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Marta Pessarrodona

Marta Pessarrodona


Berlín: enero 1929     




Vita interrumpió 
sus versiones de Rilke. 
El teléfono era Moabit 37-94, 
y Friedrichistrasse la estación de llegada. 
  
En la Funkturm, una tarde, 
en escapada breve y solitaria, 
Vita le dio a entender 
la duración escasa de las pasiones humanas. 
  
La conversación, bastante animada, 
el pulso anímico de subido voltaje, 
consiguieron silenciar 
la letal marea humana. 
(Las bombas futuras 
no enturbiaron en absoluto la tarde.) 
 
24 Brücken Allee, una dirección, 
hoy compañera de los fantasmas
de antiguas embajadas:
la ciudad no había sido bombardeada.

Virginia regresó a Londres
al cabo de una semana, enferma.
Vita empezó a creer que
Leidenschaft era una palabra
de formación muy extraña.

De hecho, ninguna de las dos
presintió
la retórica del desastre.



Schöneberg




Como siempre, fue un affaire casual:
amistades de amistades, aquí, allá,
en el Norte, en el Sur…

Al principio no me gustas.
Quizá reconozca en ti mis defectos
(¡difícil encuentro entre escorpiones!)
y siempre quiero espejos
de la imagen más perfecta.

Prosigue la noche y el vino blanco,
de una región alemana
que me resulta totalmente extraña.
De repente (mientras «actúas»)
nos encontramos y nos sentimos.

«Treu» es un adjetivo
que acababa de aprender,
y me resulta muy útil para esta velada.

El vino y la noche prosiguen y nos separan.
Queda, sin embargo, mi fidelidad,
temporal y absoluta, a tu cuerpo,
a mi tacto.





MARTA PESSARRODONA (1941, Tarrasa, Cataluña, España)
Fuente: Isliada
Imagen: ABC 
                                                          

Alejandro Schmidt | Esa es la naturaleza de lo tangible

En la imagen aparece un hombre mayor, con el cabello muy corto y canoso. Su expresión es seria y reflexiva, y mira ligeramente hacia un lado. La iluminación es dramática: un rayo de luz entra desde la derecha y crea contrastes marcados de luz y sombra sobre su rostro y su abrigo oscuro. El fondo es oscuro y neutro, lo que hace que el sujeto destaque aún más. La atmósfera general transmite introspección, solemnidad o un momento de contemplación profunda.


Mientras tanto



Perdí los anteojos por un rato
Perdí la precisión de mirar
Encontré un grillo en el baño y lo saqué afuera a la calle y sentí su vientre y sus patitas
Nunca maté un bicho en mi vida
Una planta
Herí personas en su corazón o dignidad o en su confianza
muchas veces
finalmente los anteojos estaban sobre un libro de Platón al fondo del estante de mi mesa de luz

perdí las ganas de ir al super
todavía me quedan cigarrillos

perdí ya    mucho de mi cuerpo mortal
y no perdí el deseo
ni la revulsión que me provoca la injusticia en general
los crímenes espirituales en particular

anoche dormí bien
me uní a las almas de millones
con los diálogos amplísimos del inconsciente

me llamaste
interrumpí feliz esta divagación

éste no saber continuo de mí
los anteojos ayudan a mirar
lo que vemos esconde una cosa u otra
esa es la naturaleza de lo tangible
una cosa adentro de otra y de otra
perdiéndose
esa también es la naturaleza del amor

tendría que haberme comprado una radio portátil para escuchar música

hay mucho silencio de ruido de autos

prendo la tele para escuchar voces norteamericanas
no miro tele
me lo prohíbe la superstición de la inteligencia

la historia de un matrimonio fracasado
no está mal
mejor
lo leés en Carver

Mientras tanto ...

De: "Problemas con la vida" (inédito)
Otros poemas de ALEJANDRO SCHMIDT, aquí
Fotografía: Hugo Suárez

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