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César Cantoni: cuatro poemas inéditos


Amanecer de invierno     




El techo de chapa del galpón 
amaneció escarchado 
y la humedad, al condensarse,  
gotea sobre el piso.
Las cañerías se congelaron
y el agua caliente 
no logra circular por ellas.
Mis manos y mis pies helados
confirman que el invierno
es más cruento de lo previsto.
Mientras enciendo la estufa,
el poema no escrito
aguarda que el corazón,
todavía adormilado,
acelere la sangre en las arterias  
y empiece a hablar.


Un pequeño insecto



 
Un pequeño insecto con alas
se posa sobre el freezer.
Cuando me acerco a él,
ni siquiera intenta moverse.
Es evidente que no cree en el mal.
Iba a aplastarlo con el diario
que enrollé al efecto,
pero su fe en el mundo
me hace desistir de la acción.



Percepción de viejo




El tiempo –diría un poeta
de vena metafórica–
es como un tren que no se detiene
en ninguna estación:

corre tan velozmente 
que, apenas abrimos la ventanilla
para ver el paisaje,
ya estamos arribando a destino.



Libro de poesía




Leo el primer poema 
y no hallo una muchacha
dispuesta a seducirme.

Leo el segundo poema 
y no hallo un taxi que me lleve
hasta el Paseo del Bosque.

Leo el tercer poema 
y no hallo una pistola     
para apuntarle al autor a la cabeza. 

De manera que cierro el libro
y me pongo a mirar por la ventana:
afuera, la poesía de la calle
escribe su espléndida página diurna.


Otro poema de CÉSAR CANTONI

César Cantoni


Mi perro me habla     




Mi perro me habla y yo lo escucho. 
Es ordinario y callejero, 
como los perros de Diógenes. 
De ahí, tal vez, proceda su sabiduría. 
No fue a la escuela, 
no tuvo guías que lo guiaran 

ni consejeros que lo aconsejaran. 
Ergo, puede pensar libremente 
(éste es su mérito más grande) 
y, además, con alegría 
(algo poco habitual en el que piensa). 
En su filosofía, no cabe el platonismo. 
Tampoco hay margen para ídolos 
ni mitos traídos de los pelos. 
(Como no recibió bendiciones, 
nadie lo tiene en cuenta en el debate; 
no es más que un perro indigno, aseguran, 
y le arrojan un hueso con desprecio.) 
Sí, mi perro me habla y yo lo escucho. 

a veces, yo también le hablo a mi perro, 
pero, ¿qué puedo explicarle? 
Él ve claramente el horizonte 
donde mis ojos sólo ven la bruma 
del discurrir civilizado. 


De: “Un arte invisible”, Libros de la talita dorada, 2016) 


CÉSAR CANTONI
 nació en La Plata en 1951. Su obra poética publicada incluye los siguientes libros: Confluencias (1978), Los días habitados (1982), Linaje humano (1984), La experiencia concreta (1990), Continuidad de la noche (1993), Cuaderno de fin de siglo (1996), Triunfo de lo real (2001), La salud de los condenados (2004), Diario de paso (2008) y El fin ya tuvo lugar (2012). Publicó, además, la plaqueta Irlanda (1998) y los cuadernillos Intemperie y otros poemas (2006) y Latencia: poesía y dictadura (2013). Figura en antologías poéticas argentinas e hispanoamericanas. Algunos de sus poemas fueron traducidos al inglés, francés, italiano, portugués, catalán, griego y ruso. Reside en su ciudad natal.

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