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Sergio Raimondi: Sobre la mesa de la cocina de la casa frente a la Usina


Lo que dejó de ser con la resolucióndel Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA) del 4 de abril de 1997 concerniente a la prohibición de realizar el pelado de camarones en domicilios particulares




Sobre la mesa de la cocina de la casa frente a la Usina:
una fuente grande con cientos de camarones, un bol
naranja donde va cayendo la carne limpia, un plato
playo donde van cayendo la caparazón y las antenas,
un plato sopero de loza blanca con agua casi blanca
donde el pelador se lava los dedos para recibir
el mate que le ofrece su mujer. Dejó el cajón el camión
a eso de las nueve, y volverá el perro a sentir el motor
a eso de las cinco de la tarde. Pero acá creen
que van a tener lista toda la pila para las dos,
así se come, tranquilamente y con la radio,
una hervida de verduras. Nada demasiado suculento,
ya que el estómago lleva cuenta de la irregular
picada durante la labor. Y después la siesta
para Pedro Quinter, quien verá al despertarse
desde el patio, entre llantas usadas, latas, redes,
maderas, alambres, lavarropas y pedazos
de la carrocería de algún auto, cuando levante
la vista de los picos afanosos de las gallinas
que se abalanzan sobre el cereal que deja caer
como un dios de la abundancia al abrir su mano,
a Norma Barassi que vuelve de la cocina
del Comedor de Jubilados del Barrio Saladero.


Al príncipe




La Escuela Lírica de Angel Labruna postuló,
contra la lógica de los titulares de prensa,
que el gol, si resultado de una jugada exquisita,
más valía que la anotación casual.
El llevó la proposición a un grado hoy difícil
de soportar, al caminar por el césped
como si deambulara por un jardín, envuelto
su pensamiento en proyectos mejores
que un triunfo en el torneo local,
si bien el rumor de la plebe insistió en sacarlo
de esa distancia propia de un soberano
que su porte ponía en evidencia ante rivales
y cámaras, y devolverlo a la gloria y figura
de un Príncipe popular que condesciende
en dar esa alegría que desde la tribuna se exige
con furia exasperada como si se tratara de pan.



Sergio RaimondiOtros poemas de SERGIO RAIMONDIaquí
Enlaces: Rotaciones
Imagen: Apóstrofe

Sergio Raimondi nació en Bahía Blanca, Argentina, en 1968. Poeta, ensayista y docente. Formó parte del grupo Poetas Mateístas. Publicó Poesía civil (Vox, 2001; 17grises, 2010), editado también en Berlín, Alemania, 2005 y en Cáceres, España, 2012. Su obra ha sido publicada en numerosas antologías nacionales e internacionales. En 2007 recibió la beca Guggenheim por su proyecto Para un diccionario crítico de la lengua, del que se publicó un adelanto en Alemania (Berenberg, 2012). Ha realizado traducciones de Catulo (Catulito, Vox, 1999) y de fragmentos de Paterson de W.C. Williams (1998).
Como ensayista, ha escrito sobre las relaciones entre poesía, política y economía en relación a Sarmiento, Alberdi, Martínez Estrada, Urondo y Lamborghini entre otros. Desde 2002 es profesor de Literatura Contemporánea en la Universidad Nacional del Sur, donde actualmente dicta un seminario sobre las lecturas de Pound en América Latina. Entre 2003 y 2011 fue director del Museo del Puerto de Ingeniero White, una institución pública y comunitaria basada en un archivo de miles de relatos orales de los trabajadores de esa localidad. En 2011 fue nombrado secretario de cultura de Bahía Blanca, cargo que ocupó hasta 2014.

Sergio Raimondi: Ánodo arriba, abajo cátodo y en el medio

Sergio Raimondi

Paisaje de Induclor con uno o dos operarios




Ánodo arriba, abajo cátodo y en el medio
la capa de tres milímetros de mercurio
que gira y gira y gira y gira y gira
luego de abrir las válvulas de la salmuera
y de inyectarle la electricidad que gasta
media ciudad en cualquiera de sus días:
por un lado el cloro, por otro el hidrógeno,
por otro, al fin, la soda cáustica al cien.
Ahora el operario limpia el sistema
con ácido, una escobilla de acero
y el cuidado de no dejar actuar
gérmenes que desplieguen el óxido.
No se le ve la cara. Lo que se le ve
es una máscara con carbón activado
que filtra los vapores del metal.
Tampoco al otro se le ve la cara, se le ve
una máscara igual, pero su cuerpo
es más voluminoso y los zapatos difieren.

Otros poemas de SERGIO RAIMONDIaquí
De: "Poesía civil", Ediciones Liliputienses
Imagen: Festival Internacional de Poesía de Granada

Sergio Raimondi: Shelley, Ingeniero White, 1901

Sergio Raimondi


Pietro Gori & Cicerón & Percy Shelley, Ingeniero White, 1901




Por los rieles va el vagón y en su techo la luna
hasta que llega a la punta del muelle y se cae
al mar. Los que oyen el discurso no vuelven
a sus casas, vuelven a otro lugar, no ven, no verán,
algunos por unos días, otros por años, más
lo mismo aunque lo mismo les frote la nariz.
El conferencista arma un dispositivo detonante
que mezcla retórica (55%), inspiración romántica
(20%) y perspicacia crítica anarquista (25%).
Ahora es imposible adivinar si la combinación
fue la adecuada, y la sospecha queda de un elemento
que fagocita al otro lentamente en el recuerdo
del estruendo primero. Ciego silencio después.
No sé. Por los rieles va el vagón y en su techo
nada, polvillo del cereal, vestigios de carbón.


SERGIO RAIMONDI (1968, Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, Argentina)
De: "Poesía civil", Ediciones Vox, 2001
Imagen: la gaveta corrediza de rossell


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