I
Como un diestro cazador, persíguela
alcánzala
y tírale de frente
hasta que con su sangre
preñe
la blancura del papel.
II
Por los baldíos de un verso
prosigue la lengua
su terco andar
de forastero
mientras
el libro que crece
se construye: se va levantando: se erige
desde la soledad y el sosiego.
III
Cultivad las palabras
y vedlas florecer, deshojarse
para nuevamente florecer
en la desértica página.
IV
Hoja
tras hoja
y sobre el invisible
a i r e
quieren cantar
pero canturrean.
Unos coros
de libélulas ebrias nada son
si no esperan si no reciben si no alcanzan
si no se agencian
la admonición
y el consentimiento
del papagayo retórico de su misma lengua.
V
sí o no: cuestión de ser
desde su sustancia se extreman
huidizas
en su densidad, en sí mismas se ahondan
(se fugan) desaparecen
letras letales malnacidas para tanta muerte
sueltan las íes su punto
justo al un ojo vislumbrarlas
no y sí la redonda estela de la o vuela en el aire
vocales inmersas
en aconsonantados mares de humo de sal de soles
sobre el páramo
petrificado de la hoja
silenciarlas ya (asunto de no ser sí y sí)
y así se queden
brizna de nada en la niebla suspendida
Julio César Aguilar (1972, Ciudad Guzmán, Jalisco, México)
Imagen: Facebook
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