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Andi Nachon



–Lo siento madre: me confundí, me compliqué– dice empapado cuando entrega
la caja torcida, húmeda y más
de una hora tarde. Yo, que ahora soy madre, sólo asiento ante la pizza
rebusco, perpleja, en los bolsillos más propina. Afuera

sigue la tormenta, más afuera aún
estarán mi madre, su madre, algo así como la vida. Quedamos el chico
del delivery y yo cruzando
este tiempo del perdón que él insiste: lo siento

me confundí me compliqué y yo
otra vez acepto. En un rato, él arrancará la moto volverá
a esa esquina donde amigos, cerveza y porro hagan de esto
apenas otra entrega fallida. Un rato más y ya

nada quedará de la pizza. Pero ahora retumba la tormenta en mí resuena
el mantra: me confundí, me compliqué, como él como todo
busco un perdón que por ahí no venga. Madre

quién no llega tarde al lugar equivocado quién
no pide a la tormenta alguna reconciliación
una pizza torcida en la mano
entre equivocada y confundida apenas
otra entrega fallida.



Tapame los ojos:
hace frío detrás de las ventanas y este sábado
el invierno se disuelve entre nosotros. Da vértigo

tapame los ojos. No sé
qué hacer con este frío sobre mi cuerpo
algunas noches, reconozco
esa marca detenida en mis muñecas:
signo
que mostrar orgullosa levantando los brazos: "Esto
han hecho con mi cuerpo". Así
como un refugiado muestra
sus dedos sin uñas y eso
se vuelve su último orgullo. El tuyo.
Da vértigo, el frío recortando cada objeto. Entre nosotros

llega otro invierno. Una papa
humeando desde un cacharro de metal -para ver
desde allí- los ojos del amo:
tapame la cara

mirando hacia adentro,
hacés té y leés
tranquilo al calor de la lámpara
afuera
el invierno golpea, no sé
qué puedo decirte desde este puerto: "hizo frío
y el día se extinguió lentamente - casi- sin dolor". Ahora
se dan vuelta los ojos y sube el vértigo, cubrime la cara
tapá
este frío de refugiada que mataría
por el calor de una papa. Cuerpo

helado al costado del camino
- el mío- frente a una linterna
encandilada, para gritar: esto
han hecho conmigo. Mientras la noche
profunda se instala y corren
suaves gotas sobre las ventanas. - "No,
no deberíamos ser apacibles"-. Ahora:

ojos volcados hacia adentro
como quien dice - levantando los brazos-
"hagan
lo que quieran con este cuerpo", en medio del invierno
vos
leés al calor de una lámpara y esta noche
se instaló suave, prácticamente calma.



Andi Nachon / Soy buena copiloto...



Soy buena copiloto, aunque no lea
mapas y pasen
los carteles a la velocidad de la luz

nunca me duermo ni dejo solo
al conductor con su magia
en avanzada constante. Soy

buena copiloto y ya: desde los
cuatro lo sé y cada 
viaje o este único
largo viaje interminable

con su movimiento marcan
su propia realidad. Cuando fui chica la familia
nucleaba en su chevy naranja
el terror de la huida. Ahora

como toda copiloto sé
no hay viaje sin fuga y nada hay 
que no haya 
empezado en algún dolor.



Otros poemas de ANDI NACHONaquí
De: "La III Guerra Mundial", Bajo la luna, 2013
Fuente: www.bajolaluna.com
Imagen: www.festivalpoesiabsas.wordpress.com

Andi Nachon


Hospital de ojos     




–Santa Lucía, déjanos ver.– Aquí donde esperamos todos 
mientras afuera sigue febrero, su luz brillante y restan más 
de cincuenta números antes, aquí, Santa 
permítenos en la espera –a mí, a los otros– cierta dignidad en bordes 
poco limpios inhóspitos 
rincones éstos de la pública 
salud y heridas 
por trabajos varios, soldadoras o astilla 
que es vidrio en tu ojo. Permítenos sí 
ver claro cómo 
esto alcanzaría para todos. A la espera con números
imposibles del cien al dos
diez cuánto
habrá más que esperar para ver? Alcanza con  el verde
pleno de febrero y alcanza para más
éste estar acá. Guardia
médica en filas iguales: mi orzuelo y el pañuelo
sangrante del hombre viejo. Son de fajina
sus pantalones y uniforme, aquí
donde también él
tendrá sus sueños cuando espera y vos
al lado le tendés otro pañuelo. –¿Es rojo
esto que veo? ¿Tiene el dolor
algún color?– “Santa Lucía, que estás aquí
hecha por nosotros –para nos– los que en fila
esperamos qué salvación: déjanos ver un probable
tiempo para todos
donde también este penar
tenga su sitio sin apostar al empuje
del otro para hacer lugar.” Y hay algo
definitivo de barco hundido aunque alcance
el gesto alcanza, decinos vos Lucía, para en el otro
ser nosotros y así
la luz completa de febrero
no se opaque ni se sostenga más
esa regla del pobre
para otro pobre aplastar. Acá, donde parches hablan miradas
cuando no estamos ahí
donde queríamos llegar. Qué, Santa Lucía, nos podrá ya
justificar. Lavandina más espadol, el alfajor que la nena
come inquieta en un rincón. Ciento
sesenta y ocho escrito en digitales rojos, suspiros
de la impaciencia al fastidio porque nada
logra a veces ligar en dolor, ni siquiera
cierta redención. –Pero estalla afuera esta mañana
única de febrero, cualquier posible
caminata al sol, el mismo aquí, en esa
clínica privada siempre aséptica y no
la salud no se paga
no debiera negociarse eso: nuestra debilidad ante los cielos.– Santa
Lucía Santa, recuérdanos que nosotros
y los otros igual moriremos. Y alcanza
con alcanzarnos unos a otros debiera, Lucía
ser suficiente aunque la madre
da un bofetón a la nena, en esta calma chicha
tan parecida a sala previa
del huracán que borre toda
espera pero no. Vos
aquí ayúdanos a ver, no el ojo emparchado de la nena
sino que a ver
Vinimos aquí lucía: solamente a vernos, los unos
en los otros ya que éste
espacio alcanzaría para todos
cuando casi esa mano
del hombre herido sobre el hombro
blando de su chica alcanza
también estas entrañas, Lucía aquí
vos despierta con nosotros.


Andi Nachon
ANDI NACHON (1970, Buenos Aires, Argentina)
De: "Plaza Real", 2004, Ediciones La Bohemia
Imagen: sigamosenamoradas.blogspot.com

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