Héctor Carreto: La conquista del espacio | El poeta ocasional

Héctor Carreto: La conquista del espacio


Tentaciones en el cine (Mirando Seven Year Ich)       


Señor:   
devuélveme la luz  
    a cualquier precio. 
 
Mira:  
una noche 
                               descendí
a la noche de un cine.
La imagen que allí se apareció
era más bella
que la virgen:
irradiaba tanta luz
que causó la envidia de la copa
                                                –su vestido.
Dos gardenias (sentadas junto a mí) se marchitaron.
¿Por qué los pies brillaban más
que el charol de los zapatos?

Los subtítulos decían:
Si roca de cristal no es de Neptuno,
Pavón de Venus es, cisne de Juno.

Pero aunque el ángel era custodiado
por arcángel de saco y sombrero,
el Diablo –disfrazado de viento–
metió sus dedos
                        debajo de la falda,
que luego levantó
para mostrarnos
el incendio
del templo.

Tanto ardían las desnudas columnas
que el pequeño cardenal
que siempre me acompaña
se puso aún más rojo

...a noticia de todos llegó que era el día del Juicio, fue de ver cómo los lujuriosos no querían que los hallasen sus ojos, por no llevar al tribunal testigos contra sí...

            y yo a gatas buscaba, entre carcajadas y aplausos,
la salida del infierno.



La conquista del espacio


 

Aun distantes, las estrellas se parecen a tus ojos.

“Otra expedición al cielo,”
anuncian sin emoción los medios.

No son aventureros los tripulantes.
Los remos son teclas
que oprimen los astronautas, los ingenieros electrónicos,
los políticos del Espacio.
(No buscan tesoros sagrados
sino una verdad menos candente.)
Para ellos Júpiter, Saturno, Venus y Mercurio
            no son deidades
–no influyen en nuestras emociones–;
tan sólo son puntos donde puedan clavar un estandarte.

¿Cuándo volará un poeta
en una nave de la NASA,
que cante la guerra desatada por dos opuestos
y a la belleza inédita de tan distantes paisajes?

No importa:
            Homero fundó el mito de Occidente
sin haber visto jamás las murallas de Troya.
(Con ojos sellados presenció el descenso de los dioses.)

Yo canto a las constelaciones
sin saber leer los mapas
y sin haberme envuelto
                        en el manto
                                    de ninguna galaxia.

He viajado más lejos, más allá de las ciencias exactas:
ayer me acerqué al enigma de tus ojos abiertos.

 
HÉCTOR CARRETO
nació en la Ciudad de México en 1953. Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas (UNAM). Ha publicado los siguientes libros de poesía: ¿Volver a Ítaca? (1979), Naturaleza muerta (1980), La espada de san Jorge (1982), Habitante de los parques públicos (1992), Incubus (1993), Antología desordenada (1996), Coliseo (2002), El poeta regañado por la musa, antología personal (2006), Poesía portátil 1979-2006 (2009), Clase turista (2012), Testamento de Clark Kent (2015), Picnic (2017) y Todo tiempo pasado fue mejor (2019).

Ha obtenido los premios nacionales “Efraín Huerta”, “Raúl Garduño”, “Carlos Pellicer para obra publicada” y el “Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2002”. También mereció el “X Premio de Poesía Luis Cernuda 1990”, en Sevilla, España. Sus poemas se han traducido al inglés, francés, italiano, portugués y húngaro. Además ha traducido y divulgado la obra de autores de lengua portuguesa, así como es autores de diversas antologías de escritores mexicanos y extranjeros.

Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (periodos 2001-2003, 2004-2007, 2012-2015, 2016-2019), es profesor-investigador de la Academia de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. También escribe microrrelato y ha sido incluido en antologías de México y España.

Ha recibido varios homenajes tanto en México como en Estados Unidos.Fuente:

Nueva York Poetry Review
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