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Aleš Šteger





Aleš Šteger







Hace dos días que limpio la casa de la que se mudaron 

los inquilinos. En el último cuarto, bajo el radiador, 

encuentro una moneda de un centavo y dos clips, 

enganchados uno al otro, un par en abrazo infinito. 

Escurro el trapo para limpiar el piso; agua negra y arena 

corren por el desagüe del lavabo. Todo lo que hago es 

cambiar de lugar el polvo. 







Acabo de empezar a mirar Carretera perdida cuando suena

el teléfono. La voz dice que anoche, de camino a su

casa, ha muerto Svetlana. Esa voz la conocía desde hace

treinta y cinco años. Mucho se reprocha que en la última

charla, le dijo a ella que se preocupaba en exceso y era una

quejosa insufrible.







Cuando alguien muere, éste es nuestro primer pensamiento: ¿dónde

fue la última vez que vi a esa persona, de qué hablamos?

El lugar de la última vez.







Sobre el alma es fácil ser un lúcido, dice el profesor.

El dualismo de Platón y el alma de los antiguos padres

de la Iglesia. El espíritu que sale del cuerpo y lo contempla

como el boceto recién terminado mira

a William Blake. El alma de las manos y el alma de la técnica.

El alma de la máquina de coser, el alma de la campana de buceo

y el alma de la central nuclear. Algunos, dice el profesor, no

sólo piensan que el alma está en todas las termitas y las hojas,

sino que el alma es todo que a todo rodea, y que

somos los únicos extraños en esta alma. Que hay sólo dos

posibilidades. La primera, que vamos a aniquilarlo todo; la segunda, que

el alma nos va a deglutir y a digerir en su interior.





Dva dni že čistim hišo, iz katere so se izselili

najemniki. V zadnji sobi, pod radiatorjem,

najdem kovanec za en cent in dve sponki,

zataknjeni ena ob drugo, brezkončno objet par.

Ožemam krpo za brisanje tal, črna voda in pesek

odtekata v odtok kadi. Vse, kar počnem, je

premikanje prahu.





Ravno gledam Izgubljeno cesto, ko zazvoni

telefon. Glas pravi, da je prejšnji večer na

poti domov umrla Svetlana. Glas jo je poznal

petintrideset let. Zelo si očita, da ji je v zadnjem

pogovoru rekel, da se preveč nažira in da je

neznosen jamrač.





Ko nekdo umre, je to naša prva misel: kje je bilo

poslednjič, da sem osebo videl, kaj sva govorila?

Kraj, ki dobi svoj poslednjikrat.







O duši je lahko biti pameten, pravi profesor.

Platonov dualizem in duša zgodnjih cerkvenih

očetov. Duh, ki stopi iz telesa in ga opazuje

tako kot pravkar dokončana risba gleda

Williama Blaka. Duša rok in duša tehnike.

Duša šivalnih strojev, duša potapljaškega zvona

in duša nuklearke. Nekateri, pravi profesor, ne

mislijo le, da je duša v vseh termitih in bilkah,

ampak da je duša vse, kar vse obkroža, in da

smo mi edini tujki v tej duši. Da sta le dve

možnosti. Prva, da bomo vse uničili, druga, da

nas bo duša použila in presnovila vase.






Aleš Šteger (Ptuj, 1973) es uno de los autores fundamentales de la literatura eslovena contemporánea. Es licenciado en Literatura comparada y alemán por la Universidad de Liubliana, donde vive y trabaja como literato, traductor y editor de la prestigiosa casa editorial Beletrina.





Ha publicado cinco libros de poesía: Šahovnice ur (1995), Kašmir (1997), Protuberance (2002), Knjiga re?i (2005) y Knjiga teles (2010). Sus poemas han sido traducidos a más de diez idiomas. Es también autor de dos exitosos libros de reportajes sobre Perú y Alemania, V?asih je januar sredi poletja (1999) y Berlín (2007). Ha traducido al español y al alemán a autores como Pablo Neruda, Olga Orozco, César Vallejo, Gottfried Benn y Ingeborg Bachman, entre otros. En 2007 recibe el premio de ensayo Rožanc, el más importante de la lengua eslovena. (De: Círculo de Bellas Artes de Madrid)



Fuente: librospeligrosos.blogspot.com

Imagen: Vecemji

Dane Zajc

Todos los pájaros 







Vamos a matar a todos los pájaros.  

A todos, a todos, dijeron los cuervos en la penumbra.



Y en el silencio de la noche escuchaba

cómo alguien en el huerto asesinaba a mis pájaros.

Y yo sabía

que en mis mañanas

no habría más canciones,

y sentía

cómo la tristeza atrapaba mi alma.



A todos, a todos los pájaros, dijeron.



Y yo sentía cómo aleteaban

sus alas oscuras a mi alrededor

y cómo entre éstas me miraba

el ojo amarillo del cuervo.

¿Qué buscas? ¿urracas?, pregunté.

Bajo la corteza de mi cráneo

no escondo ningún ave.



A todos. A todos los pájaros.  

A todos vamos a matar, dijo.



Tuve miedo

de que alguna noche

a través de la penumbra en sueños



fuera a romperme el cráneo

y buscar con la locura de su pico

si en el nido de mis pensamientos existe

algún ave que canta escondida.



A todos. A todos los pájaros, susurraba.



Ahora siento en toda la nuca

el ojo amarillo del cuervo.

Mi alma está perforada.

Mi alma es un ave muerta.



A todos. A todos vamos a matar.  

A todos los pájaros, graznan los cuervos

bajo la penumbra del cielo.





Dane Zajc (1929, Zgornja Javorsica / 2005, Golnick, Eslovenia)

Fuente: http://circulodepoesia.com/2015/04/poesia-de-eslovenia-dane-zajc/

Imagen: www.delo.si

Jana Putrle Srdić


Jana Putrle Srdić









Desapariciones    








A los seis meses de tu muerte 

llamé a tu casa, 

nadie atendió el teléfono y 

de repente en el contestador

me sorprendió tu voz.



Como si los cactus de la repisa

rodearan mi cama por la mañana.



Como si contestaras desde un cubo

rosado de gelatina.



Tu voz

es para mí conocida y extraña a la vez,

inusualmente resuelta como la voz

de un hombre de treinta años que nunca

está en casa y necesita un contestador,



porque acaba de volver de handball

y tiene prisa para llegar a las prácticas de tiro.

Como todos los tiradores, sabe que en el camino

hacia el campo de tiro debe fijar la mirada

a través de la ventana del autobús, siempre en el mismo punto,

en la luna del cielo del atardecer,



para que después, ante el blanco,

el corazón le empiece a latir en círculos blancos

hasta unirlos con su pulso en un punto,

y apretar entonces el gatillo.



Una voz

conocida de un hombre de treinta años en luna

de miel rumbo a Venecia con una cinta de Glenn Miller

en el coche. Un sombrero femenino con alas grandes.

Unos pantalones livianos de verano – al estilo de Gatsby –

que se deslizan por las rodillas al saltar

dos escalones a la vez en los puentes.

Canales que apestan, paredes húmedas,

palomas, le dice a ella, palomas por todas partes,

y ligeramente prende a la vez con su encendedor

sonrisas en los negativos.



Paso al lado de este alto hombre delgado

con una camisa clara de verano que no me reconoce

porque aún no existo.



Pienso: cuando grabemos encima de la cinta

del contestador y tu voz en mi cabeza

se haga borrosa, también yo voy a volverme

un poco más transparente.





Jana Putrle Srdić (1975, Liubliana, Eslovenia)

Fuente: www.poesiademujeres.com

Imagen: www.siol.net


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