Roberto Piva






Paranoia en Astracán







Yo vi una linda ciudad cuyo nombre olvidé



donde ángeles sordos recorren las madrugadas tiñendo sus ojos con lágrimas invulnerables

donde niños católicos ofrecen limones a




pequeños paquidermos que salen escondidos de los corrales donde adolescentes maravillosos cierran sus cerebros

a los tejados estériles e incendian internados donde manifiestos nihilistas distribuyendo pensamientos

furiosos acometen la descarga sobre el mundo donde un ángel de fuego ilumina los cementerios

de fiesta y la noche camina en su hálito

donde el sueño de verano me tomó por loco y decapité al Otoño de su última ventana

donde nuestro desprecio hizo nacer una luna inesperada en el horizonte blanco

donde un espacio de manos rojas ilumina aquella fotografía de pez oscureciendo la página

donde mariposas de zinc devoran las góticas hemorroides de las beatas

donde las cartas reclaman drinks de emergencia a lindos tobillos arañados

donde los muertos se fijan en la noche y aúllan por un puñado de penas lánguidas

donde la cabeza es una bola digiriendo los acuarios desordenados de la imaginación







Visión de Sao Paulo de noche




Poema Antropófago bajo Narcótico









En la esquina de la calle São Luiz una procesión de mil personas enciende velas en mi cráneo



hay místicos hablando idioteces al corazón de las viudas y un silencio de estrella partiendo en vagón de lujo fuego azul de gin y tapiz coloreando la noche, amantes

chupándose como raíces

Maldoror en copas de marea alta

en la calle São Luiz mi corazón mastica un pedazo de mi vida

la ciudad con chimeneas creciendo, ángeles limpiabotas con su argot feroz en la alegría plena de las plazas,

muchachas desharrapadas definitivamente fantásticas hay un bosque de cobras verdes en los ojos de mi amigo

la luna no se apoya en nada yo no me apoyo en nada

soy un puente de granito sobre llantas de garajes subalternos teorías simples escaldan mi mente enloquecida

hay bancos verdes desplegados en el cuerpo de las plazas hay una campana que no repica

hay ángeles de Rilke dando las nalgas en los mingitorios reino-vértigo glorificado

espectros vibrando espasmos

besos resonando en una bóveda de reflejos

grifos tosiendo, locomotoras aullando, adolescentes roncos enloquecidos en la primera infancia

los malhechores juegan yoyo en la puerta del Abismo yo veo a Brama sentado en flor de loto

Cristo robando la alcancía de los milagros

Chet Baker gañendo en la vitrola

yo siento el choque de todos los hilos saliendo por las puertas rotas de mi cerebro

yo veo putos putas patanes torres plomo placas chopes vitrinas hombres mujeres pederastas y niños se cruzan y se abren en mí como luna gas

calle árboles luna medrosos surtidores colisión en el puente ciego durmiendo en la vitrina del horror

me disparo como una tómbola

la cabeza hundiéndoseme en la garganta llueve sobre mí mi vida entera, angustia ardo

me agito

en las tripas, mi amor, yo cargo tu grito como un tesoro enterrado

quisiera derramar sobre ti todo mi epiciclo de ciempiés libertos

asco furia de ventanas ojos bocas abiertas torbellinos de vergüenza, correrías de marihuana en picnics flotantes

avispas paseando en respuesta de mis ansias muchachos abandonados desnudos en las esquinas angélicos vagabundos gritando entre las tiendas y los

templos entre la soledad y la sangre, entre las colisiones, el parto y el Estruendo










Roberto Piva (1937 / 2010, São Paulo, Brasil)

Imagen: Sustantivo Plural

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