Domingo
Viaje hacia atrás del cráneo,
donde las manos entrelazadas,
reponen la respiración del domingo
a esta cabeza en acecho,
moviéndose hacia la calma
de su final.
Así, de tanto en tanto
miro lo que el tiempo abandona
y no digo nada
que pueda apartarme
del roce lento y pausado de la vida.
Si tengo miedo, es que hay
paisajes donde ni siquiera puedo sentir
el paso de las sombras.
Tiento así, con los dedos, dos líneas de arena
y trazo la transversal.
No es cierto que la geometría tranquiliza.
El viento en los labios, tiembla,
y desocupa el día.
Rimbaud se despierta en Harrar
la boca que no emitió ya verso alguno
la mano que se llevó sus anillos
por caminos calcinados
trocando la luz de las iluminaciones
por aquella de Abisinia
la mirada perdida
terminó allí ese cruzado de la lucidez
que se vió una temporada en las llanuras suavas,
en Bizancio o en las hechicerías profanas
de las ternuras por el crucificado
un leproso sentado contra un muro roído por el sol
ahora no sabe que preguntar al lastimoso hermano
replegado en la hendidura
que nunca más nombró
en esta insólita mañana helada
cuando siente que lo llama el jefe de los caravaneros.
Osvaldo Costiglia (1940, Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina)
Fuente: www.confinesdigital.com
Imagen: www.intercuerpos.blogspot.com
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