me abandonaron muchos hombres
por coser los agujeros de las medias
por pegar coderas en mis pulóvers
y no desprenderme de mis atuendos
-a veces casi harapos-.
Querían comprarme blusas, faldas
un vestido nuevo pero yo desconfiaba
pensaba
que querían sorprenderme
a medio vestir
en el probador de una tienda
o calzarme el zapato como a Cenicienta
y yo quería ser Santa Clara
y aferrarme al orden natural de las cosas.
Tardé años en entender.
Pero nunca dejé que me vistieran.
NO sé si soportare la traición del tiempo
mi voz partiéndome la cara
¿me oís?
estás tan lejos que yo soy cuenco soy brasa soy ceniza
no aprendo nada
y al mismo tiempo aprendo todo.
Me sostengo sobre lo encendido
pero también sobre lo apagado.
Me hablaste de esperas
¿sabías realmente de eso
o simplemente te dabas una idea?
Lo que creemos ser mira desde el cosmos
reclamando en un suspiro
la precariedad de todo lo creado.