I
Amo mis huesos
su costumbre de andar rectos
de levantar un semicírculo
para abarcar el cielo
de encadenarse en filigranas diminutas
para favorecer el movimiento;
amo mis huesos con sus cuevas
sus salientes
y sus curvas profundas.
Si hubiera sido insecto,
también habría amado mis antenas
como amo ahora mis ojos con sus cuencas
y mis manos inquietas
y toda esta estructura
en la cual vivo
en la cual soy completa.
Y le doy gracias al discutido Dios
de creación perfecta o imperfecta
de existencia absoluta
o no existencia,
le doy gracias
en uso
de mi cuerpo y su esencia.
Al menos, comprendo su intención:
sé que era buena
La ciudad cerrada
1
Estremezcámonos:
la vida es movimiento.
Moscas rondan y rondan por mi espacio
(este pequeño espacio
de cuatro paredes alquiladas).
Nunca las tomo en cuenta
a no ser para darles el final golpe de gracia.
Mis pies se asientan
buscando tierra firme
—invisible circuito de vida los recorre—.
Pero mis pies apenas saben
de cemento y de hierba;
no se preguntan nada
y continúan caminando ciegos.
Toda la vida está llena de tentáculos ágiles
que alcanzan o reciben
depositan tesoros
aletean promesas.
Con títulos firmados
límites, reglamentos
pasamos la maravillosa aventura de vivir nuestro turno
uniformados en legiones obedientes
y casi olvidándonos de lo que somos.
Bendita orilla
paraíso sin nombre todavía
donde poder oír el ritmo de nuestra propia sangre
y acordarnos nuevamente
de la verdad eterna.
Donde hasta la serpiente sabe por qué vive.
Donde no hay que inventar razones
para justificar nuestra presencia.
¡Oh bancos del Estado
monedas rodando por las calles
oh múltiples pelucas
de ciento tres coma un colores!
Pero la industria se iría por los suelos
y la patria y su bandera, y el progreso.
Pero diremos qué felices somos
sentados a la mesa
con cubiertos dorados.
Estremezcámonos, siquiera entonces:
Señoras y señores
la vida es un amable sueño
con cine y macetitas decoradas de antemano.
Viva la vida
y los pies encerrados en vistosos estuches.
¡Adiós cerros inaccesibles y lejanos!
no servís para nada
a no ser para poneros
en alguna vitrina al precio de ocasión
la vida es movimiento.
Moscas rondan y rondan por mi espacio
(este pequeño espacio
de cuatro paredes alquiladas).
Nunca las tomo en cuenta
a no ser para darles el final golpe de gracia.
Mis pies se asientan
buscando tierra firme
—invisible circuito de vida los recorre—.
Pero mis pies apenas saben
de cemento y de hierba;
no se preguntan nada
y continúan caminando ciegos.
Toda la vida está llena de tentáculos ágiles
que alcanzan o reciben
depositan tesoros
aletean promesas.
Con títulos firmados
límites, reglamentos
pasamos la maravillosa aventura de vivir nuestro turno
uniformados en legiones obedientes
y casi olvidándonos de lo que somos.
Bendita orilla
paraíso sin nombre todavía
donde poder oír el ritmo de nuestra propia sangre
y acordarnos nuevamente
de la verdad eterna.
Donde hasta la serpiente sabe por qué vive.
Donde no hay que inventar razones
para justificar nuestra presencia.
¡Oh bancos del Estado
monedas rodando por las calles
oh múltiples pelucas
de ciento tres coma un colores!
Pero la industria se iría por los suelos
y la patria y su bandera, y el progreso.
Pero diremos qué felices somos
sentados a la mesa
con cubiertos dorados.
Estremezcámonos, siquiera entonces:
Señoras y señores
la vida es un amable sueño
con cine y macetitas decoradas de antemano.
Viva la vida
y los pies encerrados en vistosos estuches.
¡Adiós cerros inaccesibles y lejanos!
no servís para nada
a no ser para poneros
en alguna vitrina al precio de ocasión
10
Detrás de los letreros
hay gentes que respiran.
Grises gentes que se nutren
de luz artificial,
de mortal
languidez
y sofocante espuma
de palabras mil veces
repetidas.
Detrás de los letreros
están los verdaderos
personajes de la vida
53
contorsionándose, asfixiados por el denso
humo letal que expelen
la industria y el progreso.
Hombres en camiseta
gordas mujeres de pisada lenta
barren la esquina
vacían ceniceros
inacabables
se acuestan agotados
espalda contra espalda
fijamente
mirando
el resplandor de incendio
que en la pared reflejan los letreros.
Día tras día
las fechas del almanaque caen
se desgranan
sobre su frente triste
cuadriculada
de espesa propaganda.
Jugándose su suerte
a un buen vaso de vino
al partido de fútbol
en la televisión de los domingos,
desprolijos y ufanos
los abatirá la muerte
hay gentes que respiran.
Grises gentes que se nutren
de luz artificial,
de mortal
languidez
y sofocante espuma
de palabras mil veces
repetidas.
Detrás de los letreros
están los verdaderos
personajes de la vida
53
contorsionándose, asfixiados por el denso
humo letal que expelen
la industria y el progreso.
Hombres en camiseta
gordas mujeres de pisada lenta
barren la esquina
vacían ceniceros
inacabables
se acuestan agotados
espalda contra espalda
fijamente
mirando
el resplandor de incendio
que en la pared reflejan los letreros.
Día tras día
las fechas del almanaque caen
se desgranan
sobre su frente triste
cuadriculada
de espesa propaganda.
Jugándose su suerte
a un buen vaso de vino
al partido de fútbol
en la televisión de los domingos,
desprolijos y ufanos
los abatirá la muerte
De: "Tríptico", Municipalidad de Lima, 2020
Enlaces: Círculo de poesía | Patio de lecturas |