Jonas Mekas

Jonas Mekas con una campera y gorra negra gesticulando delante de una ventana o puerta con cuadrículas

"Destellos de belleza" ofrece una suerte de revisión caleidoscópica de la biografía de Jonas Mekas en la que el cineasta y poeta lituano elige contarse a sí mismo mediante fragmentos de vidas ajenas. En estas páginas, las anécdotas y registros cotidianos del autor conviven de manera natural con los recuerdos de sus amigas y amigos diseminados por el planeta sin temor al desorden cronológico o la desconexión estilística, consciente de que la imposibilidad de organizar una existencia sea tal vez la mayor de sus virtudes. Así, los recuerdos de su primera cámara de fotos, de sus noches en una prisión de Nueva York, o los de una jornada en la que estuvo en cuatro patas como un perro se entremezclan con las anécdotas de la madrugada en que George Maciunas, fundador de Fluxus, plantó ilegalmente dos árboles en las veredas céntricas del Soho, o de la llegada secreta de John Lennon y Yoko Ono a los Estados Unidos.

El afán archivístico desbordante que caracteriza la poética de Mekas, ese impulso por capturar momentos de su vida sobre la marcha y atesorarlos en los soportes al alcance de la mano (ya sea película cinematográfica, una servilleta de papel o los bolsillos de su abrigo), atraviesa este volumen de múltiples formas. Cartas, recortes de periódicos, entradas de cine, citaciones de juzgados, un llavero del Chelsea Hotel, y hasta la barba de Allen Ginsberg ilustran los hechos relatados al tiempo que los completan y se vuelven su combustible. Más que en ningún otro libro suyo, las imágenes incluidas aquí son decisivas no solo por su caudal, sino especialmente por su relevancia narrativa.

Lejos de proponernos una experiencia nostálgica anclada en artefactos y costumbres del pasado (rollos de celuloide, cartas o revistas en papel), esta colección de escenas de una vida nos brinda, en el marco del centenario del nacimiento de Mekas, un haz de luz que se proyecta sobre nuestro presente. Su lectura puede asistirnos frente al dilema de cómo seguir construyendo lazos afectivos y comunidades creativas independientes, o de cómo volver a humanizar el rol de la cultura en un panorama cada vez más fragmentado y desmaterializado. Es en este sentido que Destellos de belleza tiene la potencia esclarecedora de un consejo susurrado en medio del ruido del mundo actual.

 CÓMO GREGORY CORSO SALVÓ MI VIDA

 Entre 1967 y 1974, la habitación 725 del Chelsea Hotel fue mi hogar. Harry Smith vivía en el mismo piso, a la vuelta del pasillo. Del otro lado de la pared delgada, Janis Joplin practicaba su canto asombroso; aunque también podía oír todos sus otros sonidos, dado que su cama estaba pegada a la mía… También estaba Patti Smith, y más arriba Shirley Clarke y el tipo con la serpiente pitón que de tanto en tanto se le escapaba y causaba un poco de pánico. Y también estaba Gregory Corso y sus happenings extraños en la habitación de Harry con humo y colchones en llamas… Pero más allá de eso, Gregory también cumplió el rol indirectamente instrumental de salvarme la vida. Sucedió de esta manera. Era muy de noche en el Chelsea. Estaba cansado y ebrio luego de un día de trabajo duro. Necesitaba un cambio de ritmo. Ya era pasada la medianoche, pero debía hacer algo para despabilarme. Salir al aire libre y sacudirme un poco. Ya había leído mi cuota diaria de Francis Bacon. 2728 Decidí caminar hasta Times Square y ver si pasaba algo interesante ahí. Estaba necesitado de un poco de acción nocturna. Me puse mi abrigo y mi gorro. Era una noche fría de fines de otoño. Abrí la puerta y justo antes de cerrarla oí un golpe extraño. Miré atrás y me sorprendió ver un libro que se había caído sorpren dentemente  de un estante de libros apretados. Era como si se las hubiera arreglado para deslizarse y arrojarse al suelo. Cerré la puerta y me acerqué al estante. Estaba perplejo y asombrado: ¿cómo era posible que ese libro saltara de un estante tan apretado y atiborrado? Así y todo allí estaba, en el suelo. Levanté el libro: era El feliz cumpleaños de la muerte, de Gregory Corso. Lo sostuve en mis manos y releí su título. Fue entonces que me quité el abrigo, el gorro y me dije a mí mismo “No, hoy no saldré a Times Square ni a ningún otro lugar. Esta es una advertencia de los ángeles. Esta noche me quedaré en casa”. Hasta el día de hoy creo que el libro de Gregory me debe haber salvado de algo desastroso esa noche. Le conté esta historia a Gregory una semana antes de su muerte. Asintió débilmente y dijo que estaba feliz de haberme salvado la vida… Gregory era una persona encantadora, un poeta hermoso, un herrero del lenguaje.    

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5




Sin 
-moverse
esquifes

queman

en un pálido
sol 
de mediodía 

Donde 
me 
siento

No hay
brisa
alguna,
ningún
sonido,

Salvo 
un
bote
a motor
del

otro lado 
cruzando
la
bahía



1



Yo
también,
ahora
a mitad
de mi vida
me adentré 
en
un
bosque
oscuro,
perdí 
el sendero
no vi
más
signos,
y
ahora
tengo
que
empezar
todo
de nuevo,
todo
lo 
que pensaba,
que pensaba
que 
era mi
ser real,
se 
desvanece
justo en
este momento,
así 
estoy
reducido a
cosas
primordiales,
preguntando
dónde
estoy y
qué
soy,
esforzándome
para escuchar
algo en
el silencio,
escuchando 
vacíos sin límite
dentro de
las cosas,
viendo
que el pasado
sigue
regresando,
sintiendo que
con
cada 
nueva
palabra,
aguijonea, 
sintiendo
que
estoy,
estoy
de vuelta
a mi origen,
con 
todo
lo que gané
y todo lo que perdí,
fina
noche
en
todo
mi 
alrededor
ahora
que
estoy
de pie
a solas



JONAS MEKAS (1922, Biržai, Lituania / 2019, Nueva York, Estados Unidos de NA)
Fuente: Archive.org
Traducción del lituano al inglés: Vyt Bakaitis
Traducción del inglés al español: Camilo Barriga
Enlaces: Sitio oficial de Jonas Mekas | Caja negra Editora
Imagen en Sky Arte

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