Catalina Boccardo, poemas inéditos | El poeta ocasional

Catalina Boccardo, poemas inéditos

Catalina Boccardo



Acá no hay
palabras que hablen de los pájaros,
hay pájaros.
El ronquido,
piar,
en medio de
lastimeros fracasos
del vuelo,
nido
primigenio
romperse un
ala
o una pata,
caer,
este mundo
no dará reparo alguno,
busquemos aves
trastornadas,
mismo aire,
desfallecen en
verano sobre el pavimento.
Yo encontré
la salvación, un pájaro herido.
Pía, siempre
pía de felicidad.
Alegre y
profundo, ni siquiera encoge sus plumones ante la lluvia.
Y ella se
habrá creído muerta pero tenía dos vidas:
la de la
melancolía
y la hondura
de este
repentino hogar.



A veces hace
así: con un solo ojo observa una rama.
Y la rama se
mece y le provoca un temblor.
Cuentan que hace
miles de años otra paloma fue lanzada en medio del diluvio.
Regresó con gajos
de Olivo de tierra cercana.
Está
escrito.
Ahora un
minúsculo animal se asombra por primera vez
ante la
naturaleza;
crea un
árbol,
el cielo,
las hojas
entregando la sombra.
Divino
pájaro del mito
aunque éste
real y
terrestre
se pierda en
las tormentas
y nos deje
vacíos.



Gezi.



Pronuncio
chino de manera ridícula
y aún así
decidí llamar Chú a mi paloma,
se asemeja a
esas formas,
un poema
oriental,
la imitación
fonética
de la
naturaleza del aire.
Las sílabas
repetidas en las mañanas junto al alféizar
tocan la
atención de Chú,
pequeña y
teme,
luego deja
de temer ante los objetos nuevos. Ahora
escucho su
picoteo a un bollo de papel y
al ver el
color blanco, comprendo,
la tristeza de
las supersticiones.
Chú, dejá
eso,
Chú, ¿quién
está allí?
Vuelve a
seguirme al compás de los chasquidos
mi lengua
obsesiva,
frágil como
el esqueleto de los pájaros.
Chá le dicen
al té en China,
Wo he chá.
Y entonces,
miro y la saludo:
Zaoshang hao,
Chú nushi.


"El pico de los pájaros"


1


éramos nosotros
los mismísimos dioses
niños
niñas
o sus siervos tiernos
enlazando
el ombligo
queremos hablar de los ya idos
vos escribís en una bitácora inconsulta
la historia
el cuerpo inexistente 
queremos susurrar en tus oídos 
el  hombre-jaguar
el pájaro de las plumas brillantes con cabeza de mono
la conquista vive en tu lengua 
mujeres te lloran sus vientres
las huérfanas y los huérfanos falsos
esa genealogía 
los clasificados en manuales europeos
tu sangre mezclada con la otra sangre
por la fuerza
quizá el amor nació de esa violencia y el pesar
rige el habla
enlazados a un ADN invisible
desde el primero
ningún puerto donde vayas a morir
una piragua sale al encuentro de la torpeza de tus vocablos



3 



y granos de chocolate 
los muxes  
muelen 
repletos de esos  ademanes  
vistos por las banquetas de oaxaca 
tibia 
la mano 
ahora 
cabe en una taza el líquido más oscuro que la melancolía 
del español curtido nada queda 
adentro de esos montes aledaños   
gente colorida viaja y regresa 
entre amigos recientes 
la risa 
el mezcal de la taberna 
con un alacrán del tamaño de camafeos y ella que no sabe si es él 
o él que tampoco sabe de ella 
los machos cuelgan los ojos en los espejos detrás del mostrador 
acá entrecruzamos vasos 
nos movemos como en una película  
ardor se siente por dejar la realidad 



7 



la avenida de los muertos 
el vendedor-chamán pasa la piedra oscura por mi espalda 
percibe que no soy quien digo 
otro nombre con mi sombra 
otros músculos se tensan 



10 



sentada mirando al sur 
con unos aros de oro barato que me recuerdan tus presentes  
los mercados son también comederos pero venden y compramos  
pequeñas joyas cráneos de madera y piedra de obsidiana 
entonces pedazos de selva 
volcanes 
orejas de mujeres bellas 
la sumisión sin fin en las escaleras de los palacios 
el hambre de la que regresa cada vez 
al amor inexistente en un solo espacio y tiempo 
souvenires 


"El viaje y el ombligo"

De: "El viaje y el ombligo" y "El pico de los pájaros"
Otros poemas de Catalina Boccardo, aquí

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