Daniel Oronó: Un jadeo de ser | El poeta ocasional

Daniel Oronó: Un jadeo de ser


SEIS POEMAS CON IRMA

1- PISTA VACÍA




En mi infancia mi madre
limpiaba los pisos de la casa
con encomiable pasión y lavandina
mientras cantaba
con Eydie Gormé y el trío Los Panchos, 
con Julio Sosa o con Sandro,
con los Wawanco  
o algo a la moda.
Iba dejando brillante 
el living y los cuartos.
Fatigada de todo 
después
tiraba a un lado el delantal  
apagaba el tocadiscos
y se fumaba un jockey satisfecha,
sentada.
Y entonces era 
cuando solo 
el silencio tirano comenzaba:
todo quedaba listo, 
transparente
para que nadie 
comenzara 
a bailar.



2- INTIMIDAD SONORA  




Y con la casa limpia
reluciente
apagaba el pucho del descanso
y en un silencio como orquesta
mi madre sola 
empezaba a girar
con la mano en el vientre 
y el otro brazo 
como parando un taxi.
Era un instante eterno
con sus ojos cerrados
de intimidad sonora
transparente
en que nunca sabré
si entraba en éxtasis
o se burlaba de sí misma.
En todo caso
compensaba el secreto
que había entre 
la mecánica mudez 
del tocadisco
y la memoria de los bailes
que guardaba en sus piernas.
..al fin, 
solo un detalle abrupto
de indócil cenicienta
contra ese ruidoso cuento
cotidiano
llamado mugre, 
rutina, realidad.



3- DESPUES DEL A.C.V




Sentada frente al televisor
con su espasmódico brazo izquierdo
y el trípode en su derecha
mirando el vacío general de lo existente
nada la asemeja a esa madre
socialmente sonriente y bien dispuesta
de los años sesenta;
la misma que después se fue desdibujando
entre los ansiolíticos y las estampitas con velas,
…y aquel fracaso matrimonial
que aún no prescribe.
Frente a ese resplandor 
le desconozco ahora su bulto de ser
con la mera perduración
de lo que no prospera.
Así no encuentro en ella
ni la más mínima convicción
de haber sido alguna vez su hijo.
su empecinada y ajena
consecuencia. 



4- FECHA VENCIDA



Papá, mamá: 
Yo ya no tengo de qué quejarme.
El amor fue difícil.
Hicieron lo que pudieron
conmigo y con ustedes.
Conservo en un cuadrito
esa precaria perfección 
de una foto de infancia 
en que estuvimos juntos:
sin pronósticos de lluvia 
o vientos de tristeza
parecemos felices frente al sol,
y hasta algo tontos.
Después 
de a poco o de repente
cada uno del otro 
nos fuimos alejando sin respuestas. 
Pasa. Es duro y es sencillo:
en la larga tormenta de los años
apenas nos tuvimos a nosotros,
cada cual a su amparo.
La vida en su inclemencia
tiene esas cosas:
preguntas incómodas 
que el tiempo gasta.
Respuestas 
con su fecha vencida
que ahora a nadie importa.



5- CENIZAS




A la cremación del cuerpo
de lo que fue mi madre
asistieron tan solo
tres amigos remotos de la infancia
los cuales como yo 
han comenzado a envejecer 
con insistencia.
Nada se dijo de ella
y acompañaron solidarios.
Solo se limitaron a impedir
mi proyecto de esparcirla 
en el fluir del agua
que va hacia el mar 
por el canal vecino.
La sensatez argumentaba
la seguridad de una bóveda prestada
y un sencillo trámite municipal.
Hasta en la metafísica encrucijada
de unas cenizas con nombre de mujer
lo social fiscaliza
el rigor de las normas. 



6- A SALVO




“Ahora que mi madre ya está muerta,
no podrá morir de cáncer como lo anticipaba,
no tendrá que engañar a los mormones 
ni a los testigos de Jehová
ni a las legionarias de María
con falsas devociones
para tener alguna compañía piadosa
en el duro desierto de las siestas
o en la amenaza de los atardeceres,
ni tendrá que dejar
las luces prendidas de la casa para dormirse sola.
Ahora ya está muerta
a salvo del cáncer y las sombras, 
de la mugre, de Dios, y de todos los amores
que intentando no pudo.
Pero en esencia
está a salvo de ella”.
Todo esto pensé
mientras abrí apurado
la ordinaria cajita de pandora de su vida,
Volcando de a poco
sus cenizas al canal,
con cierto nerviosismo
como si fuese un delincuente
que despidiendo a un cómplice inmediato
ni siquiera ha aprendido a llorar y huye
con la falsa esperanza
de no dejar ni huellas,
Ni rastros, ni señales
de aquello que la sangre ominosa
A unido para siempre
Al miedo, a la desdicha.



ANIMALES 




El perro que me sigue a todos lados
no sabe que soy un hombre.
Me ve desayunar, pintar paredes,
dormir o caminar, leer un libro.
Desde su libertad, el holgazán, 
me va observando 
las exigencias de existir en mi prisión,
quien le aproxima el agua y lo alimenta,
porque mueve la cola  
y así se explica el mundo.
Ante sus ojos
debo ser lo que al fin soy : otro animal,
un latido tropezando con todo,
un  jadeo de ser 
por su anhelado hueso
enterrado a futuro.
Y lo que es peor,
al que hay que acompañar
olfateando la vida
pues el pobre, 
degradado a pensar,
al no ladrar, 
escribe o habla.   



ESTAR AVISADO




perderás la intemperie
un día el viaje
la mañana del reino los racimos
tus pies descalzos
la mujer que tocas
la costumbre incesante
incandescente
el asombro en las manos lo que habitas
puro silencio aroma en todos lados
dejarás al pasar estos galopes
la tierra el árbol la tormenta
el aire en su lugar cada certeza
serán otras las marcas, las señales,
el manantial que ocupas derramado
el reguero la sombra que visitas
La música del mundo en que te alejas
perderás
dejarás
así de simple



Daniel González Oronó
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