Esteban Nicotra


No estamos prisioneros



No estamos prisioneros
pero en el patio de paredes altas
sólo se oyen chillidos
o el silencio paseando bajo el sol:
aquí podríamos hablar,
y sin embargo, muy de tanto en tanto,
cambiamos algunas palabras
que vamos a rumiar en un rincón.
Ecos de voces...
En el silencio
el otro ya no escucha;
mira la pared,
vacío.



Hasta el agua te esperaba



Hasta el agua te esperaba,
iba pasando, encorvando su lomo de lagarto
sobre la línea de la orilla,
sus ojos de luz clavados en el horizonte.
Los árboles masticaban sus verdes murmullos
y el sol dormía, colgado en el cielo.
El agua sigue pasando, lenta
como engañándome el tiempo.
Y allá donde muere el camino
el viento y la arena te simulan,
y el sol te da vida,
en un juego que aliento
para acostumbrarme a tu ausencia.



La nieve se evapora



La nieve se evapora
en el aire dormido. Y es cierto,
da alegría ver
que algo cae o se diluye:
la vida que se vive,
el sabor de la manzana
que se pierde en la garganta,
el silbo del pájaro
y la espera en el silencio.
Ondas en el lago de mi vida
que he visto desaparecer,
quietud de la tarde, noche,
noche que baja
a despertar los sueños.
El cielo se puebla, inmenso,
de sonidos invisibles...



Una voz



En el insomnio de la noche,
entre el ronronear de la heladera
y el rumor de la calle solitaria,
me susurraba una voz junto a la almohada.
Y he quedado solo
en la playa de la noche,
árida y fría mesa,
donde recojo las huellas, los mendrugos de arena,
de aquella voz que vino a visitarme.


Esteban Nicotra
ESTEBAN NICOTRA
(1962, Villa Dolores, Provincia de Córdoba, Argentina)
De: "La vida que se vive", Editorial Brujas, 2006

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