Jorge Chiesa | El poeta ocasional

Jorge Chiesa


Agua











Por
si no te diste cuenta


soy
yo el que hunde las manos


en
el agua de mis hijos.


Las
parejas de ahora no son como las de antes,


dijiste
hablando del tiempo en que cualquiera


podía
ser blanco de tu rabia.


Los
días corrieron como perros asustados


a
refugiarse en la espesura.


Y
sin embargo acá me ves


bañando
a los chicos.


Por
eso cerrá la puerta si no vas a entrar


que
entra frío.


Después
te quejaste de la sed


que
incendiaba tus pesadillas.


Nadie
te obliga pero


¿serías
capaz de declarar contra vos mismo?


Me
levanto en medio de la noche


pensando
que dejé la bañera llena


y
debería vaciarla.


Sólo
que no llego a sacar el tapón.


Me
quedo mirando los
juguetes


manteniéndose a flote


y me doy cuenta que no necesito otra cosa.


Mientras vos lo único que necesitás


es tener siempre a mano


un vaso de agua en la oscuridad.











Palomas











Después
de haber visto a mi padre


ahogarse
en la sala de terapia intensiva


miré
a través de una ventana de hospital.


Había
árboles raquíticos, cables de alta tensión y palomas.


Elegí
tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Únicamente
la desesperación


te
puede hacer creer semejante cosa.


Así
que yo era un hombre desesperado


que
ahora le pedía a Dios


por
la vida de mi padre.


Pero
a los ojos de cualquiera


eran
tres palomas y nada más.


Superado
ese trance volvimos a la normalidad.


Los
médicos rescataron a mi padre


de
las aguas de la muerte


y
las palomas han vuelto a ser








































los
mismos bichos de siempre.











El doble











El
problema no es esconder las manos dentro de los bolsillos


sino
mirar una extensión enorme de agua


y
que tus manos se comporten como dos peces muertos.


Esa
posibilidad asusta


si
tu propuesta fue, precisamente,


mirar
el mar mientras charlábamos.


¡No
arrastres los pies! ¡Caminá bien!


Pero
estamos sentados sobre las piedras del murallón.


Haber
sabido que aquí nos traería tu obsesión ambulatoria


¿estaría
pensando estas cosas tan faltas de adecuación?


Contrariamente
al pensamiento general,


un
organismo autosuficiente


es
el que necesita esconderse por menos tiempo


en
las entrañas de otro animal.


Mientras
que otros tardan años en aprender a cuidar


las
maneras de llevar y traer


palabras
sobre la mesa.


Traducido
a tu idioma sería:


¿no
podríamos hablar de esto en otro momento?


Pero
nunca es momento o siempre es momento pero nunca el lugar,


y
una sola música de fondo: un tintineo de cubiertos;


su
acero inoxidable: nuestra coraza.


¿Qué
tenía de malo ordenar una caja de pesca,


preferir
eso a practicar, como solías decir, un deporte en equipo?


Al
final cada uno se esconde en su propia madriguera,


la
moldea con el cuerpo, no sale de ahí y se embalsama.


Cuando
sale, si es que sale,


descubre
que la película está por terminar


y
sobran piezas.


Está
bien, lo reconozco:


yo
quería crecer y parecerme,


ser
tu doble,


que
nos compararan con dos gotas de agua.


Ahora
decíme:


¿De
qué hablan un padre y un hijo?


¿Cuál
es la herencia?
















































































¿Por
qué deberían quererse los seres queridos?








Jorge ChiesaJORGE CHIESA

(1969, La Plata. Reside en Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina)

Enlaces: La ficción del olvido | El infinito viajar

Imagen: La Perla Literaria

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