Mi abuela murió en el cine
después de tomar su copa de anís 8 hermanos
viendo los paraguas de Cherburgo
maldito funeral
todavía siento su respiración sus pisadas el arco de claridad
que recibía mientras se movía por el pasillo su silueta
proyectada en la pared antes había dejado limpia la cocina
todo lavado para el día siguiente pasando por esa sumisión
cartílago de pájaro de entregarlo todo sin el miedo a perder nada
con o sin su llovizna de puntos azules en el talón del otoño
nunca pude devolverle todo lo que me dio
el esqueleto encaminado los pantalones recosidos
pero el día señalado desandé cayendo sin creer que existía
toda la cinemateca de esta ciudad de vidrio aullando buscando
ese sánscrito que traduce la verdad
buscándote en cada curva
en un mundo que chilla y cruje en su réquiem.
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