Constantino Cafavis: Un candil


He ido     




No tengo ligaduras; 
me abandoné a todo. 
He ido en la noche iluminada 
hacia goces que eran mitad reales 
mitad elaborados por mi espíritu. 
Y he bebido un vino fuerte 
como beben aquellos 
que se entregan valerosamente al placer. 



Cuerpo, recuerda     




Cuerpo, recuerda, no sólo el ardor 
con el cual fuiste amado; 
no sólo los lechos sobre los cuales 
te has acostado, sino esos deseos 
que brillaban por ti en los ojos
y temblaban en los labios,
y que un obstáculo fortuito
ha impedido que se cumplan…
Ahora que todo eso pertenece al pasado,
casi parece que te has abandonado a ellos…
Cuerpo, recuerda esos deseos
que por ti brillaban en los ojos
y temblaban en los labios.



Un candil




En una pequeña estancia
completamente vacía
con los cuatro muros
tapizados de telas verdes
un bello candil se incendia,
y una pasión, un deseo lujurioso
arde en cada llama.
Los fuegos del candil
inundan la pequeña estancia
de una claridad que no se parece en nada
a las luces habituales.
Y la voluptuosidad de su calor
no está hecha para cuerpos pusilánimes.





CONSTANTINO CAFAVIS
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Fuente: Centro Editor de América Latina, Los grandes poetas, 1988 vía Fb Liliana García Carril
Traducción: Juan Carvajal
Imagen: Politeinet.gr







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