(no escribo palabras: las investigo)
Cada tanto la cabeza se me llena de palabras antiguas: péñola,
estricote, rabicana, árgana;
o de palabras desorientadas como “matar el tiempo”
cuando lo evidente es al revés.
De las palabras
me gusta hasta el silencio que traen
desde la cueva originaria;
a todas las recibo,
incluso a las que no existen ni hay motivos para eso:
a cualquier palabra, siempre que no grite.
Reviso sus posibilidades, se entrometen en mi mesa
y también las olvido:
de ellas
espero la contundencia de un pedido de auxilio
o del olor que sale de las ollas: lo demás
será o no será
según dilemas que el diccionario desconoce y que los laberintos de
la etimología no pueden resolver.
estricote, rabicana, árgana;
o de palabras desorientadas como “matar el tiempo”
cuando lo evidente es al revés.
De las palabras
me gusta hasta el silencio que traen
desde la cueva originaria;
a todas las recibo,
incluso a las que no existen ni hay motivos para eso:
a cualquier palabra, siempre que no grite.
Reviso sus posibilidades, se entrometen en mi mesa
y también las olvido:
de ellas
espero la contundencia de un pedido de auxilio
o del olor que sale de las ollas: lo demás
será o no será
según dilemas que el diccionario desconoce y que los laberintos de
la etimología no pueden resolver.
(sobre el viaje inconcluso)
SI me cuesta dormir
y si he aprendido a estar solo
es porque el viaje ha sido largo;
si a veces me desencuentro o trato de no estar
es porque el viaje ha sido largo.
No me quejo del frío en verano, del calor en invierno,
ni de mis 37º de temperatura, que siendo idénticos ya no son los
mismos.
Cuando el viaje ha sido largo
las verdades pasan como un bostezo de visita,
las historias viejas se repiten con actores nuevos;
lo que se ha ido quiere volver, y vuelve con recuerdos.
Con el viaje ya largo,
no me gustan el vino artesanal, la ostentación, las comidas de
mucha gente,
y en cambio me gusta la relectura: soy lector de detalles;
creo en la sintaxis, en las buenas maneras,
me aburren los milagros
y estoy atento a los matices.
El viaje ha sido largo y su ganancia
es la variedad: si se suman las partes
el resultado no es el mismo siempre.
Lo que en cambio no importa es el viaje concluido:
ya no varía, ya no tiene curiosidad
(la calle vacía)
Llegan risas, la arenga del predicador, la discusión en la taberna.
Los pasos son rápidos o lentos, pero no se sabe dónde están:
hay huellas que esperan su momento, siempre a punto de
explicarse
y siempre sin explicación.
Las cosas
tienen nombre para evitar la confusión, pero las palabras no
explican lo que dicen;
en alguna parte llueve
pero qué hacer con una lluvia que no moja;
alguien mira desde donde no hay nadie;
y si no se sabe quién habla ni quién contesta
es porque ignoramos demasiadas cosas.
La ciudad manda señales como un barco en apuro;
y yo voy tanteando la pared como un ciego,
rodeando el farol como la niebla,
pero todo lo que sucede
no sucede aquí.
(informe de la NASA)
Gente que sabe
asegura que el Sol acabará con nosotros: el planeta Tierra
o lo que quede de él
sufrirá una quemazón que abarcará no sólo agosto
sino todo el calendario.
Ahora
sabemos con precisión lo que sabíamos por leyendas;
y mientras vivimos y morimos y practicamos deportes,
el reloj universal sigue a buen ritmo, un paso y otro
sin perder ninguno;
y cuando llegue el día se incendiarán los bosques, las islas, la
cordillera de los Andes, el trópico y los polos, la crecida de
los ríos, el lucero del alba y Don Quijote de la Mancha
que por costumbre y confianza en el futuro
empiezo a leer otra vez.
(para no equivocarse)
Tendré que acostumbrarme a esas llamadas en las que no hablo con
nadie;
tendré que aceptar que aunque no haya nadie
yo hablo,
como camino aunque no vaya a ningún sitio
o tomo agua sin sed.
Y no es contradictorio porque nada
es claro entre nosotros: vamos entre construcciones sin finalidad
y situaciones próximas que se excluyen.
La armonía es una tregua
y la concordia se asienta en otro suelo:
saber esto
evita equivocarse cuando nadie llama
y yo contesto.
(visita a un viejo álbum de fotos)
Están vivos en alguna parte: les toca
no morir del todo y tener una historia que tal vez no sea la suya.
De la soprano
se dice que lloraba cuando cantaba Casta Diva;
un anciano de levitón, magistrado o profeta, mira como si
comprendiera muchas cosas,
y la que esperaba un amor se desilusionó cuando lo tuvo.
Una chica sonríe con su belleza sin dilemas;
otra, una existencia siempre en guardia, reclama lo que le
seguirán debiendo;
un muchacho mira como si no hubiera estado nunca en un lugar
como ése.
Lo vivido y lo que agregamos: recuerdos
verdaderos o inventados
para la necesidad de los sobrevivientes.
(la memoria a los 80 años)
La memoria: una buena compañera de viaje.
Me sigue a donde voy, pondera lo que sé, disimula
lo que ignoro
y defiende sus versiones:
un sitio para ver el mundo,
guarida contra el descampado.
Por el trato que tenemos,
juego todavía en un patio de Salta,
camino por lugares que conozco y por otros
que conozco más porque no existen;
una chica me trae una cerveza y no deja de mirarme;
una mendiga grita en la calle: amenaza con la boca mientras pide
piedad con el resto de la cara.
Los recuerdos
no son sólo ladridos del pasado, y la nostalgia
no ayuda con su olor a incienso, a casa polvorienta;
se trata de estar al acecho, de las conversaciones que tendremos.
Y en cuanto al olvido, no es sólo olvido sino necesidad: que los
recuerdos
no ocupen todo el sitio del presente
y la memoria no termine siendo un libro de meditación.
Vivió veinte años en Madrid y hoy vive en Buenos Aires.
Publicó más de treinta libros en Argentina y España: poesía, cuento, ensayo y antologías; entre otras: “Poesía del Noroeste Argentino”; de Manuel J. Castilla, Néstor Groppa, Juan Carlos Dávalos y “Los que se fueron” (poetas argentinos en el exterior).
Sus últimos libros de poesía: “La conversación”, Visor 2017; “Llaman a la puerta”, Ed. del Dock 2019; “Ciudad”, Pre-Textos 2020; “Letanías”, el Suri Porfiado, 2023; y “Tal vez llegue caminando”, 2024.
De ensayo: “Sobre la forma poética”, EUDEBA 2019 y “Estar de paso”, Visor 2022.
Algunos premios: de la Provincia de Salta, Fondo Nacional de las Artes, 3º Nacional de Poesía, Internacional Jorge Luis Borges, Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Fundación Argentina para la Poesía. En España, Ignacio Aldecoa y Jaime Gil de Biedma.
Dirigió veinte años la colección de poesía de Ediciones del Dock.
Es miembro de la Academia Argentina de Letras y correspondiente de la Real Academia Española.
De: "Tal vez llegue caminando", Ediciones Barnacle, 2023
Imagen en Nagari
1 Comentarios
El sendero de la sabiduría que se ha transitado...✍️💎
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