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Ingeborg Bachmann

poesía austríaca


Una especie de pérdida




Juntos usamos: estaciones del año, libros y una música.
Las llaves, las tazas de té, la panera, sábanas
y una cama.
Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, usados, gastados.
Un orden respetado en la casa. Dicho. Hecho. Y la mano
siempre tendida.
Me enamoré del invierno, de un septeto vienes, y del verano. De mapas, de un refugio de montaña, de Una playa y de una cama.
Un culto alimentado con fechas, promesas declaradas irrevocables,
un algo idolatrado, que fue sublime antes de una nada,
(—del diario doblado, de la ceniza fría, del papel con un mensaje)
sin miedo a esa religión, ya que la iglesia era esa cama.
De la visión del mar surgió mi pintura inagotable.
A los pies del balcón estaban los pueblos, mis vecinos, para saludar.
En el fuego de la estufa, en la seguridad, mi pelo tenía su color más pleno.
El timbre de la puerta era el fin de mi alegría.
No es a ti a quien he perdido,
sino al mundo.



Eme Art Verlust




Gemeinsam benutzt: Jahreszeiten, Bücher und eine Musik.
Die Schlüssel, die Teeschalen, den Brotkorb, Leintücher und ein
Bett.
Eine Aussteuer von Worten, von Gesten, mitgebracht, verwendet, verbraucht.
Eine Hausordnung beachtet. Gesagt. Cetan. Und immer die Hand gereicht.
In Winter, in ein Wiener Septett und in Sommer habe ich mich verliebt.
In Landkarten, in ein Bergnest, in einen Strand und in ein Bett. Einen Kult getrieben mit aten, Versprechen für unkundbar
erklart,
angehimmelt ein Etwas und fromm gewesen vor einem Nichts.
(—der gefalteten Zeitung, der kalten Asche, dem Zettel mit einer Notiz)
furchtlos in der Religión, denn die Kirche war dieses Bett.
Aus dem Seeblick hervor ging meine unerschópflíche Malerei. Von dem Balkon herab waren die Vólker, meine Nachbarn, zu
grüfien
Am Kaminfeuer, in der Sicherheit, hatte mein Haar seine aufierste Farbe.
Das Klingeln an der Tür war der Alarm tur meine Freude.
Nicht dich habe ich verloren,
sondern die Welt.


Erich Hackl


Poesía austríaca


Cuando las mujeres dejaban el huso y la rueca.
Antes de encender la lámpara de petróleo.
Era el momento de contar historias.
Ese placer de escuchar, ese goce.
Las sombras dentro, tras la ventana la nieve.
Cuando terminaban con las plumas de los edredones.
Antes de encender la lámpara de petróleo.
Era el momento de poner las sillas junto a la pared.
Ese placer al bailar, ese goce.
Las chicas dentro, tras la ventana la nieve.

La fiesta del sastre, así llamábamos a la felicidad
de la hora del crepúsculo, entre luz y luz.



Un entierro así
llegó a ser más divertido que una boda.
Sólo que durante la comida
no había música para bailar.
El muerto no racaneaba:
había sopa de albóndiga de hígado,
carne de vaca cocida con rábano picante
y de postre una tarta contundente.

Cerveza y aguardiente a voluntad.
Licor de huevos para las viejas.
Té con ron para los acatarrados.
café con leche para los niños.
Vino caliente para el señor cura.

El viejo Schinböck había dispuesto
que la banda de música de San Leonardo
tocase en su entierro
con una buena melopea.
Su último deseo se cumplió,
y resonó lastimosamente en los oídos.
Al aprendiz del zapatero de Rebuledt,
que tocaba el tambor grande,
se le escapó la baqueta durante el desfile,
salió volando en círculos
y se ahogó en la charca de apagar incendios.

El viejo Schinböck no había caído
en que los que llevaban el féretro
también formaban parte de la banda.

ERICH HACKL (1954, Steyr, Austria)Traducción: Pilar Montilla y Manuel LaraImagen: ABC.es
Gracias a Jonio González

Elfriede Gerstl



Lo que sigue siendo deseable y lo que no



el tiempo que me queda
es una cuerda que pareciera ceder
mis días
guisantes lanzados al cazo sin cuidado
qué podría despertar mi curiosidad
nunca tuve ganas de ir hasta una cordillera de la India
estudiar la pobreza y la ignorancia
tampoco necesito espiar el bramido
de una cascada
ni contemplar a los turistas contemplar
no pueden deshacerse de mí las montañas
las dejo en paz
visito ciudades como cafés
sin previa nostalgia
algunas personas me mantienen
girando y activa
su consentimiento es la cumbre de mi dicha
su comprensión de mis expediciones mentales
mi meta en el viaje



ELFRIEDE GERSTL 
(1932 / 2009, Viena, Austria)

Fuente: Página Facebook de Jonio González
Imagen: www.kritische-ausgabe.de

Poesía austríaca / Friederike Mayröcker


Misterio




La imagen sacra tiene
una espina azul.
Jesús es bautizado
en naranja. Casi más allá
una y otra vez el Juicio Final.
Bienaventurados que sonríen y
forman coros. Verde clara
la tierra se hunde, pero
los cielos pronto se apaciguan.
Más claros, ondean como argénteas
banderas en lento movimiento,
y el cirio más alto se afana
y da olor.
Estoy ante ti en el polvo frío
estoy ante ti desde algún sitio
desde una aterida oscuridad
estoy ante ti y canto loas:
miradas de alabanza me elevaron
de los cansados estribos de mi
sentimiento, sin un murmullo.



Tenemos ahora dientes de cabos de vela




Afuera el pino el abeto gris el pluvial pino de Flandes
y la charla en la glorieta de la hostería
con ese aroma a cerveza

de mañana hacia las alturas grises de nubes
se abre allí una ventana tan temprano
de par en par como el aire que fluye separándose
se extienden los brazos abriendo las ventanas

del otro lado del día la caída
de la gris congoja
estos crepúsculos grises como el polvo
desapareciendo con los trenes y las nieblas y volviendo a irrumpir:
debajo de sí Vineta ciudad de campanas.

Y luego la noche
negra y como con la mano hasta la muñeca en el agua
vamos tropezando hasta la puerta:
oh las muchas estrellas
y un negro mechón en el rostro
descalzos sobre la escalera crujiente.
Las falenas revoloteando:
espantadas golondrinas caseras como murciélagos y fuegos fatuos
y la horrible lengua de miel de las moscas muertas.

Ahora
en medio de la primavera en inmersión
después de muchos meses:
un bolso abierto
un viejo cigarrillo de la Rue des dames
un saquito de sosa
un trozo de pan endurecido
en la cama el molde de tu cuerpo.


FRIEDERIKE MAYRÖCKER
 (1924/2021, Viena, Austria)
Fuente: www.zonaliteratura.com
Imagen: oe1.orf.at

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