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Carlos Barbarito | Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce…



Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce…




Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce
esa materia jamás bruñida o cincelada,
con la que jamás se hizo una copa,
una bailarina, un códice. Si me extiendo
en sueños hacia donde más refulge,
hacia donde más y mejor irradia.
Pero, ¿qué veía o creyó ver Turner
en el momento en que se abrían de golpe las ventanas?
¿Qué encontró el hijo de Swansea
en el amarillo y en el mar austero,
luego de la primera muerte,
por entre las parábolas del sol
y las leyendas de las verdes capillas?
¿Vino puro, antes de la lluvia?
¿Garzas limpias de barro?
¿Alta cúpula sobre cuya aguja hay un pájaro inmóvil?
¿Pasarán ante mí un amor desatado,
una nítida caligrafía con aspecto de nieve,
un dorado sin error,
un iris libre de mercurio?
Pero, si me alargo, ¿y es sólo el engaño, el espejismo,
un rocío de belladona, seis estratos
de locura que creeré almohada,
una edad que, antes de ser, ya será fósil?


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Imagen: Las nueve musas

Carlos Barbarito, un poema inédito

Carlos Barbarito


Si le acercaran un cobertor, un bálsamo...




Si le acercaran un cobertor, un bálsamo,
un capítulo sin dolencia ni crispación,
un vientre de recobrada pubertad,
una espalda blanca capaz de soñar y despertar
sobre el lado celeste de la piedra,
sobre el lado terreno de la lluvia.
A qué nacer con sal en lo lastimado,
con lenta muerte que el dolor devana;
a qué acudir en días de vinagre,
de gusano perforador del pan,
de cuartos rotos, de horas harapientas
en los que la única rueda que gira
es la que mueve el cobayo,
en los que la única visión
es la de escarcha a la que nada raspa ni conjura.
Lo sé, qué lejos, ahora, su mínimo alimento.
Qué cerca, ahora, su hambre infinita.
Si le procuraran una voz repujada,
una sólida viga en su techo,
un renovado despertar
con vista al amor, el alba, los gorjeos


CARLOS BARBARITO (1955, Pergamino, Provincia de Buenos Aires, Argentina).

Enlaces: La Otra, revista de poesía

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