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Luis O. Tedesco

Cuadro de John Sargent Singer de un hombre acostado leyendo


XIV (Relato sobre Noemí) 



Aire de la vida, no supiste jugar. 
No fue mía la seda de tus noches.
El sueño animal y el ruego del alma
no te conmovieron, no vino a mí
la pausa feroz del beso inolvidable.
Aire de la vida, alondra gris
de tela muerta, callejera
sangre de la imagen: no corras,
no te vayas, podríamos hacer algo
todavía, podríamos querernos
una vez, siquiera una vez, imaginar
vientos de mar en la carne palpitante...
Tras el oscuro romance que te nombra
todo lo que miro se detiene, perseguido.


Otro poema de LUIS O. TEDESCOaquí
Fuente: Huellas en la ciénaga

Luis O. Tedesco


Ceniza



Mi barrio fue polvo y neblina hasta que al potrero lo hicimos basural. Entonces fue llamas y humo, y la ceniza se convirtió en altura. Así crecimos, con el cuello entornado hacia su sombra, los pies magullados por la piedra y los abrojos. Obsérveme, obsérvese: nuestra inclinación no cesa, somos torsos movedizos en el lluviar del desperdicio. Somos pululantes, pero la senda, el ensueño de las tardes, el aire inmediato, el que amalgama aliento y cercanía, el aire tibio de la pronunciación, todo lo penetra la correntada de ceniza. Así crecimos, nuestra intensidad perdura, no tenemos redención. Obsérveme, obsérvese: semierguidos, semiespesos, semihablantes, somos de aquí, somos la longitud terrestre, pedazos cejijuntos de desolación culpable.



Luis O. Tedesco (1941, Buenos Aires, Argentina)
Fuente:  www.lirykline.org
Imagen: youtube.com


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