Reina María Rodríguez | El poeta ocasional

Reina María Rodríguez


Reina María Rodríguez


anochece    




anochece sobre las tejas de Madrid 
pero en las manos traigo la humedad 
de las aguas del Báltico. 
todavía húmedas, 
frías, 
me han quemado con esos verdes que no maduran. 
es la travesía desde los ojos de los cisnes
tras una fruta opaca. anochece
y estoy tan cerca de tu cuerpo en una casa extraña
contra los pies que en la madera quieren frotar
una textura adormecida sobre un paisaje irreal
(me han devuelto a la conciencia las palabras
que no están donde sueño o donde miro
busco un sueño donde están las sensaciones
porque ya no hay nada que mirar)
y busco algo que querer antes que la noche
irrite mis párpados que sobre las aguas del Báltico
han bebido toda su humedad. porque también anochece
sin prisa sobre las tejas de Madrid y yo miro
por la abertura oblicua de mi piel
la tuya.



el retrato de un hombre joven (Dresde) 1521




sentado sobre un bloque de madera
ante un fondo caliente, rojo
está ebrio o está dormido
mientras yo trazo un círculo en el punto
de intersección con el eje central que constituye su ombligo
-igual que para el pecho o la cadera estrecha-
que traza también un eje con su pelvis y mi mano.
tengo un modelo señor
el tono claro de sus manos y la carta a punto de caer atrae mirada
la luminosa claridad de la camisa, el rostro
como una cúpula sobre la pirámide del tronco
que, dentro de una estructura formada por diagonales
me hace sentir su frialdad, las raras líneas
que le conceden una presencia inmediata
pero no es verdad. la cabeza que está modelada de adentro
hacia afuera donde resalta el retrato de un joven en madera
siguió en la galería de los Viejos Maestros.
su composición es sencillamente clásica
sólo el blanco luminoso hasta el negro de las botas
llena este cuadro de vida. tenemos ante nosotros a un joven
-que no es Durero- él ya se ha ido. y que consciente de sí mismo, yace
(pluma y pincel sobre fondo verde blanqueado y lavado)

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