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Anne Carson

El Beckett de ella        



Visitar a mi madre es como actuar en una obra de Beckett.
                                          Tienes la sensación de atravesar la corteza,
                 la densa oscuridad oh no del pequeño cuarto
                 con paredes tan estrechas y predecibles.
Un tintineo y el súbito esfumarse de juguetes que pertenecen a la memoria
                  y sin querer reaparecen perdidos y asfixiados
                                                                             en la página del dolor.
                                                             Muy mal
responde cuando pregunto,
a pesar del (¿era abril?) brillo alegre que roza sus ojos,
«salimos a remar por el lago Como»
escurre apenas de sus labios.
Nuestro amor, esa chispa de fuego en la locura,
envuelve el cuarto
azotándolo todo
y se esconde otra vez.



Her Beckett
Going to visit my mother is like starting in on a piece by Beckett. / You know that sense of sinking through crust, / the low black oh no of the little room / with walls too close, so knowable. / Clink and slow fade of toys that belong in memory / but wrongly appear here, vagrant and suffocated / on a page of pain. / Worse / she says when I ask, / even as (was it April?) some high humour grazes her eye— / «we went out rowing on Lake Como» / not quite reaching the lip. / Our love, that halfmad firebrand, / races once around the room / whipping everything / and hides again.

Otros poemas de Anna Carson,  aquí
Traducción: Jeannette L. Clariond
Imagen: www.hampsonwrites.com 


Anne Carson



IV. ÉL ELLA NOSOTROS ELLOS VOSOTROS TÚ TÚ YO ELLA LOS PRONOMBRES INICIAN LA DANZA LLAMADA ROPA SUCIA CUYO NOMBRE DERIVA DE UN FENÓMENO QUÍMICO: DESPUÉS DE UNA PEQUEÑA CALMA SOBREVIENE UNA PEQUEÑA CONMOCIÓN DESPUÉS DE UNA GRAN CALMA UNA GRAN CONMOCIÓN



Gira al marido y muestra su lado oculto. Una carta que escribió desde Río de Janeiro.
¿Por qué Río de Janeiro? No vale la pena preguntarlo.
Hacía tres anos que estábamos separados pero aun no nos habíamos divorciado.
Se presentaba en cualquier parte.
Podías estar segura de que mentía si le preguntabas por qué. Y si no le preguntabas también mentía. Cuando digo oculto quiero decir cómico,
Las lágrimas de un marido nunca están ocultas.

Río, 23 de abril
No entiendo esta cuestión de lingüística.
Hazme llorar,
No me hagas llorar.
Lloro. Lloras. Nos hacemos llorar,

Viajar a lo tonto trabajar gastar dinero es lo que me obligo a hacer.

Carioca.
Estoy en un apartamento de Río con unos brasileños que discuten
sobre cómo hacer funcionar la lavadora.
Dentro de media hora se habrán olvidado y se irán a cenar
dejando la máquina en llamas,
Regresarán de la cena, hallarán sus ropas carbonizadas, se darán palmadas uno al otro en la nuca y llegarán a la conclusión de que en realidad compraron una secadora y que no saben cómo hacerla funcionar.
Acabo de ir a ver la maquina. Es una lavadora y está en llamas.
Y ahora qué pasa. Tú y yo.

Entre nosotros tos momentos de profunda tristeza son tan frecuentes que no puedo distinguirla del amor.
Deseas una vida limpia yo vivo una sucia, la vieja historia. Bien.
No te sirvo de mucho sin ti ¿soy?
Todavía te amo. Me haces llorar.

Tres cosas cabe resaltar en esta carta.
Primero su simetría:
Hazme llorar... Me haces llorar.
Segundo
su casuística:
motivos cosmológicos, fuego y agua, colocados antes de hablar de amor para ilustrarlo con asociaciones del eros y la contienda primordiales.
Tercero ningún remitente.
No puedo contestar. No quiere una respuesta. Qué quiere.
Cuatro cosas.
Pero de la cuarta huyo
casta y hábilmente.




ANNE CARSON 
(1950, Toronto, Canadá)

De: "La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos", Lumen, 2013
Traducción: Anna Becciu
Enlaces: 
Imagen: Foto de Lawrence Schwartzward

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