–leyendo los diarios locales–
Leía los diarios del día 9 de Diciembre y no podía creerlo,
la vecina no podía convencerse ni convencerme yo
de tanto subjetiva excreta moral.
La provincia solamente retenía
el monumento a la Independencia (?), las estatuas
de Lola Mora (traídas por casualidad) y la estrella de Belén (en la Catedral) y la Catedral, también.
Lo demás, lo que suman y llaman patrimonio,
pasaba a bolsillos nacionales --¿unitarios o federales?–
y de ahí, a cuentas no registradas de nuevos ricos multinacionales:
la luz provincial, el agua de la provincia
a la sombra de la estrella polar,
las ventanillas y los libros rayados y las computadoras
y las cajeras del Banco de la Provincia de Jujuy, los caminos, los silencios
del subsuelo, las rutas polvorientas del cielo, los últimos años,
la niñez de los jubilados, las viejas caritas de los niños, el honor
del salón de la Bandera, las desencuadernadas páginas
de sus historias
pasarían a las cuentas de los nuevos ricos globales (¿o no?).
Sólo seguirían en la provincia las moscas del hambre,
la crónica altiva, inasible, siempre errabunda,
el hacer y las manos, que en vano habían trabajado.
Solamente quedarían en el mapa uno que otro río,
uno que otro cerro
de la precordillera
en la geología con todas sus edades enajenadas por pedimentos.
Los hombres revolvían en la historia,
sacaban pedacitos de hazañas, cortaban instantes o años enteros.
Entre todos los miraban,
memoraban las oraciones y los ritos de otros pueblos,
sus altares, sus entregas, el lanzazo de sus miradas
y sus galopes de frontera a frontera.
Imaginaban el terreno provincial
con sus amores y aquellas primaveras
desmandadas, procreando a ras del raso
cuando una espuma rosa desborda los lapachos,
o esos ángeles azules se vuelan de los tarcos
en tardes derramadas de la cuarta estación,
donde ya suenan los pesebres y sigue un bombo pero indignado.
Ah! ministros, diputados con retroactividades, Sres. magistrados
y Sras. y Srtas. oyentes,
contadores públicos nacionales, y niños y niñas aquí presentes:
estamos vigilando lo mismo que una planta
atendiendo al sol,
al agua que baja con la lluvia
y a la sombra
que me peina y despeina.
Soy esa planta indefensa a merced
de pronto, de una mano cariñosa
o de una mariposa oficial
negra y dañina
que regala un polvillo lúgubre de heredadas muertes.
Tal la vida en este Diciembre
pesando los sueños del mundo por el mundo
decepcionado de lo que existe
tan de pronto con todos los colores de la vida
y muy de pronto en blanco
con ese blanco
de cuaderno nuevo
en que nos disponemos a escribir con dignidad
la continuación de la historia, zarandeando su cronología
inmediata, para separar el cascajo de lo tolerable.
Que lo hay.
9 - 12 - 1995
De: www.elnuevocantaro.com
Imagen: sumiradapoetica.blogspot.com