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Azucena Salpeter: No cantan como E. Piaf


JAMAS VISITÉ EL CIELO      




Leo a W. Szymorska, E. Dickinson, Italo Calvino 
leo soror no dejo de buscarte 
en el tetragrammaton, en el diario formoseño 
en las matemáticas del reloj de Chagall 
vos te aparecés en todo lo que leo 
en todo lo que escribo 
me lavás la cara 
me masajeás los pies 
con manos de albañil 
levanto la mirada como quien va a rezar 
y ya no estás 
ni en la nieve ni en los 70 vientos de la rosa 
no estás en el uróboros 
no sé si sos un invento mío
como quien va a un museo
y cuelga mentalmente sus propios frescos
o una puntada en alguna parte
fulgor
que no sé precisar
espumo el hueso en la olla negra
jamás visité el cielo
jamás preparé borsch.



ESCRIBIR NO SIGNIFICA NADA



ni siquiera hervir arroz
las palomas mensajeras
no se desangran
no cantan como E. Piaf
apenas se sacuden los piojos del mensaje
no necesitan zapatos
ni cuadernos
en las afueras no se rinden cuentas
las palomas
de vez en cuando brindan
brindar es un extrañamiento
como alivianar el lunes de las puertas
las palomas mensajeras
andan a tontas y a ciegas
igual que la bocaza de Amstrong
son celestes como un diente
tan rojo
por Dios



EMILY DICKINSON APENAS A DOS CUADRAS



Cada vez que compro fideos
me espera en la caja
después caminamos dos cuadras
es una perra atolondrada
flaca y vieja igual que yo
le tiemblan las patas
tose
le falta el aire
me lame los pies
y también tiene alas
se llama Emily
creo que es una lírida en desconcierto
cuando me observa con la lengua afuera
no sé qué hacer
nadie sabe
de dónde vienen estas perras escritas
por qué retozan y se agitan
con los ojos en alto
cada uno con dos soles torrenciales
cuatro lunas
diez mil maíces de un cielo dentro del hierro de otro cielo
menos aún se sabe
si son plegarias o confesiones
los fogonazos en las costillas
pero Emily tiene un mapa
y nos extraviamos
no demos más vueltas Emily
ya es tarde
nunca acaba de amanecer
y perdimos la bolsita de los fideos
vení contame
Emily me corrige las orejas
me levanta la tapa de los sesos
al fin nos entendemos
vamos a la casa transparente
el infinito del poema
no está lejos
apenas a dos cuadras del supermercado.



poesía argentina
Otros poemas de AZUCENA SALPETERaquí
Via Alicia Silva Rey en Facebook
Imagen en Infobae

Azucena Salpeter: Eso dijo y no dijo la mujer que limpia.

La mujer que limpia dijo     




hay trapos infinitos como mundos 
y abrió sus manos 
estos son para los muebles 
las hilachas de los dedos para los armarios 
donde se resguarda el té de jengibre de lo secreto
estos que lavo con lejía y dejo clarear con lunas
son para los platos de los días aciagos
los gruesos y tontos para los pisos que soportan malogros de pasos
las franelas profundas como uvas
son para el vidrio de la neblina
también hay trapos de pañuelos viejos
creo que sirven para el luto de la frente o la rodilla
nadie sabe para qué sirve la tristeza
por el contrario
los huérfanos sabemos qué son
las tiras de sábanas que se cortan con los dientes
con ellas vendamos la fiebre de los pechos
los padres muertos
la herida de Moisés

hay trapos celestiales
por supuesto
pero el trapo verdadero el que no existe
el que intento con mis manos
es un andrajo
donde al final caemos como en una madre anónima
y enseguida partimos igual que un velero llamado garza chifladora
o poema
algo así como la alfombra de siete colores de Aladino
eso dijo y no dijo la mujer que limpia.


Otros poemas de AZUCENA SALPETERaquí

Azucena Salpeter


Los puentes de Madison     




La señorita Zito no soporta las cortinas 
todas las mañanas tiembla con el cisne del pintalabios 
se sostiene de las alas del sombrero 
cruza el viejo puente abandonado 
ata una cinta roja a la armadura de hierro 
guarda en el corpiño la de ayer 
a medianoche cena con candelabros 
acaricia a los gritos la cinta del pecho 
me hace fuck you 
sonríe a Clint Eastwood. 



§



"Imagine", dijo John Lennon
Y me regaló seis paltas
las puse en la frutera al lado de los limones
son negras y brillantes
todavía cerradas al tacto
nadie sabe qué guardan
no cantan del modo habitual

son más negras que los
cabellos del mar
tienen un mechón rojo en la sien
sin embargo al lado de los limones
emiten cierto resplandor.



Milagro de una pájara para el siglo XXI





Una anciana
florista de la plaza Cibeles

Afirma que una
pájara migra tras los océanos de su cerebro

Y gracias al
viento Norte

Pudo superar
antes que el Concorde

Los 15.000 km
del canto de amor de las ballenas

De modo que vino
a caer justo al lado del balde de lluvia

En la escuela de
Pozo del Tigre

A la hora exacta
de servir los 40 jarros de mate cocido y galleta

Ave raris
Esta pájara
Las rodillas
iguales a las de mi abuela

A pura guitarra
sobrevuela el Aconquija los patios de San Telmo

Los aguaribay y
yerba santa

Sin pronunciar
un discurso ni una fórmula

Para multiplicar
el pan y los peces

Acampa en el
Pilcomayo junto a mujeres que bañan niños de verdad

Al margen de la
historia

Pero de tanto en
tanto

Improvisa nombres
que caen como ungüentos para el alma

Ybirapitá, por
ejemplo

No es un
satélite ni un país

Ni siquiera un
comando secreto

Ni son cartas
credenciales de un diplomático tuerto

Ybirapitá

No es una orden
al mérito ni un escudo nuclear

Pero ¿quién no
se va a curar las arritmias de león enjaulado

Bajo la fronda
valseada del Ybirapitá?



No corras como loca por Venecia




Quería ser Fred
Astaire

pegaba tapitas
de cerveza en los zapatos

cantaba
somewhere my love

iba de Lwów a
Venecia

el bolso
abultado de mapas como plegarias

pasaportes
picoteados por la nieve

nombres en idish
y en lunfardo

fotos de grullas
en las partidas de nacimiento

vestida entera
de papelitos arrugados

desplegados en
la mesa de la cocina y vuelta a arrugar

una mariposa en
el puño del corazón

abrió la
ventanilla

rasgó un pedazo
de pollera

y me colgó hilos
tiernos a modo de corbata

te alcancé un
ramo de rosas de zapallo en papel madera

para que me
escribas

al menos tengas
a quién contar

si hay paz

si encontraste
los pájaros perdidos

el país de la
mariposa

de la boca del
puño del corazón

por lo menos las
rosas de zapallo en papel madera

saben escuchar

como el sombrero
de Dios

ahora

que el andén
comenzó a marchar en sentido contrario

igual que la
eternidad

todavía estoy
aquí

agitando la
corbata

para que me
sepas

no corras como
loca por Venecia

con tapitas de
cerveza en los zapatos

nunca te voy a
abandonar.



Babas del diablo



Hace unos años
yo cuidaba el jardín de otra manera.
Estaba atenta a las chinches de las lechugas
a las arañitas rojas del tomate.
En la noche cazaba caracoles y babosas
en las tardes colgaba móviles
para espantar a los pájaros que comen las frutillas.
Tenía un plan perfecto para la siembra
todo muy bien organizado y correcto
para enfrentar la vida.
Hasta que me dije
por qué razón hablar continuamente con las lavandas,
ellas también, como cualquier humano
necesitan estar a solas.
Las semillas que se esparcen por sí mismas
eligen el lugar apropiado y crecen felices
como los poemas
cuanto más libres
más responsables de su propio destino.
De manera que ahora cuido el jardín
sólo cuando me necesita.
Riego si hay sequía
por ahí sujeto alguna tomatera
o cubro los canteros si hay granizo.

Ahora vienen miles de pájaros amigos
a ovillar babas de diablo.



Frutos rojos




Abrió la jaula
se desató las trenzas el vestido

se sentó a mi
lado

a tejer las olas
del telar

tensó hilos
aflojó nudos

me enseñó a
nadar a respirar

a leer por
transparencia a correr

faisanes en la
niebla

me lavó los ojos
sacudió las mantas

me dió de beber
nenúfares del Nilo

comimos frutos
rojos

y ya no tuve
dudas

contó que alguna
vez alguien la engañó

pero ahora le da
risa

que no le gusta
que le saquen fotos

el amor es éso.


AZUCENA SALPETER (1942, Formosa, Reside en La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Enlaces:
http://www.tuertorey.com.ar/php/autores.php?idAutor=316

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