Fabián O. Chazarreta


Licencia


I

Visita de médico
me hace la poesía.
Viene a ver
si soy
o me hago. Estás frío nene,
frío, me dice. Y me hace cosquillas
con ramitas de tilo
y se va
de la mano de mi abuela.
Como dos enamoradas
se van.



II



Pero no es
visitador médico la poesía.
Ni buche ni carnera.
Viene
porque no la manda nadie.
Sino
no vendría.
Ayer vino
y me tocó con un palo
a ver si me movía.
Antes de irse
dejó un caracol en la mesita.
Para que no olvides
el sonido del mar, me dijo.
Y un títere descuartizado
lo arrima a mi oído
cada noche
y escucho que alguien
se ahoga
antes que la alarma suene.
Despierto,
doy gracias.



III



¿Cómo sigo? Pregunto.
Tenés algo
en la garganta,
un payé bajo la lengua,
plumas de cabureí en la campanilla.
Pero estás bárbaro hoy.
Te dejo
un sobrecito sin abrir
de brillantina.
¿Escuchás
esas banderas? Le digo.
Pero ya no me contesta.
Abre las ventanas.
Todo se ilumina de relámpagos sin truenos.
Entran mis perros muertos
y se va.



Una mañana me di cuenta




que en la punta
de mi botín de acero
se apoyaba el mundo.
Intenté quedarme quieto.
Verificar la rotación y traslación
de las cosas
sin yo mover un dedo
y me tiraron un plomo
para que vuelva a caminar más derechito.
Ese día descubrí
que hay leyes que son graves
cuando se rompen
y que hay derechos que costaron sangre.



La lluvia es un archivo muy pesado




Habrá que
convertirla en otra cosa

si queremos subir
unas palabras
que suenen como el trueno
y quemen como el rayo



Mis perros muertos


I

Anoche soñé
que saltaba de estrella
a estrella. Era un huesito
en la boca
de mis perros muertos.


II



Mis perros muertos
ahora son peces en el aire.
Cuando suspiro
corren lo invisible.
Como cuando les abría
la puerta y era nuestra la tarde.



III



Trajiste las raíces
de la luna hasta mi puerta.
Trajiste dos estrellas
y años luz
para toda esta distancia.
Es hora de ver juntos
crecer la noche.



Obra 25 de Mayo




Debajo de la escalera
un niño
me hace señas.
-Vení, mirá cómo
se agitan esas hojas,
cómo el árbol

y yo-

Pero no hay viento.
En la obra
nunca hay viento ni árboles.



Para Laura




Hace siete años
soñé que una oveja
salía de su lana
para darme abrigo.
A punto estuve
de cruzar desnudo
la frontera. Ahora
podés contar conmigo
-me dijo- quiero decir,
podés contar diez de mí
cada noche hasta dormirte.
Cuando llegué a siete
me desperté abrazado
a tu pullover lanudo.
Era verano. Vos casi
llegabas a Bolivia



Mi hija juega




a ser maestra
debajo de un árbol sin hojas.
Esa casa de estudio
resiste al tiempo.



A César Vallejo




Te cuento, 
que a falta de títulos,
ya casi
me recibo de estudiante.
Te leí a los quince,
un día en que empezó
la primavera
y no quise salir de casa.
Desde entonces
las hojas no dejan de caer,
no dejan de buscar
muertas y mesiánicas,
verdes e inútiles,
toda noción de tu esqueleto.
Te leo. Estudio, claustro
de cierto puño. No pierdo la esperanza
de ver tu sombra
crecer desde el piso.
De que vos también la veas.


FABIÁN O. CHAZARRETAA (1981, San Miguel, Provincia de Buenos Aires, Argentina). 

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