Muin Basisu | El poeta ocasional

Muin Basisu

A una turista


A una turista     




Perdón, señora. Ha venido cuando 
Las manos de los poetas han sido cortadas. 
¿Qué hay para vender en el Este? 
Nosotros hemos vendido a una turista vieja 
que ha llegado antes 
la tumba de Saladino 
y la ciudad de Hittin. 
Hemos vendido los jardines de Babel, 
las flores y capullos en los mercados del mundo, 
hemos vendido los dedos y los anillos. 
No nos queda más que las pirámides, 
¡y qué pesadas son sus piedras! 
La esfinge está herida, 
morirá si no abandona esta tierra, 
si no se quita de su frente el cuchillo. 
Perdón, señora. Hemos vendido el último ataúd, 
hemos arrojado al río el último tintero 
y hemos degollado al último gallo que cantaba. 
No nos queda más que Dios, 
que corre cual gacela verde perseguida por 
todos los perros de caza
y galopantes mentiras.
Le perseguiremos. Cazaremos a Dios para usted.
Los que vendieron al poeta, señora,
venderán también a Dios



Las palabras




En su vocabulario no había árboles
ni flores.
En su vocabulario no había pájaros.
Sólo sabía lo que le habían enseñado:
matar a los pájaros,
y mató a los pájaros,
odiar a la luna,
y odió a la luna,
tener un corazón de piedra,
y tuvo un corazón de piedra,
a gritar: "¡Viva lo que sea!"
"¡Abajo lo que sea!"
"¡Muera lo que sea!".
En su vocabulario no había árboles,
en su vocabulario no había
tú ni yo
porque él debía matarnos
a ti y a mí.
Sólo sabía lo que
le habían enseñado:
matarnos a ti y a mí.






MUIN BASISU (1926, Gaza, Palestina / 1984, Londres, Reino Unido)
Fuente: Facebook de Hugo Toscadaray
Enlaces: Poesía árabe | La caina

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