mi número de orden es millonario.
Vocifero a uno de la Mesa de Entradas,
más o menos visible,
que vuelvo más tarde.
También a la vida le aviso
En la sala de espera
mal interpretan mi nombre.
Fin de un desencuentro,
aunque el final parece más lento
que la propia espera.
Me llamo como me llamo
y espero volver con el nombre puesto
de la anestesia del pasado
(lo digo solemnemente)
Enseguida vuelvo anuncia un cartel
pegado en la puerta.
Al zapatero le pasa lo mismo.
para Alberto Mateu
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