Mostrando las entradas con la etiqueta John Ashbery. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta John Ashbery. Mostrar todas las entradas

Hotel Lautréamont, por John Ashbery

Hotel Lautréamont, por John Ashbery
El poeta John Ashbery sentado en un sillón color beige claro con rayas verticales. El poeta viste una camisa azul casi negra. En el fondo a la derecha se aprecia un mueble con algunos libros desordenados



 1.     

La investigación demostró que las baladas fueron producidas por toda la sociedad 
trabajando como un equipo. No ocurrieron por sí solas. No hubo conjeturas. 
Las personas, en aquel momento, sabían lo que querían y cómo conseguirlo. 
Vemos los resultados en obras tan diversas como “Windsor Forest” y “The Wife of Usher’s Well”.   


Trabajando como un equipo, no ocurrieron por sí solas. No hubo conjeturas. 
Las trompas de Efland pasaron volando, y en pocos segundos 
vemos los resultados en obra tan diversas como “Windsor Forest” y “The Wife of Usher´s Well”, 
o, en una nota más moderna, en el final del concierto de violín de Sibelius. 


Las trompas de Efland pasaron volando, y en pocos segundos
el mundo, como sabemos, se hunde en la demencia, como demuestra la narrative passé,
o en el final del concierto de violín de Sibelius.
No te preocupes, muchas manos están haciendo el trabajo más fácil de nuevo.


El mundo, como sabemos, se hunde en la demencia, como demuestra la narrative passé.
En todo caso, la decisión está pendiente desde hace mucho tiempo.
No te preocupes, muchas manos están haciendo el trabajo más fácil de nuevo,
así que quedémonos adentro. La búsqueda era sólo otra aventura.



2.

En todo caso, la decisión está pendiente desde hace mucho tiempo.
Las personas están fuera de sí, extasiadas,
así que quedémonos adentro. La búsqueda era sólo otra aventura
y la solución problemática, de cualquier modo lejana en el futuro.

Las personas están fuera de sí, extasiadas,
sin embargo, nadie se pregunta el origen de tanta euforia colectiva,
y la solución: problemática, de cualquier modo lejana en el futuro.
El saxofón se lamenta, la copa de martini está vacía.


Sin embargo, nadie se pregunta el origen de tanta euforia colectiva.
En tiempos difíciles uno miraba al chamán o al sacerdote para el consejo y el consuelo.
El saxofón se lamenta, la copa de martini está vacía,
y la noche como un negro plumón de cisne se instala en la ciudad.


En tiempos difíciles uno miraba al chamán o al sacerdote para el consejo y el consuelo.
Ahora, sólo quienes tienen la voluntad están destinados a recibir la muerte como una recompensa,
y la noche como un negro plumón de cisne se instala en la ciudad.
Si intentamos salir, ¿nos ayudará estar desnudos?


3.

Ahora, sólo quienes tienen la voluntad están destinados a recibir la muerte como una recompensa.
Los chicos bailan hula-hula, imaginando una puerta al exterior.
Si intentamos salir, ¿nos ayudará estar desnudos?
¿Y qué hay de los mayores, las preocupaciones más ligeras? ¿Qué hay del río?


Los chicos bailan hula-hula, imaginando una puerta al exterior,
cuando todo lo que pensamos es cuánto podemos cargar con nosotros.
¿Y qué hay de los mayores, las preocupaciones más ligeras? ¿Qué hay del río?
Todos los gigantes fueron archivados a través del laberinto del tiempo.


Cuando todo lo que pensamos es cuánto podemos cargar con nosotros
no sorprenden aquellos que en su casa se sientan, nerviosos, junto a la apagada chimenea.
Todos los gigantes fueron archivados a través del laberinto del tiempo.
Sólo nos queda llegar a un acuerdo con nuestras cosas en común.


No sorprenden aquellos que en su casa se sientan nerviosos junto a la apagada chimenea.
Fue  su elección, después de todo, la que nos impulsó a las hazañas de la imaginación.
Sólo nos queda llegar a un acuerdo con nuestras cosas en común
y al hacerlo destituimos al tiempo de más rehenes.


4.

Fue su elección, después de todo, la que nos impulsó a las hazañas de la imaginación.
Ahora, silenciosamente como alguien que sube una escalera, emergemos hacia la luz
y al hacerlo destituimos al tiempo de más rehenes,
para poner fin a la disputa que la historia hace tiempo comenzó.


Ahora, silenciosamente como alguien que sube una escalera, emergemos hacia la luz
pero está envuelta, velada: debimos haber cometido algún error espantoso.
Para poner fin a la disputa que la historia hace tiempo comenzó
¿Debemos empujar hacia delante, en la perversidad?


Pero está envuelta, velada: debimos haber cometido algún error espantoso.
Enjuagaste tu frente con una rosa, recomendando sus espinas.
¿Debemos empujar hacia delante, en la perversidad?
Sólo la noche lo sabe con seguridad; el secreto está a salvo con ella.


Enjuagaste tu frente con una rosa, recomendando sus espinas.
La investigación demostró que las baladas fueron producidas por toda la sociedad;
sólo la noche lo sabe con seguridad. El secreto está a salvo con ella:
Las personas, en aquel momento, sabían lo que querían y cómo conseguirlo.



Otro poema de JOHN ASHBERYaquí
Fuente: Diario Perfil
Imagen: La Nación

John Ashbery

Galeones de Abril

Galeones de Abril    




Algo tenía que estar ardiendo. Y además 
al fondo de la habitación un vals desacreditado 
estaba vivo y recitaba cuentos acerca de los conquistadores 
y sus lirios - ¿será la vida, en conjunto, 
una tibia fiesta de estreno de una casa? ¿Y de dónde salen 
los pedazos de sentido? Era evidente 
que había llegado el momento de marcharse, de cambiar 
de dirección, hacia las ciénagas y hacia los nombres
fríos y enroscados de ciudades que sonaban como si existiesen
aunque no hubieran existido nunca. Veía la barca
como una lima de uñas que apuntase a los placeres
del gran mar abierto, que se detendría por mí,
que probaríamos tú y yo la desarticulación
de una inclinada cubierta y volveríamos algún día
por entre los rasgados velos anaranjados de una tarde
que sabría nuestros nombres aunque con una pronunciación
diferente y entonces, solamente entonces, podría llegar el provecho de la primavera
a su propio ritmo, como se suele decir, con el gesto
de un pájaro que despega para acceder a una posición
supuestamente mejor aunque no tal vez mayor,
en el sentido en el que una guitarra con alas sería mayor
si la tuviéramos. Y todos los árboles parecían existir.

Luego vino un día más corto de tapices mohosos
con las iniciales de todos los anteriores propietarios
para aconsejarnos callar y esperar. ¿Nos conocería ahora
el ratón, y si así era, hasta qué punto admitiría
la proximidad la conversación sobre la diferencia, bien migaja
o bien otra caridad menos perceptible? Iba todo a ser
desperdigado de todos modos, tan lejano del deseo de uno
como la raíz del árbol respecto al centro de la tierra
del que en cualquier caso surgió a tiempo
de informarnos sobre felices floraciones y sobre la fiesta
de las parras que iba a haber mañana. El simple hecho de estar debajo
de ellas te hace a veces preguntarte cuánto sabes
y entonces despiertas y sabes, pero no sabes
cuánto. En los intervalos de la media luz las notas
de una mandolina desafinada parecen coexistir con su
pregunta y con la no menos urgente respuesta. Ven
a mirarnos, pero no desde muy cerca, pues la familiaridad
se disipará entre truenos y la niña mendiga
que con pelo de esparto llora incomprensiblemente será
lo único que quede de la edad de oro, nuestra
edad de oro, y no volverán a salir al alba
los enjambres para volver como una lluvia de polvo
suave por la noche a apartarnos de nuestra honradez
aburrida e insatisfactoria con cuentos de vistosas ciudades,
de cómo en ellas construía la neblina y qué
instrucciones seguían los leprosos
para evitar estos ojos, los ojos viejos del amor.



JOHN ASHBERY (1927 / 2017, Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica)
De: "Galeones de abril", Colección Visor de Poesía, 1994
Traducción Esteban Pujals Gesalí 
Enlaces: Babelia
Imagen: inkslinger

Designed by OddThemes | Distributed by Blogger Template Redesigned by PRD