Voy al parque a buscar un poco de orden
Un hombre toca la flauta
de cara al estanque,
donde los gansos arrastran las patas y cagan,
y los perros desatan su pánico feliz
como colibríes gigantes
e ignoran sus propios nombres,
y las parejas se agarran entre sí
en un abrazo solemne, para aprender
a bailar, y una nena
salta la soga con un buzo
que dice PRIMER AMOR
y su mamá toma de a sorbos algo
de un termo mientras la mira.
Un chico gordo en un triciclo
va a parar a una cuneta
y se levanta sonriendo.
Me dan ganas de llorar, si tuviera
algún derecho a darle la bendición
a algo,
se la daría a él, a su cuneta,
a su mechón despeinado, a sus dientes nuevos,
a sus tres rueditas que giran;
a él, ridículo, endeble, a salvo.
I go to the park for some order. // A man plays the flute / toward the pond, / where the geese shufle and shit, / and the dogs panic happily / like giant hummingbirds / and ignore their own names, // and couples take hold of each other / in a grave embrace, learning / to dance, and a little girl / skips rope in a sweatshirt / that says FIRST LOVE, / and her mother sips something / from a thermos, watching.// A fat child on a tricycle / runs himself into a ditch, / and comes up grinning. // I want to weep; if I / had any right to bless / anything, // I would bless him, his ditch, / his cowlick, his new teeth, / his three wheels spinning, // silly, flimsy, safe
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