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Mariángel Mauri traduce a Margaret Atwood

poesía canadiense


Variación sobre la palabra dormir    




Me gustaría verte dormir, 
algo que tal vez no suceda. 
Me gustaría verte, 
durmiendo. Me gustaría dormir 
con vos, entrar 
en tu sueño cuando su ola suave y oscura 
se desliza por mi cabeza 

y caminar con vos por ese bosque reluciente, 
tembloroso de hojas verdes y azules
con su sol pálido & sus tres lunas
hacia la cueva adonde tendrás
que descender,
hasta el peor de tus miedos.

Me gustaría darte la rama
de plata, la pequeña flor blanca, la única
palabra que te proteja
del dolor en el centro
de tu sueño, del dolor
en el centro. Me gustaría seguirte
otra vez
por la larga escalera y ser
el bote que con cuidado te traiga
de vuelta, la llama
en el hueco de dos manos,
hasta donde está tu cuerpo
al lado mío, y vos entrás
en él sin esfuerzo, como al respirar.

Me gustaría ser el aire
que te habita solo un
instante. Me gustaría ser así de imperceptible
& así de necesaria.



Variation On The Word Sleep 




I would like to watch you sleeping,
which may not happen.
I would like to watch you,
sleeping. I would like to sleep
with you, to enter
your sleep as its smooth dark wave
slides over my head

and walk with you through that lucent
wavering forest of bluegreen leaves
with its watery sun & three moons
towards the cave where you must descend,
towards your worst fear

I would like to give you the silver
branch, the small white flower, the one
word that will protect you
from the grief at the center
of your dream, from the grief
at the center I would like to follow
you up the long stairway
again & become
the boat that would row you back
carefully, a flame
in two cupped hands
to where your body lies
beside me, and as you enter
it as easily as breathing in

I would like to be the air
that inhabits you for a moment
only. I would like to be that unnoticed
& that necessary.



Otros poemas de MARGARET ATWOODaquí
Traducción: Mariángel Mauri
Imagen: El País

Margaret Atwood

Margaret Atwood


Noticias de las diez



Cae desde el aire un pájaro, herido por un disparo,

las otras aves se dan cuenta, necesitan saber qué ha sucedido.
Las hojas de los árboles susurran, los ciervos se agitan, los conejos
sacuden las orejas. Los herbívoros se agazapan, los carroñeros
se lamen los dientes. 
La vida sacrificada no les asusta.

¿Qué nos alarma? ¿De qué nos alimentamos?

Lo aceptamos todo,
una herida tras otra.
Escombros, escombros, murmuran las pistolas.
Nuestros rostros relucen en el centellar de cristal,
la noche asciende como una humareda.

Oh, esconde tus ojos

-es mejor sentarse en un cuarto aislado,
las puertas cerradas, los aparatos apagados,
sin nada más que esa postal de las cataratas del Niágara, que compraste el verano      pasado -
esa cascada de agua que calma
como caramelos de toffee verde cayendo
a cámara lenta por un precipicio;
mejor no ver al frágil nadador,
o a los dos niños en su bote amarillo.


Otros poemas de MARGARET ATWOODaquí

Margaret Atwood

Margaret Atwood



Poema nocturno




No hay nada de lo que asustarse,
es sólo el viento
cambiando hacia el este, es solamente
tu padre el trueno
tu madre la lluvia.
En este país de agua
con su luna ocre mojada  como un hongo,
sus tocones ahogados y sus pájaros de muchos años
que nadan, donde el musgo crece
por todas las partes de los árboles
y tu sombra no es tu sombra
sino tu reflejo,
tus padres verdaderos desaparecen
cuando la cortina cubre tu puerta.
Nosotros somos los otros,
los sumergidos bajo el lago
quienes permanecemos silenciosamente al lado de tu cama
con nuestras cabezas de oscuridad.
Hemos venido a cubrirte
con lana roja,
con nuestras lágrimas y susurros distantes.
Te meces en los brazos de la lluvia,
el arca glacial de tu sueño,
mientras aguardamos, tu padre
y tu madre de la noche,
con nuestras manos heladas y nuestra luz mortecina,
sabiendo que somos solamente
las sombras vacilantes que proyecta
una vela, en este eco
que oirás veinte años más tarde.


MARGARET ATWOOD (1939, Ottawa, Canadá)
Fuente: Academia Paraninfo
Imagen: www.cnn.com



Night poem




There is nothing to be afraid of,

it is only the wind
changing to the east, it is only
your father the thunder
your mother the rain
In this country of water
with its beige moon damp as a mushroom,
its drowned stumps and long birds
that swim, where the moss grows
on all sides of the trees
and your shadow is not your shadow
but your reflection,
your true parents disappear
when the curtain covers your door.
We are the others,
the ones from under the lake
who stand silently beside your bed
with our heads of darkness.
We have come to cover you
with red wool,
with our tears and distant whipers.
You rock in the rain’s arms
the chilly ark of your sleep,
while we wait, your night
father and mother
with our cold hands and dead flashlight,
knowing we are only
the wavering shadows thrown
by one candle, in this echo
you will hear twenty years later.

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