Birds in the night
A veces los empujan el ruido de las caracolas y los falsos rumores del mundo pasan sobre sus gentes
aunque las amistades más particulares (como la de Rimbaud y Verlaine mi buen Cernuda)
sean ejemplares amargos
perseguidores de las libertades que no son de este planeta
sino de esos cristales que se unen en los ojos de los perros violentos
en la caída de los pájaros de la noche.
Yo prefiero el silencio de la luz sobre las colinas
el roce de la arena bajo el río el arte lógico de
escribir para nadie la sabiduría de la mortalidad: los detalles íntimos
de la pura imaginación
abiertos sobre este vuelo de amor que hace girar los días.
Es decir el poema inconcluso la nube que pasa sobre el río
Los exvotos en las tumbas del camino
Al lado del camino real por donde pasan los carruajes del Rey
colgamos los leprosos flores de papel piernas de plástico corazoncitos de
lata con el nombre de Ella estómagos curados con letras caladas ojos sobre una
bandeja de madera una naranja mecánica
Los discursos extensos que solíamos pronunciar los hemos barrido
y reducido a pocas palabras
porque ahora el fetichismo pictográfico nos ha negado
Y las lenguas carcomidas no digieren los manuscritos interminables
la brevedad
la brevedad
nos gritan los patos silvestres cuando huyen hacia
el horizonte:
sólo puntos luminosos para vernos en la oscuridad
ALFREDO VEIRAVÉ (Gualeguay, Entre Ríos, 1928 / Resistencia, Chaco, 1991, Argentina)
De: "La máquina del mundo", Editorial Sudamericana, 1976
Enlaces: El poeta ocasional; Encuentro con la poesía de un antipoeta: Alfredo Veiravé por Elisa Calabrese
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