Paz estaba siempre El cementerio marino de Valery, los libros de London y Baudelaire, siempre, subrayados y, por sobre todo, Los niños terribles de Jean Cocteau. Siempre atenta a lo nuevo que traían los clásicos, desembozada para vivir y escribir, falleció a los 46 años, un 31 de marzo de 2001.
    Ninguna obra se hace de hoy para mañana, pero, sus libros arrancan de cuajo una tradición para crear un imaginario en erupción. “La lujuria de esta luz blanca de los faros errando en un pavimento desolado”. Leonor avanza por la Avenida, come en Los Muchachos con Mirta Satz y Horacio el mozo de siempre dibuja una cuenta más cercana al arte que a las cifras. Coordina el Taller Literario Mario Jorge De Lellis entre 1974 y 1977, vende aros en el antiguo Consejo Deliberante, la platea se viene abajo al escuchar sus poemas en la obra Los poetas de Mascaró, estrenada en 2011, en el Centro Cultural de la Cooperación con la dirección de Leonor Manso y grandes actores, que crean una dramaturgia con poemas entre las manos. Patricio Contreras, Elena Tasisto, Ingrid Pellicori, Alejandro Awada, Walter Quiroz entre otros. Leonor me dice “Escribí más chiquito”, critica el poema, lo hace de una manera para que el próximo texto sea mejor, trabaja la imagen, la síntesis, la emoción lírica sin corta pistas, la épica hecha de un andamiaje sutil, cortante. Leonor habla con sus amigas, le alaban las piernas y escapa, se va con sus ojos azules a otra parte, cocina las mejores empanadas del mundo: las tucumanas.
   Tiene la paciencia de que el terremoto en 2001 está al caer ¿Será social, será el amor, será una casa propia? Todos los que la escuchan saben que es una poeta de otro mundo en un territorio ajado, no tiene buenas costumbres y su moral es un diamante que deja una ética imborrable, creó una obra sin respaldo alguno desde lo material y dio a la poesía una respiración distinta, versos extensos, encabalgados, sin adjetivos contando la verdad desde la herida. Sin embargo la derrota no es un precipicio, no es un señuelo final apenas es un relámpago, como definió Auden, a la muerte en el medio de un pic nic. Leonor no esclavizaba al lector con los tajos y las partidas, su universo está al borde del pudor, una saliva que se toca al leer, el vértigo de quien todo lo tiene y no lo sabe. En una reunión de la Revista Mascaró nombró a los poetas que se debía publicar. Nada más generoso que una lista de estéticas diversas, orígenes disímiles pero supo ver más lejos que todos. Admiraba a Walter Adet, Juan Carlos Moisés, Rafael Bielsa, Pedro Donangelo y Luis Eduardo Alonso. Es asombroso, al leer su obra, que, a pesar de la derrota política, está teñida de esa misma ética que no le permitía decaer (“Lisa, como serían tus ojos azules antes de 1976?”) ningún mapa represivo que, en muchas ocasiones, le mordió los talones la tuvo en el bando de la queja.
   La militancia orgánica no era su fuerte pero su empuje la llevaba a construir redes de solidaridad y reclamo por los escritores desaparecidos. El amor es otro tropiezo un vector donde decir algo con más sentido que el que suele escucharse de a miles. El casamiento clandestino con un hombre de color se realizó a espaldas de sus padres fue el comienzo de una paradoja, se escondió para ser feliz ¿escribir es esconderse? Tal vez en esa época la felicidad estaba mal vista, tenía mala prensa, así las cosas contra viento y marea Leonor fue feliz, breve fue su matrimonio pero feliz mientras duró. La juventud es algo que ocurre a veces y ella fue joven siempre hasta el último aliento. Cómo se llega a ser una poeta de esa espesura es aún temprano para desentrañarlo. Lee a los poetas franceses, los románticos alemanes, consume biografías de poetas y comienza un movimiento sutil que cambia las maneras de decir. Como el Taller por momentos era numeroso ella en forma natural se convirtió en un referente inevitable, una líder peculiar pero líder al fin en especial por su abordaje de la lectura y crítica de los otros textos. Siempre constructiva, punzante, deliberada y con fundamento. Una imagen en poesía no se construye de la noche al amanecer pero de noche y de mañana hay que trabajar las palabras, cortar la maleza, dejar que florezca lo mejor. Rigor, lecturas, tachaduras, notas al margen.
   Desde Mudanzas, su primer libro Leonor, lee a Pizarnik su otro yo, es una Alejandra que bien pudo ser su compañera de cuarto. Ya sabemos lo que ocasiona la convivencia por tanto una como otra hurgaron en materias muy disímiles, cunetas insalvables y fueron hasta el hueso. No son casuales las referencias en la poesía de Leonor hacia Pizarnik más como una hermandad que como una influencia. Los estilos son diversos pero hay un momento de las poéticas que se tocan y no porque se parezcan. Leonor entra a Pernambuco, un bar sobre Corrientes, a metros de Rodríguez Peña, hay actores y actrices. Sale de cuadro, allí los escritores van poco. Comienza un diálogo novedoso para esos tiempos, reparte sus poemas, escucha, conoce un mundo que le trae otras resonancias, el trabajo colectivo para crear en equipo, para generar obras de teatro. Si Proust la llevaba a sus juegos y vivencias en Tucumán los actores también daban en la misma tecla. Actrices y actores estaban allí, se compartía la mesa, los proyectos, el riesgo de llevar a escena a Beckett, Pirandello, Brecht. Sin embargo hay poco elemento teatral en su poesía, hay un acto de decirlo todo de un plumazo. Volver a leerla es la mejor construcción

Sergio Kisielewsky
en Fervor



DOS POEMAS
 

¡oh; la vida que existe en los libros de aventuras infantiles, para recompensarme a mí que he sufrido tanto ¿me lo darás tú? 
-Arthur Rimbaud-


                                               lejano, lejano
 parpadeo del reloj en la intimidad de la sombra.
 Huyen por el desfiladero embozados de amotinadas capas.
 La congoja de mis labios fue antes, en una copa que por minutos mordí.
Ahora retiro con un pañuelo rouge, espuma rota
los vidrios quedaron quebrados en la alfombra.
      Anchos mantos retroceden en el desfiladero con un estertor de pájaro alcanzado por la piedra. El tango completa el gesto de las piernas una forma de acercar el cigarrillo a la boca, herida que abre el rostro para que los besos se retiren
                                                 lejano, lejano
comprometerse a esas manos que apartan el pesado cabello de la frente y luego devorar la ceniza pequeña que ha quedado en el mantel.
                                                 Estoy para perder tantas veces como caigan los dados de una forma maltrecha
estoy para los grandes acontecimientos: un patio con un foso al fondo donde serán sumergidos los ahorcados, un pabellón de cal y las enfermas tocándose las ropas, el hundimiento de los barcos cargueros con pimienta negra y perlas de Malasia, con aceite crudo y navajas de Sevilla
                                                  yo estoy para las mutilaciones para los mancos con voz profunda con sus únicos cinco dedos alzados, agitados en su incapacidad de extrangular.
     Corno en un estuche, mi frente es la perla bajo las placas de fiebre.
Los lisiados desnudan sus rodillas para acercarlas al mar y fatigados dejan que el agua oprima sus mansas piernas incompletas
                                                  lejano, lejano
soy para los asmá ticos el puñado de hojas que quema la estufa; el espinazo de pánico en el descarrilamiento del Metró Port de Clinancurt - Port de Orleans
y la sospecha de los devoradores encapotados apostados en el desfiladero
                                                 lejano, lejano: ¿dónde estaba Dios cuando
te fuiste? el tango propone reprochar
escribir como un jadeo
retener ese bote que quiere deslizarse en el pantano con mi cuerpo atravesado en la quilla rozar esa cicatriz que el paisaje dejó en los párpados
estoy para rezongar
para cubrir de trébol la nuca del sonámbulo y lentos canales de sueño desagüen en esa cabeza neutra, de cabellos cortados al rape. Cabeza errática en la mesa desnuda; evoca otra posesión, otra intensidad en los cubiertos. Las cabezas descubiertas, desprotegidas entre la fuerte circulación de las voces, de las copas donde el trago es de ansiedad. Nadie quiere ser consolado.
Saturan esas manos que rozan la garganta. Perturban esos dedos las sienes escamadas de los que sólo quieren reposar
y estoy para abrir las cajas de música y escuchar los sollozos de las muchachas que abrieron otras cajas de música          otras puertas de cuartos de hotel        sus blusas con botones de nácar abrieron uno a uno desprendían los ojales del corazón y miraron con una aflicción de bolero las piernas de los hombres. 
     Estoy desnuda de situaciones poderosas. Si alguien me llamara desde una ventana oscura una voz que empu-jase mi nombre en la noche      una voz descarnada con el rostro retrasado en la penumbra      la desdicha de un barco guiado hacia el crecimiento de corales y el sonido de la brusca intemperie, de los mansos utensilios ahogados.
Una voz en la sombra grita un nombre y promete otras zonas      (y mi nombre es de reina dos veces construida y dos veces exiliada; fue hecho para el amor cortés, para las sofocaciones).   
     La resonancia de una palabra es tan alta      tan penetrente la atmósfera de un nombre que el amante desatento no encuentra donde abandonar el cuerpo desmayado de Leonor hecho de criaturas perplejas, de vacilaciones, la boca turbia de tierra: es mi reino que comí para que no me lo quitaran. 
     Mi nombre gritado desde esa alta formación de vidrio, desde un ácido encierro
y yo seré más buena      seré un cachorro que alza sus lúcidos ojos a la promesa de una voz. Tendré el encanto de los que perdieron siempre.
Estoy para los grandes acontecimientos
para dormir con Robin, el de los bosques. 




                                                   ha sido una tarde espléndida sobre los viejos plátanos que rodean la terminal de ómnibus
 y ella dijo: ___no hay nada bueno que empiece por ser una herida. 

No quiero esos obsequios miserables.
Era una niña de sienes desordenadas; una boca de labios gruesos acurrucada y saliente como una cornisa cuál era mi ofensa?      qué perdería cerca de las lanchas que derivan?      qué perdón no alcancé entre cortezas qué arrastrado manto, qué lunates y las palabras rarísimas caídas en el umbral helado?
 y ella dijo: ____ atardece con hojas de una pobre suavidad.
          No es poco ser olvidado. Quedar como una cáscara en el verano del agua estancada.
No es poco tocar la repugnancia de tu madre al mirarte y saberse tan. cercana al musgo, tan porosa y ataviada de vendas.
         La tarde mueve sus pliegues       caballos de tinta que se acumulan       esta ilusión de porvenir y derrota
nadie despide mi cuerpo
nadie pone su lengua en mi vientre
no      quitarán mi blusa en las sombras. Las suaves construcciones de seda japonesa adherirán poco más que azulejos salpicados de sangre
y ella dijo: tenía una poética de lencería
qué hacer ahora con esas enaguas, esas caídas del satén en 
los tobillos? 
tantos pliegues        el vestido de profundo escote para bailar sobre baldosas frías       el salón inmenso de tangos donde he pedido
y me quitaron más y más
y todavía el pezón sobre el "cuore" lo han arrancado
tantos pliegues              un borde marcado de encajes
mínimo telón para las piernas que se ocultan y aparecen es tarde en las hojas que oscurecen impregnadas. 
       Oculta por un antifaz, podría acercarme a las carrozas y collares de una palidez opaca, con sus lentos roces sobre la herida; consumen el paisaje inestable de la fiesta.
Queda el desierto con su almendro de leche
y ahora, bajo los pliegues, el ancho cuchillo de cocina. 

De: "Tangos del orfelinato", Colección Mascaró, 1999
Otro poema de LEONOR GARCÍA HERNANDOaquí

Designed by OddThemes | Distributed by Blogger Template Redesigned by PRD