Cartografía
Salto el mundo en un gesto desproporcionado
de mis pies, caigo en el mapa
ya atardece, bebes tu café.
Sueño con selvas, aguas ultramarinas
peces extraños, cavernas bajo el volcán de Lowry
entre ginebra y ginebra, nunca whisky.
Esas cavernas de desencuentros
de hombres y mujeres en la literatura
tan oscuras tan insensatas
tan apetecibles.
Un volcán de fondo a punto de freír
lo poco amable que nos queda.
Trato de elevar, embanderar retazos
como una tregua entre dos Grandes Guerras.
Después del desgarramiento de la partida,
la lejanía terminó desvaneciendo
la hermosa cartografía
de nuestros cuerpos.
Tu Mayo Francés y mi Evita alguna vez supieron
atravesar la prueba de las fronteras.
Esos frutos áureos y argentos, esas travesías
/por tu Montparnasse
en tu pensamiento. Tu alameda
temblando copos, el deshoje de una revolución necesaria.
En las manos las cáscaras de los frutos.
No hemos vencido al monstruo de la espera,
no propusimos desorden alguno en el cruce
/de Córdoba y Corrientes.
Tú, con esa parsimonia, esa certeza que me arrasaba
en tan correcta pronunciación.
Yo, inservible para pelear contra las voces foráneas
que se colaban de mi vestido frente a la pantalla
al llamarte. Al seguir llamándote.
En qué absurdo invento te he convertido.
Centro de agua
Me detuvo el río, sé que estás ahí
aunque no podía acercarme a tu inmensidad de preguntas
este cuestionamiento de luz que torna todo visible.
Planeábamos la casa grande
imaginando el aljibe en un centro de agua
roldanas diminutas de sapos
subiendo a la superficie de la mañana.
¡Vaya! Todo el lodo submarino ha vuelto a emerger
entre revuelos de flamencos rosados
ocultos en el viaje,
desde la cima de Añapiré
en el duro cuero de un diablo
que por momentos nos quitaba la huida.
Es bueno tenerte, dijimos
habernos dejado abierto el camino
despejado de picos enloquecidos
en el fondo de un torbellino absurdo.
Pero diremos que no es cierto, por las noches
que el suave rosado de plumas no nos alcanzó
para volver a esteros, a cañas tendidas
desde el viento hasta la espesura en calma.
Diremos que no es cierto al arrebato
aquella casa de nuestros sueños
percibe aún el aleteo de flamencos.
Calibana
¿Adónde insistirá
la heráldica elocuencia
de las tribus
por la tierra expandidas, desde antes?
Claudia Caisso
I
Ahí estaba yo, desaparecida del mundo, inhabitada por momentos
con lo salvaje como nombre, ansias de nuevas tierras
poderío de la memoria queriendo abarcar su inmensidad.
Sin embargo cada tanto mi deseo se escapaba
se fundía en la fuerza devastadora de remembranzas
por momentos sucumbía en ciénagas de negación.
¿Puede la sed alucinar mi boca, resecar pensamientos,
/dilatar lo nocturno?
Permanecíamos jornadas enteras frente a nuestras canoas
como atrapadas por sierpes de agua
esperando el fulgor del inicio,
reverberaciones de un nuevo acontecimiento.
Remontar el río hacia su confluencia
coronar de flores la frente de una nueva visión
tal vez un tanto ilusoria del origen.
Deseábamos dejar las barcas para correr entre la fronda de la vegetación
la selva fragante, tendernos en sus lazos vegetales como el abrazo del amante
perdernos sin tiempos ni prisas. Pero no estaba permitida
esa disipación efímera de la fantasía, nuestra determinación impedía
demorarnos en trances o trinos.
Teníamos firme el objetivo
la convicción de construir un hogar en el origen del Paraná
en su entramado de nacimiento.
Loco vaivén, fortaleza de raíz dadora de vida.
Esa capacidad bautismal fuera de todo dios o frontera
de toda dominación, dejando de lado alienación de relojes
solsticios, sometimientos y conquistas: mortal historia.
Al menos eso creíamos.
OLGA SUÁREZ (1967, Centeno, Santa Fe, Argentina)
De: "Estirpe del juncal", Barnacle, 2023
Enlaces: Otro páramo
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De: "Estirpe del juncal", Barnacle, 2023
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