John Burnside: Aprender a dormir

John Burnside


UN ENSAYO SOBRE EL DUELO     

                                                                para Lucas


I Al cavar una tumba para Oxy, un gatito negro atigrado, Octubre 2016

"Es muy amargo", respondió;
pero me gusta
porque es amargo
y porque es mi corazón".

Stephen Crane



Lindo día, para esta época del año,
sol en los árboles del seto, un solo
gavilán vuela sobre el potrero.
Es difícil cavar esta tierra, y cada vez cuesta más:
quince centímetros y tengo que volver a buscar el pico
para sacar las piedras grandes de la arcilla
y después, con la manta que vamos a usar de mortaja tendida en el pasto,
terminamos  en silencio la tarea, parando
solamente  una o dos veces
a calcular la profundidad y recuperar el aliento.
Sin nada que decir, desmigajás un puñado de tierra
para que se entibie en tus manos
y espolvoreás la tumba que improvisamos
con esas migas frescas, negras;
y después  de un momento sigo yo, respetando el silencio.

Nada que decir, pero me viene a la cabeza, desde lejos,
la voz de una vieja publicidad que me hace acordar
a la Nueva Jerusalén de cada canción
que mis padres me hicieron bailar, papel picado
rosa en mi camisa, la chica de moda,

una quimera de lentejuelas en mis brazos;
nada que tenga sentido, y sin embargo suficiente
para oponerme a ese relato tan de los años cincuenta
de lavanda y naftalina
en el vestido de novia de mi madre, las mangas huecas
más fantasmales que la novia que no tuve.
tanto que lamentar, ahora,
que apenas doy abasto:
despierto con mis libros hasta tarde, a la luz de la lámpara,
el corazón en un anzuelo, me alimento de todo lo que encuentro,
después duermo hasta tarde, un Neanderthal
contemporáneo, las planicies
implícitas en mis ganglios basales,
polvo que flota en el hall, el sol del mediodía,
y una suerte de dolce stil nuovo en la punta de la lengua.
Tanto que lamentar, y todo eso
casualidad,
esa maldita vocación de defender lo mío
toda la vida, mientras lo que creía sólido se deshacía
como nieve en el calor de una parrilla hibachi.

Veo que parecidos somos, qué distintos;
y que llegaste a ese estado en el que ser incomprendido
también es una especie de vocación, un árido refugio
al que vos te aferrás porque es duro
y porque es tuyo;
pero debo aceptar que sos propenso al dolor:
pero no es un don, en absoluto, sino un tesoro que cuidar
como al latido de un pájaro cantor
que se cayó, y es levantado y protegido
hasta que se anima y vuelve a volar.
En general, como sabemos, esa presencia se disipa
hasta volverse un pedacito de calor en una caja de zapatos forrada de musgo,
pero de vez en cuando levanta vuelo desde tus dedos
abiertos y se abandona suavemente al aire,
mientras se va oscilando hacia los árboles.
De ahí en más
ya no hay canción que vuelva a ser la misma;
te pones a escuchar, a la espera de alguna
señal de curación en los dialectos varios
y el zorzal y el petirrojo.

Recuerdo la mañana en que nos fuimos caminando
desde Leuk Stadt a Susten:
después de la primera nevada, tu hermano y yo
y vos, adelantándote para dejar huellas nuevas
en el sendero, entre las viñas.

Alguien se había marchado, o muerto, y sus uvas
estaban negras en el enrejado,
ya resecas por el frío pero aún
intensamente vivas, a su modo, una indeleble caligrafía
tiñendo los alambres con determinación y arrojo ciego.

Trepamos por la senda congelada hasta Alte Kehr, la nieve fresca
densa sobre los muros de piedra que rodean la ciudad,
y todo parecía descifrable,
el deshielo en las huellas de un gato que anduvo merodeando
y la luz de la nieve en sus caras, como una bendición.

Por esta zona, oí decir, de vez en cuando
una mujer se levanta de su cama sin hacer ruido,
y sale temprano a la nieve de la mañana
sin dejar huellas mientras camina hasta el final de la senda
sin vapor en el aire, sin sonido, sin rastro;
y aunque sea una de esas que imaginaríamos
como una madre digna y fiel, prudente y amorosa, también sabemos
que ha viajado más allá de todo apego
por el Lugar que deja atrás, por los que siguen
adelante ya sin ella:
una mujer al atardecer, de blusa blanca y sandalias borravino,
que canta porque piensa que está sola
o que acaricia al gato mientras las nubes se amontonan
y lo que parecía seguro se prepara para la oscuridad que se acerca,
hojas de parra y aguanieve, setos en flor, sangre y espina de pescado



AN ESSAY ON MOURNING

for Lucas

I ON DIGGING A GRAVE FOR OXY, A BLACK TABBY KITTEN, OCTOBER 2016

"It is bitter - bitter;"
he answered; "But I like it because it is bitter, And because it is my
heart."
STEPHEN CRANE




A fair day, for this time of year/
sun on the hedge trees, a lone /sparrow-hawk over the paddock./ Digging on this
ground is hard, and then it gets harder: /six inches down, I have to go back
for a pick //to prise the larger stones out of the clay;/ and then, with the
blanket-weave shroud laid out in the open, /we finish the job in silence, only/
stopping once or twice/ to estimate the depth and catch our breath. //With
nothing to say, you crumble a fistful of loam/ so it warms in your hands,/ and
sprinkle the grave we've contrived/ with the raw, dark crumbs;/ and, after a
moment, I follow, respecting the silence.//Nothing to say, but far at the back
of my head,/ a voice from an old commercial, calling to mind/ the New Jerusalem
of every song/ my parents made me dance to, pink/ confetti on my shirt, the
latest girl//a chimera of sequins in my arms - nothing that made/any sense, but
just enough/ to contradict the '50s narrative/ of lavender and naphtha in/ her
wedding dress, the hollow of her sleeves //more ghostlike than the bride I never
saw./ So much to grieve for now,/ I can barely keep track:/ sitting up late
with my books, in the anglepoise light,/ heart on a fish-hook, I feed on
whatever I can,//then sleep late, like a latter-day/Neanderthal, the plains/
implicit in my basal ganglia,/ a dustfall in the hall, the noonday sun,/some
dolce stil nuovo, of sorts, at the tip
of my tongue.//So much to grieve for - and all of it/ happenstance,/ the curse
of a lifelong vocation for standing my ground/ while all that I once thought
solid frittered away/ like snow on a lit
hibachi.
//I see how alike we are, and how unalike;/ and I see you have reached that
condition where
misunderstood/ is
also a kind of vocation, the hardscrabble refuge/ you ding to because it is
hard, and because it is yours;//yet I have to accept that you are inclined to
grief:/ by no means a gift, but a treasure that must be/ guarded, like the
heartbeat of a fallen/ songbird, gathered up and carried home/ to safety, till
it dares to fly again.//More often than not, as we know, that presence fades/
to a morsel of warmth in a shoebox lined with moss,/ but once or twice it soars
from your parted/ fingers, soft surrender to the air,/ as it flickers away to
the trees. //From that point on,/ no song will be the same;/ you listen for
yourself, for some thin trace/ of healing in the varied dialects/ of mistle
thrush and robin.//I remember the morning we walked/ from Leuk-Stadt to Susten:/
lost the first quick snow, your brother and I/ and you, running on ahead, to
make/ new footprints on the path between the vines.//Someone had left, or died,
and their grapes/ were black on the trellis,/ shrivelling, now, in the cold,
but still/ so fiercely alive, in their way, an indelible script/ of purpose and
blind resolution inking the wires.//We climbed the icy track at Alte Kehr, the
new snow/ thick on the dry-stone walls around the town,/ and everything, it
seemed, was legible,/ meltwater filling the tracks where a cat had lingered,/
the snow-light on your faces, like a blessing.//In these parts, I've heard it
said that, now and then,/ a woman will leave her bed without a sound/ and go
out early in the morning snow,/leaving no prints as she walks to the end of the
track,/ no vapour on the air, no sound, no stain;//and though she is one of
those we would surely imagine/ as loyal and decent, a careful and loving
mother, we also know/ she has travelled beyond any strong/ attachment to the
place she leaves behind, or those/ who carry on without her://a woman at dusk,
in a white shirt and wine-coloured sandals,/ singing, because she thinks she is
alone,/ or bending to fuss the cat, while the snow-clouds gather,/ and all that
seemed sure stands poised for the darkness to come,/ vineleaves and meltwater,
hedge-blossoms, fish blood and bone. 



De: "Aprender a dormir", Audisea, 2017
Traducción: Daniel Lipara
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Imagen: Getty Images

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