Keila Vall de la Ville

Grapas


Cuatro grapas    




Sentada en piso del corredor  
centinela del hijo al fin del día dormido en su cama pequeña 
espanto el recuerdo el día en que tropezó en el parque una francesa que en el momento columpiaba a su  hijo me indicó una dirección 
lo más cercano es un City MD. 
En brazos con el hijo herido 
                  que no lloró 
                  nunca lloraba este hijito, ¿por qué? 
con los brazos cansados y la camisa blanca ahora roja 
con la mente confusa y entristecida 
llegué a un ambulatorio 
no una clínica o un hospital. 
Son detalles 
                     te preguntas qué es mejor
qué hace en estos casos la gente
                     de acá
dónde va la gente que se cae, que se accidenta, en esta ciudad con parque en el centro.
El celular en la esquina más oscura del bolso y sin timbre
¿a quién llamaría para decir
esto ocurrió?
                      mensaje imposible, ayuda que no llegará
                      llanto que no ocurre porque no hay quien lo escuche.
En esta historia hijo menor y madre somos
hermanos. Yo también lloro invertida, quiero decirle
por ejemplo al preguntarme si todo esto
venir a este país en el que mi acento llama tanto la atención
fue buena idea o no.
Nadie va a responder.
Acunada en mi propia matriz me pliego hacia dentro.
Cuatro grapas en el cráneo que más adelante el doctor no logrará manejar
y al intentar sacarlas sangrarán de nuevo.
Helado de coco entre la avenida Amsterdam y la calle 77
sol primaveral sobre el banco color verde en aquel parque cuyos
columpios no quisimos usar.
Mi hijo menor aprende a hablar tartamudeando
tropezándose consigo
conmigo
con el idioma que dejó y el que viene y aún no es.
                          Cuando mi hijo me habla
cuando mi hijo me habla y yo no comprendo
quisiera me repita esa frase
esa frase una vez más no basta
o mejor decirle
no estás solo yo también
voy tartamudeando
voy tartamudeando en la historia que creé para ti.
Mi niño duerme y esta mirada rabiosa y triste lo cuida
centinela en el pasillo ante esta habitación que pronto rebosará de libros infantiles
pero aún no
aún no lo sabemos porque está pequeño
en esta habitación de alfombra celeste con pistas, autos y aviones.
también ocurre que las madres se accidentan
una pequeña fractura acá
se accidentan se caen
un momento de confusión.
A esta hora sin patria
en esta esquina del universo que creé
el hijo duerme
y ve desde el sueño a su madre huérfana de sí misma
fertilidad tan íntima tan mínima quizás tan insuficiente
la de esta madre sola en el corredor sentada
cuidando a su hijo sin país sin lengua tal vez
gestando un lugar sin miedo mientras se aferra a un libro
que el miedo me pertenezca y los deje a ellos en paz, me repito mientras los llevo
en la espalda.
Todo este tiempo preparando mi columna sin saberlo
preparando mi columna sin saberlo
sin saberlo


KEILA VALL DE LA VILLE ( 1974, Caracas, Venezuela)
Autora de la novela Los días animales (2016), premiada en la categoría Mejor Novela International Latino Book Awards 2018, los libros de cuentos Ana no duerme (2007) finalista como Mejor Libro de Cuentos en el  Concurso Nacional de Autores Inéditos Monte Ávila Editores, y Ana no duerme y otros cuentos (2016). Publicó el poemario Viaje legado (2016) y el texto crítico bilingue Antolín Sánchez, discurso en movimiento: del pixel, al cuadro, a la secuencia (2016). Antóloga de la compilación americana bilingüe Entre el aliento y el precipicio. Poéticas sobre la belleza(in press), y co-editora de la Antología 102 Poetas en Jamming (2014). Vive en Estados Unidos
Fuente: "El puente es la palabra", Antología de poetas venezolanos en la diáspora por Kiria Kariakin y Eleonora RequenaEnlaces: Suburbano | Nagari Magazine
Imagen: Nagari Magazine

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