Los poetas y el trabajo: Stephanie Lenox | El poeta ocasional

Los poetas y el trabajo: Stephanie Lenox



Aceptar este trabajo y a la mierda el poema




Pronto los niños vendrán a casa habiendo aprendido
nuevas obscenidades arrojándoselas el uno al otro
a través de un cul-de-sac, que significa «callejón sin salida,
fondo de la bolsa que es tu cuerpo».
División y subdivisión, cada fin de semana
hay una nueva valla tallada en madera en bruto
que atrae a más avispones, demasiados tubos de viento
a merced del clima. Tu hijo tiene un rompecabezas
en un marco con una pieza perdida
que ubica a diestro y siniestro
tratando de completarlo. Tu perro carece de control
y te saluda tan ferozmente que temes
que un día se acalore y te muerda la cara.
¿Pensaste qué otra forma de vida era posible?
Siéntate, tienes espaguetis de nuevo, y sí,
debes terminarlos. Hay días en que eres el mejor humano
humanamente posible. Y luego están todos los demás.
Si fracasas dirás que es una oportunidad,
en tu próxima entrevista. Como la ventana abierta por la que voló el pájaro
fue una oportunidad para el perezoso gato doméstico.
Quieres gritar, ¡Por tu culpa estoy arruinado!
No has dormido bien esta última década.
En la oficina, hay un pastel que dice Adiós.
Está adornado con rosas glaseadas
y sería una pena no compartirlo.
Un compañero de trabajo, confiesa: Sólo la primera y la última
semana te tienen en cuenta.
Ellos, la dirección, te entregan una notificación
y una pluma grabada, sonriendo.
Estás más cerca de la última semana de tu vida
que de la primera, así que vociferar desnudo en una habitación atestada
ahora sería poco apropiado.
Tu jefe te lo dijo una vez: ¿Tú no piensas nunca?
Y tú pensaste, tendré mi venganza,
no como los otros. Me jubilaré
no sabré más de estos hijas e hijos
de puta. No tiene sentido explicar
a un escarabajo lo que significa ser tú,
para obtener tu puesto, para sentir la electricidad
que asoma en las articulaciones cada vez que te levantas de la cama.
El sol se pone y todo el mundo se encamina a
salas de estar independientes para ver diferentes espectáculos.
Con semejantes luces intermitentes, podrías pensar
que tenemos algo en común. Oh, pero disimulamos.
El jefe es el mismo en todas partes y para todos,
un gilipollas con traje negro, sosteniendo un pastel flameado,
acercándose cada vez más, y más allá de eso, la puerta.

Versión: Carlos Acosta
Fuente: https://carlosalcorta.wordpress.com/2015/04/24/stephanie-lenox-aceptar-este-trabajo-y-a-la-mierda-el-poema/

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