Malas memorias, por Jorge Aulicino

Malas memorias


Malas memorias     




Creo que Piglia es el que cuenta que una vez en que hablaba de poesía con Germán García este tapó una copa con la mano y la saco de la mesa. "La poesía habla de la copa que no está", dijo. Si fue así, y pido que me corrijan, y sobre todo si Germán García tiene razón, la poesía es siempre elegía. Incluso en la épica y en la oda. Se citaron hace poco aquí unos versos sentimentaloides, muy conocidos, de Neruda, de aquel Poema XX de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada". Todos recuerdan el viento de la noche que gira en el cielo y canta, por no decir el ya desgastado "Puedo escribir los versos más tristes esta noche". Para mí, pese a algunas buenas imágenes, el poema podría dormir en el armario de la cursilería, si no fuera por una idea que sí me pareció misteriosa: "Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise." Antes de evocar su sentimiento, que por ser pasado debería estar muerto, Neruda dice:  "Como para acercarla mi mirada la busca. / Mi corazón la busca, y ella no está conmigo." ¿La amaba o la ama? ¿No la quiere o la sigue queriendo mucho? Corrigiendo levemente a Germán García diría que la poesía es lo que está a medio camino de no ser, o a medio camino de ser, lo cual es lo mismo. Añoranza de lo que sucedió -o mejor dicho, está a punto de dejar de suceder- y de lo que no ocurrió -o mejor dicho, está a punto de ocurrir-. La poesía existe, como tal, en un cruce de caminos fantasmales.



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Imagen en China Daily



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